capítulo 50

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Capítulo 50
Athenea Kane.
Venganza.




Sacar a Redgar de la cueva fue una tarea delicada. Cada movimiento debía ser preciso y cuidadoso. Podía sentir cómo el miedo crecía dentro de mí, pero era crucial que me mantuviese serena. No podíamos permitirnos errores. Todo el equipo estaba alerta, vigilando que ninguno de los hombres de Alessandro estuviera cerca. La situación era tensa, y mi corazón latía con fuerza desbocada.
Redgar no dejaba de sangrar, y mi preocupación crecía con cada segundo que pasaba. La herida era grave, y el tiempo no estaba de nuestro lado. Mi mente estaba en constante análisis, buscando las mejores opciones para asegurar su supervivencia. Pero a pesar de todo, la incertidumbre era creciente.
Nos detuvimos a mitad de camino cuando escuchamos unas ramas romperse a lo lejos. Mi mano se apretó alrededor del arma. Era una señal clara de que no estábamos solos. El equipo tomó posiciones automáticamente, listos para cualquier eventualidad. Todo mi entrenamiento se puso en marcha en ese momento; el peligro era inminente, y teníamos que estar preparados.
Le di una pequeña mirada a Redgar, quien yacía acostado en el suelo del bosque, pálido y débil. Su estado era crítico y cada segundo contaba.
──¡Pongan a Ness Gambi a mi lado! ──ordené con firmeza. Ness fue arrodillada a mi lado, me gire a verla. ──. ¿Lista para ver a tu hijo? ¡Llévense a Redgar al helicóptero! ──Continué, sintiendo la urgencia en cada palabra. ──Iré tan pronto como pueda.
Ronin negó con la cabeza, no quería dejarme atrás.
──¡No!
──No te estoy preguntando. Váyanse.
Tony estaba a punto de protestar, sus ojos reflejaban la misma preocupación que sentía yo, pero la situación no dejaba espacio para dudas o discusiones.

──Es una orden. ──dije con voz firme, mirándolos con determinación. Sabía que entendían la gravedad de mis palabras. Redgar necesitaba ayuda inmediata, y yo debía quedarme para asegurar que tuvieran un camino seguro. La misión debía ser cumplida, no importaba el riesgo que implicaba.
Ellos asintieron, aunque la incertidumbre y el temor eran palpables en sus miradas. Mientras se llevaban a Redgar, sentía una mezcla de adrenalina y terror. La batalla aún no había terminado, y cada uno de nosotros tenía un papel crucial que desempeñar.
──Si quieres mátame, pero no te dejaré sola. ──sentencia Ronin.
──Tony… estás herido, llévatelo. Iré.
Asiente, Ronin y una parte del equipo se queda a mi lado, se escucha como se acercan, no me giro a ver a Redgar, no puedo hacerlo. No ahora. 
Mientras se llevaban a Redgar hacia el helicóptero, sentí un nudo en el estómago. Cada paso que daban parecía un golpe de tambor en mi corazón, acelerado y desesperado. Sabía que debía ganar tiempo, tiempo suficiente para que Redgar estuviera a salvo y recibiera el tratamiento que necesitaba con tanta urgencia. Observé a Ronin y, con una firmeza que no sabía de dónde provenía, le di una orden clara.
──Quédate aquí. Me iré con ella. ──dije, señalando a Ness Gambi. ──. Sabrás cuándo aparecer.
Ronin asintió, sus ojos reflejaban la misma determinación que yo sentía. No había lugar para el miedo ni para las dudas. Nos entendimos sin palabras, confiando en nuestras habilidades y en el vínculo que nos unía como equipo.
No sabía de dónde estaba sacando las fuerzas, pero sabía que no podía dejarme caer. Mi cabeza comenzaba a doler con insistencia, como si me recordara que no era invulnerable, pero decidí ignorarla. Mi enfoque debía ser absoluto.
Caminaba por el bosque con Ness Gambi, quien se quejaba, arrastrándola con fuerza. No había tiempo para delicadezas ni para compasión. Podía escuchar las voces en la distancia, italianos dando órdenes de dispersarse. Cada segundo contaba, y debía actuar con rapidez y precisión.
Finalmente, empujé a Ness Gambi hacia el frente y apunté a la cabeza de la mujer con mi arma. Ella se estremeció, consciente de la gravedad de la situación. El primer hombre que apareció quedó inmóvil al verme. Estaba petrificado, su rostro una máscara de sorpresa y miedo.

