capítulo 13

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Capítulo 13
Athenea Gambi.



Nunca pensé que llegaría este momento, a pesar de las advertencias de Alessandro. Él había sido claro y preciso al explicarme que la aparición de Red Kane en el auditorio era una posibilidad no solo real, sino probable. Sus palabras fueron un intento de prepararme para enfrentar cualquier escenario, por adverso que fuera. Y no se equivocó.
Allí estaba, a solo unos escalones de distancia, Red Kane. Sus ojos estaban fijos en los míos, una mirada intensa que parecía querer perforar mi alma. A pesar del vértigo que me provocaba su presencia, algo en su mirada agitaba mi corazón, un tumulto de emociones contradictorias que luchaban por salir. Pero me mantuve firme, aferrada al plan que habíamos trazado.
Sabía que debía actuar rápido, crear una distracción que alterara el curso de los eventos que se desplegaban con una precisión milimétrica. Sin permitir que mis manos temblaran, eleve el arma y disparé al aire. El sonido retumbante fue el detonante de un caos inmediato. Los gritos se apoderaron del lugar, una marea de cuerpos comenzó a moverse en todas direcciones, una danza caótica de pánico y confusión.
Quería destruirlo con mis propias manos pero tenía algo que importaba más en este momento.
Aproveché la turbulencia para moverme en dirección contraria al tumulto. Noté, desde el rabillo del ojo, cómo Alessandro se lanzaba hacia Kane, iniciando una lucha cuerpo a cuerpo que parecía sacada de una película.
Era parte del plan, siempre lo fue, pero no dejaba de ser aterrador verlo en acción.
──¡Athenea! ──grito Kane con tanta fuerza y desgarro que por un leve segundo me detuve pero continúe, mi prioridad eran los niños.
Mis niños. Si él estaba aquí ya estaba buscando donde nos escondíamos, y podría llegar a ellos.
El equipo de seguridad, compenetrados en su rol, se abrió paso entre la multitud para resguardarme y guiar mi escape hacia una de las salidas de emergencia. Mientras me alejaba, mi mente no dejaba de repasar cada imagen, cada sonido, cada movimiento. Sabía que tras esa cortina de caos, Alessandro estaba poniendo en juego más que su habilidad física; estaba arriesgando todo por nuestra causa. 
Bajo el estruendo de mi propia respiración, los clamores de los hombres que intentan alcanzarme suenan como distantes murmullos arrastrados por el viento. El cordón de seguridad que se ha formado alrededor mío se mueve con precisión, cada agente enfocado en el único objetivo de protegerme hasta llevarme al helicóptero que ya espera, sus hélices girando en un torbellino frenético.
A medida que avanzamos, el caos se intensifica; oigo mi nombre gritado con urgencia. De repente, siento cómo uno de los agentes se interpone entre el peligro y yo con una decisión que sólo proviene de los verdaderamente valientes. Mis ojos, no obstante, se fijan en un punto más allá: allí está Kane, su arma apuntando con una calma escalofriante. El sonido de su disparo retumba en mis oídos y el cuerpo del  agente cae a mis pies, una imagen que se graba en mi retina con la crudeza de la realidad.
Detallo a quien tengo a metros de mi.  Algo en él… algo en su presencia eriza mi piel.
Levanto mi arma sin vacilar, encontrándome con la mirada de Kane. Él baja su arma, su rostro se transforma con una mezcla de nostalgia y asombro, es como si estuviese viendo a su mundo arder ante el.
──Tengo meses buscándote… he quemado medio mundo. ──La gravedad de sus palabras intenta perforar la barrera emocional que he construido, pero me mantengo firme, sin bajar mi arma.
Kane intenta una aproximación más personal, su voz baja ahora a un susurro.
──Nena… mírame, soy yo. ¿Qué pasa? ──En ese momento, la influencia de su presencia busca quebrantar mi resolución, pero respondo no con palabras, sino con acción. Aprieto el gatillo y su hombre cae al suelo, una clara declaración de mis intenciones y sentimientos.
Lo odio.
