capítulo 22

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Capítulo 22
Athenea Gambi.

La crisis que me dio en la habitación de los niños, me llevo a tener sueño nuevamente, sueños donde la voz, era la de él.
Era la de Red Kane.
No sé porque estoy haciendo esto, estoy poniendo mucho en riesgo, mi vida sobre todo, si es una trampa si es jugarreta caí pero necesito entender porque su voz se reproduce con tanta insistencia en mi mente, porque mi cuerpo reacciona a él.
Reviso llevar conmigo  el  rastreador en el bolso, y desvío mi mirada hacia Gianni.
──Es muy riesgoso, Señora.
──Por eso tú vas a cuidarme. Confío en ti.  Quinientos mil, recuérdalo. ──enfatizó, recordarle la recompensa por su silencio y lealtad.
──Ya sabe donde estaré.
Asiento.
──No vayas a moverte sin mi orden. ──ordeno.
──Si, señora.
Observo el reloj lleno de diamantes que llevo en mi muñeca, si de verdad quiere acercarse a mi vendrá rápido, lo sé.
Camino con seguridad al bajar de la camioneta, ingreso al restaurante lleno de lujos, y elegancia. Me siento en una de más mesas y recibo una copa con champagne, el movimiento de los mesoneros llama mi atención, sigo sus pasos, incluso sus gestos;  algo de esto me resulta… familiar.  Es extraño, si.
Disfruto del liquido que burbujea en mi copa, y repaso en mi mente todo aquello que quiero preguntar, mi cabeza está hecha un nido de estambre, debo jalar uno, solo uno para poder desenredar aquello que me turba. Desperté en un clínica junto a un hombre que me profetizó amor y lealtad, quién me cuido y me contó una historia pero quisiera o no debía creer, era lo único que tenía a mi alcance en ese instante, él era o es mi conexión con mi pasado, con aquello que no recuerdo, pero lo que siento se aleja mucho de la realidad mostrada por Alessandro, los ecos, las voces… no tienen nada que ver con Alessandro, nada.
Bajo mi mirada y puedo notar como mi pie se mueve con ansiedad. Sé que lo que va a pasar cuando Alessadro se entere de esto, pero yo necesito respuestas, no puedo esperar por las suyas, las cuales siempre son inconclusas o nulas.
Siento un movimiento ajeno, y mi corazón se acelera como si reconociera el aura pesada y oscura que se acerca a mi.  Saco mi arma dejando claro que voy a usarla sin impórtame el lugar, él por si parte guarda la suya.
¿Por qué lo hace? ¿Por qué baja la guardia frente a mi? Si yo, soy la esposa de su enemigo, si su objetivo es destruirme según Alessandro.
Se sienta frente a mi, su presencia es impactante es un hombre intimidante, es atractivo en todos los aspectos, todo de él me llama. sus ojos azules están en mi, y si, confirmo lo de hace días, su mundo está frente a él. Y ese soy yo.
Toma la copa que yo tenía en mis manos, y sus tatuajes llaman mi atención en especial uno de ellos…
Mi nombre.
Athenea.
──No tengo chaleco antibalas esta vez ──dice con voz firme, rompiendo el silencio—. Así que si decides matarme, vas a lograrlo. ──poso mi mano sobre el arma, el pasear mis dedos por el hierro me hace sentir segura.
Ninguno desvía la mirada, busco en sus ojos respuestas y las consigo, y temo que todo sea verdad, real. Mi mente va a partirse en pedazos de ser así.
──Sabía que vendrías  por  mi. ──susurro.
──Siempre lo haré, Athenea. ──dice agitando mi ser. Me rehuso a lo que causa en mi cuerpo. No veo a mi seguridad así que hago una pregunta obvia.
──¿Los mataste?
Asiente.
──Falta uno. ¿Dónde está?
──Apuntando a tu cabeza. ──digo con seguridad.
Eleva sus cejas y sonríe divertido.
──¿Planeaste esto?  ──Asiento.
Saco el rastreador que titila en la fina tela de la mesa. Obvio que si, no soy estúpida. Quiero respuestas.
──Explícame porque sueño contigo. ──sonríe, erizando mi piel.
──¿Sueñas conmigo?
──Habla, Kane.
──Para ti no soy Kane, ni siquiera Red, para ti soy Redgar… tú Redgar. Tu esposo. ──sisea. ──. No te has preguntado porque estás llena de curiosidad hacia mi. ──. No digo nada. ──. No se qué te dijo él. Pero tú y yo estamos casados desde hace más de un año, eres mi mujer, la dueña de todo mi ser y la razón por la que he quemado medio mundo, solo para que vuelvas a mi.
Sus palabras secan mi garganta.
──Nos casamos el día antes de la explosión en la policía, tú y yo y un juez en nuestra casa, te di un anillo con un zafiro, tu anillo encaja con el mío. ──eleva su mano y me muestra la alianza, tiene zafiros. ──. Se entrelazan, Athenea.
