capítulo 57

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Capítulo 57
Athenea Kane.


Acababamos de poner fin a la vida de Alessandro. Ahora, lo único que me importaba era salir de allí antes de que la Interpol atrapara a Redgar. Podía sentir su mirada fija en mi preocupación. La sangre brotaba de mi cabeza y él, sin decir nada, pasó sus dedos por la herida para luego llevarlos a sus labios.
Sin previo aviso, se quitó el chaleco antibalas que llevaba y, detallándolo con una precisión casi ritual, comenzó a ponérmelo. Me resistí, pero su firmeza venció mi tenacidad. Solo entonces noté la sangre que manchaba su abdomen; su herida estaba abierta y sangraba.
Intenté tocarlo, pero él negó con la cabeza, susurrando que estaba bien. El sonido de los helicópteros se hacía más fuerte cada segundo. Habíamos neutralizado a la mayoría de los agentes, pero sabíamos que llegarían más en cualquier momento. Redgar acunó mi rostro con sus manos.
──Ellos vienen por mí, no por ti.
Sentí que la tensión se apoderaba de mí y negué con la cabeza, las lágrimas brotando sin control. Me aferré a su camisa con desesperación y solté un sollozo profundo.
──No puedes entregarte, no lo hagas. Vámonos de aquí, vámonos. ──supliqué, intentando jalarlo conmigo. Pero él se mantuvo firme.
──Pueden matarte, no pienso correr ese riesgo. ──insistió con una calma escalofriante. ──. Voy a entregarme y tú vas a irte. ──Su mirada se clavó en la mía, haciéndome comprender la gravedad del momento. Las lágrimas seguían cayendo mientras trataba de convencerlo de lo contrario, pero él negó con la cabeza. Escuchamos unos pasos acercándose.
Redgar tomó su arma y apuntó hacia el lugar lleno de escombros. A través del polvo, Tony, Ronin y varios hombres del equipo aparecieron. Redgar bajó el arma. Todos se veían agitados, golpeados y decididos.
──Tenemos que irnos ya, no tenemos mucho tiempo. ──dijo Ronin escupiendo sangre.

Sollozando, miré a Redgar. Él tensó el rostro y lo elevó para mirarme una vez más.
──Te irás con ellos. ──ordenó con firmeza. Volví a negar, pero su resolución era inquebrantable. Entonces, se dirigió al equipo. ──. Llévensela. Haré tiempo. Voy a entregarme.
Tony, Ronin y los otros hombres protestaron, pero Redgar cortó cualquier objeción con una orden tajante.
──Es una orden.
──Una orden de mierda. ──grito Tony. ──. No vamos a dejarte, es hora de irnos.
──Red vamos. ──insistió Ronin.
Negó.
──Van a llevársela. Me quieren es a mi, no ella, no a ustedes. ──me aferro su pecho desesperada.
──Por favor. ──suplico. ──. No nos separes otra vez. No lo hagas. Siento un beso en mi cabeza, me abraza con fuerza.
──Te amo. Juro que lo hago con cada célula de mi ser, te amo desde el primer momento en que te vi, te amo y se que tú encontrarás la manera de sacarme de allí. ──susurro en mi oído. ──. Confío en ello. Vete… 
Me obliga a soltarlo.
──¡Ronin! ──grita, y este se acerca apresurado para sujetarme mientras grito su nombre desesperada e intento zafarme, golpeó a Ronin y me suelto pero soy sujetada nuevamente por tres hombres más.
Los golpeó a todos pero son más que yo, y me arrastran.
──¡Redgar! ──grité con todas mis fuerzas, lo veo tirar el arma a un lado y arrodillarse con su mirada en mi.
Se escucha el derrape de camionetas.
──Te amo. ──susurra, y dejo de verlo porque entre todos me sacan me alejan.
Me sentía impotente, atrapada entre la desesperación y la realidad que no quería aceptar.
──No podemos dejarlo. ── lloré, tratando de zafarme de su agarre. ──. No sin él.

──Tenemos que movernos. ── urgió Ronin. ──. Ya vienen. Muévanse.
Caminando a través de los escombros y saliendo del edificio, escuché los primeros disparos romper la frialdad de la noche. Mi corazón se rompía con cada paso que daba, pero sabía que él estaba haciendo lo necesario para asegurarse de que estuviera a salvo. Los hombres del equipo nos guiaban por un laberinto de ruinas, pero mi mente estaba atrapada en las posibilidades de lo que podría suceder.
──¿Tony? ──inquiere Ronin mirándose hacia atrás, Tony no está. ──. ¿Dónde está?
──Se quedó con él jefe. ──dice uno de los hombres, sollozo. 
──¡Rápido, apúrense! ──gritó Ronin. Nos acercábamos al vehículo de escape, un SUV negro aparcado estratégicamente. Mientras me ayudaban a subir, miré hacia atrás una vez más, esperando un milagro, cualquier señal de que él cambiaría de opinión.
Pero todo lo que pude ver fue el aumentante número de luces azules y rojas reflejándose en las ventanas rotas del edificio que dejamos atrás. Tony arrancó el vehículo y comenzamos a alejarnos, mis pensamientos perdidos en la promesa que nos hizo que más adelante nos volveríamos a encontrar.
──No te preocupes. ──dijo Ronin, girándose desde el asiento del copiloto para mirarme. ──. Vamos a sacarlo.
  La sensación de vacío en mi pecho solo crecía. Sabía que necesitaba mantenerme fuerte, como él me lo había pedido. Pero una parte de mí ya sentía que algo irreparable se había roto. 
──Por favor… ──me rompo en mil pedazos. 

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