Era el momento decisivo.
──Dile a Alessandro que aquí estoy. ──ordené con voz firme, sin un indicio de vacilación. Sabía que Alessandro recibiría el mensaje, y que esto marcaría el inicio de un nuevo enfrentamiento. Pero también sabía que era necesario hacer esto, para proteger a los míos y asegurar que Redgar tuviera una oportunidad de luchar por su vida.
El hombre asintió, visiblemente tembloroso, antes de girarse y correr hacia el bosque. Ness Gambi seguía en el suelo, mirándome con una mezcla de odio y desesperación. No le presté más atención, centrada en el siguiente paso.
El bosque estaba silencioso tras el eco de mis palabras. La tensión era palpable, y mi cuerpo estaba preparado para cualquier eventualidad. Sabía que la verdadera prueba aún estaba por venir, y me asegure de estar lista para enfrentarla, sin importar el costo.
La guerra que llevaba cargada en mi pecho se trasformó en motivación para vengarme y ahora no hay quien me detenga.
Nadie.
Él no iba a matarme, de eso estaba segura, con ello iba a evitar que llegara a mi esposo.
La adrenalina me mantiene de pie, pero sé que en algún momento va a disiparse y caeré de rodillas, pero no delante de él.
Podía escuchar en la distancia unos Jeep, afiance mi agarre a la soga e inhale con fuerza rogando en mi mente que el doctor estabilizara a Redgar. Un freno, y hombres bajando apuntando hacia mi, las luces cortaban mi visibilidad pero podía sentir su presencia en la distancia, Alessandro tenía un aura pesada…
Apunto a la cabeza de Ness Gambi y quito el seguro de mi arma.
Las luces se apagan y Alessandro aparece frente a mi. Tengo dos posibilidades aquí, matarlo y morir aquí o irme con él nuevamente procurando que Red este a salvo.
Su rostro palidece al verme.
──¿Preciosa? ──su voz es casi un susurro, puede sentirse su asombro al verme.
──No me mataste. ──da un paso apresurado, y halo la soga, desvía su mirada hacia su madre. ──. Adivina. Recupere la memoria…
Vuelve su vista a mi.
──La bala no era para ti. Era para él.
──Para mi esposo. Mi verdadero esposo. ──sonríe.
──Fuiste mía, en todos los aspectos y lo sigues siendo. Quieras o no, Athenea. ──sentencia. ──. Lo que eres horita, lo cree yo. No él. 
Halo con más fuerza la cuerda. Siento asco de mi misma al recordar todo. Todo lo que hice por él, lo que dije, y como me entregué.
¿Cómo pude ser tan estúpida?
──¿Recuerdas cómo temblabas en mis brazos? ¿Los besos? ¿Mis caricias? Eres mía Athenea, tu piel tiene mi marca. ¡Eres mía! ──grita. ──. No ese maldito, al cual voy a matar y lo voy disfrutar.
──No soy tuya. Jamás lo fui. Soy Athenea Kane. La maldita perra que va a matarte.
Espero que ya Redgar este en el helicóptero. De verdad eso espero. Halo del gatillo sin dudar y Ness Gambi cae al lodo, y vuelvo a disparar está vez en dirección hacia Alessandro y corro con fuerzas hacia donde está Ronin quien sale de su escondite y dispara en dirección hacia los hombres de Alessandro.
Le pasó por un lado y me dice corre, y eso hago. No se de dónde sale el equipo de rescate y se enfrentan a la gente de Alessandro, corro con más fuerzas, Ronin viene detrás de mi, caigo al suelo en medio de un mareo, Ronin me sujeta.
──Vamos Athenea.
Los disparos se escuchan, varios nos pasan cerca. Mis piernas flaquean pero no me permito desfallecer. El equipo nos cubre, y protege. Escucho las aspas del helicóptero más cerca, mucho más cerca.
No sé si le di a Alessandro, en este momento mi prioridad es irme con Redgar…
Vemos el helicóptero, y Tony haciéndonos señas. Ronin habla al auricular al equipo de seguridad y les dice que se dispersen y que vayan al lugar seguro ahora, Tony me extiende la mano y subo, Ronin detrás de mi, la puerta se cierra y el silencio reina caigo junto a Redgar lo observo de perfil, está pálido. Sujeto su mano.
──Te amo. ──susurro.

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