Niego bajando mi mirada hacia mi dedo anular. El peso…
──Dime algo de mi pasado, si de verdad eres mi esposo, dime algo que Alessandro no sabría. ──pido.
──Tu madre murió cuando eras pequeña exactamente cuando tenías 5 años, te tocó vivir con tu padrastro. Has sufrido de pesadillas gran parte de tu vida, y en algún punto deseaste irte con tu madre. Te cuesta dormir como a mí pero cuando estamos juntos logramos hacerlo. Llegaste a New York buscando libertad y aunque intenté alejarme de ti para no meterte en mi mundo, no pude y no podré jamás por mas que intenté alejarme, no pude hacerlo.  ──sonríe levemente. ──. Tienes un lunar en la espalda baja, unas marcas en tu abdomen en forma recta ──elevo mis cejas. ──. mueves tu pie derecho cuando estás nerviosa o ansiosa y puedo seguir...
Elevo mi mirada hacia él, esas marcas… Alessandro dijo que fue en la explosión. ¿Cómo puede él saberlo?
──Él te está usando para destruirme, nena. Él enemigo es él, no yo. ──el aire comienza a faltarme. No hay recuerdos, no hay imágenes pero su voz me recorre, me hace sentir, y su mirada me grita con fuerza. ──. Te está manipulando. Busca vengarse de mi, por una guerra que comenzó Giovanni Gambi.
Él intenta tocarme pero alejo mi mano.
──Dime que recuerdas algo. 
Me lleno de frustración porque quiero recordar, quiero volver a mi vida.
──No. No recuerdo nada. no hay imágenes, no hay nada… sólo negro pero tú voz… ──me callo.  ──. Alessandro… ──dudo. ──. jamás me mentiría, él estuvo allí cuando desperté de un atentado que tú nos hiciste. ──elevo el tono de voz señalando. ──. Tú hiciste que perdiera la memoria… y a mí...
Alguien viene apresurado, me observa mientras sujeto el mango de mi arma.
──Red, Dublín. ──Kane se gira hacia el hombre, y vuelve su vista hacia mi con rapidez.
──¿Esto es una trampa? ──inquiere hacia mi. Frunzo mi ceño. ──. Athenea, respóndeme. ¿Esto es una maldita trampa?
──No se de qué estás hablando. ──musito con sinceridad. ──. ¿De que trampa estás hablando? ──inquiero confundida.
──¿Dónde está Alessadro? ──pregunta hacia mi.
──No lo sé. ¿Qué está pasando? ──Yo solo vine por repuestas.
Se levanta y ordena a quien vino que arme un equipo, vuelve su vista profunda y dura hacia mi.
──No confía en ti. No te dijo a donde iba, y eso lo hace por algo. Voy a matarlo, Athenea. Y voy a venir por ti. Eres mi esposa. ¡Carajos, recuerda! ──gruñe frustrado.
Le apunto con mi arma al ver cómo se exalta.
──Nena, recuérdame. Por favor. ──suplica ignorando el hecho de que está siendo apuntado por mi. ──. Busca el anillo, estoy seguro que lo tiene oculto, le gusta tener trofeos, y odio decir esto pero eso eres para él, un trofeo y un arma para usar contra mi, sabe que no te tocaría, dejaría incluso que me mataras si eso es lo que quieres. ¿Quieres matarme ahora? Hazlo, te dejo hacerlo con tal de demostrarte que ese maldito te miente.
Niego. Me siento ahogada, aturdida. Esto es demasiado.
El laser del arma de Gianni sube por su camisa y llega a su frente, me levanto para evitar que siga apuntándolo por instinto, la seguridad que vino oculta hace lo mismo. Más de veinte hombres que hacían de comensales, observa con una sonrisa en sus labios.
──Esto me hace sentir muy orgulloso de ti. ──susurra con orgullo. ──. Voy a recuperarte. Te lo juro.
Se acerca arriesgando a ser matado por mi seguridad, mi cuerpo vibra, y siente, se siente vivo, mi arma se hunde en su abdomen, puedo verme reflejada en el azul de sus ojos, acuna mi rostro y siento que voy a desmayarme.
──Te amo, maldita sea. Nunca te lo dije, lo hago hoy. Y ahora podrás guardarlo para  siempre en tu memoría.
Mis manos tiemblan.
──¡Red! ──insiste el hombre, sus dedos acarician mi mano. ──. Tenemos que irnos. Son más que nosotros.
──Vendré por ti. Y nunca rompo mis promesas. ──siento el abandono de su toque y mi mirada va hacia ese punto donde nuestras manos se separan y se siente que no debería ser así.
Se aleja dejándome vacía e inestable, debo recargar mis manos en la mesa para no caer al suelo todos bajan sus armas Gianni viene hacia mi agitado.
──¿Vamos detrás de él? ¿Señora?
Niego.
──Ninguno se mueva. ──sentencio mientras mis lágrimas caen en el mantel, tomo el rastreador.  ──. Él es mi esposo, lo siento en mi corazón. 

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