──¿Nena? Yo no soy tu nena, y jamás lo seré. ──vuelvo a disparar y está vez hacia él, a su abdomen. Cae con fuerza al suelo.
En ese instante crítico, Alessandro llega, observando la escena con ojos que reflejan una mezcla  triunfo y orgullo. Su sonrisa me alcanza, cargada de significado. Pero no hay tiempo para más, los disparos se intensifican, acercándose peligrosamente. Alessandro captura mi brazo, su contacto impulsa mi cuerpo hacia adelante.
──Es hora de irse, no podemos perder más tiempo.
Juntos, corremos hacia el helicóptero, el retumbar de los disparos creando un telón sonoro que parece desafiar nuestra escapada. Mirando hacia atrás solo una vez, veo la figura de Kane desplomada. Una mezcla de emociones guerreras y un firme recordatorio de lo  que nos impulsa hacia adelante, hacia la seguridad, hacia el cielo que ahora parece ofrecer el único refugio posible.
El helicóptero, que aguarda con sus hélices cortando el aire frenéticamente, parece un faro de esperanza en la tormenta de caos que se desata a nuestro alrededor. Alessandro me empuja hacia adelante con urgencia, su mano firme en mi espalda, guiándome hacia la salvación que promete el cielo gris arriba. El estruendo de los disparos se intensifica, no están dispuestos a dejarnos escapar fácilmente.
Subimos a bordo del helicóptero, y apenas nos aseguramos dentro, el piloto eleva la máquina con un movimiento brusco que nos aleja del peligro inmediato pero no de la amenaza latente que sigue presente. Alessandro, al asegurarse de que estamos en movimiento, me mira con unos ojos que mezclan alivio y una resolución acerada.
Sintiendo la distancia que se crea con cada segundo que pasamos en el aire, permito que mi respiración se estabilice, mis pensamientos aún giran alrededor de Kane y su voz.
Respiro hondo, mirando hacia el paisaje que se desplaza rápidamente debajo de nosotros.
──Necesitamos encontrar un lugar seguro. Y luego, tengo que pensar… Nos dirigiremos al punto seguro.  Es remoto y estaremos fuera del alcance de Kane y sus hombres, al menos por un tiempo. Me encantó que le dispararas…
──¿Crees que lo mate? ──Niega con una sonrisa.
──Tenía chaleco antibalas.
Mientras el helicóptero se mueve a través de las nubes, siento una desconexión temporal del mundo que dejamos atrás. Sin embargo, la imagen de Kane herido, pero aún lleno de determinación, permanece conmigo. Su declaración, “he quemado medio mundo,” resuena con una potencia que no puedo ignorar.
¿Qué tanto estará dispuesto a sacrificar por aquello que persigue? ¿Y hasta dónde estoy dispuesta a llegar yo para detenerlo?
De repente, el aparato se sacude violentamente, sacándonos de nuestras reflexiones. Mirando hacia el piloto, busco alguna señal de lo que sucede.
──Turbulencia, nada de qué preocuparse. ──grita él por encima del tumulto. Pero sus palabras hacen poco para calmar el creciente temor de que no solo son las corrientes de aire las que tendríamos que temer.
Alessandro coge mi mano, un gesto de solidaridad frente a la incertidumbre.
──Pase lo que pase, estamos en esto juntos, Athenea. Y vamos a superarlo.
El helicóptero aterriza a varios km de la casa de la playa, me quito los tacones y corro con fuerza para llegar a la mansión, abro la puerta y voy a buscarlos. Ellos son mi única preocupación, no llevarán mi sangre pero los siento mío, y tengo más que un compromiso verbal que me hace el querer protegerlos de todo aquello que pueda dañar sus almas.
──¡Enzo! ¡Renzo! ──grito. Subo a lo que es la habitación de ambos, todo está intacto. Me bajo para buscarlos debajo de la cama para encontrarlos alli. ──. Niños…
Salen muertos de risas sin imaginar siquiera lo que acaba de pasar o lo que está por pasar se abalanzan sobre mi, me abrazan con tanta fuerza que reconfortan mi ser.
──Nos vamos. ──la voz de Alessandro rompe el momento. ──. ¡Ahora, Athenea!
Me giro hacia los niños quienes me observan expectantes.
──Es hora de recoger… rápido.


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