capítulo 37

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Capítulo 37
Red
Caos.



El sonido de las hélices del helicóptero se hacía más fuerte a medida que nos acercábamos al hospital. Podía sentir el peso de Athenea en mis brazos, su cuerpo inerte me llenaba de una mezcla de miedo y determinación. El helicóptero aterrizó con un golpe seco en el helipuerto y Tony fue el primero en saltar, despejando el camino con su arma en mano. Lo seguí de cerca, sosteniendo a Athenea con todo el cuidado que pude reunir.
──Resiste. Ya llegamos, nena.
Aún inconsciente, su rostro pálido me hacía querer gritar por ayuda, pero debía mantenerme concentrado. El resto del equipo descendió rápidamente, sometiendo al piloto en el proceso. Todos nos movíamos en sincronía, asegurándonos de cubrir cada ángulo posible mientras bajábamos las escaleras, yo con la premura de un hombre cuya vida dependía de cada paso.
Al llegar a la puerta de emergencia, Tony disparó un tiro al aire, desatando el pánico en todo el lugar. Pacientes y personal médico gritaron y se apartaron, abriendo un camino que nos permitió acercarnos más.
──¡Un médico, ahora! ──grité a una enfermera que parecía petrificada por la situación. Al escucharme, corrió y poco después apareció un médico, su expresión tan asustada como la de los demás.
Me dirigí a un cubículo, depositando con cuidado a Athenea en la camilla. Al soltarla, observé mis manos; estaban empapadas de su sangre. Un vacío frío se instaló en mi estómago, pero no podía detenerme a pensar en eso. El médico llegó seguido de cerca por uno de mis hombres cuyo arma le apuntaba sin titubear. Yo mismo saqué mi arma y la apunté hacia él también.
──Sálvala, o morimos todos. ──dije, mi voz cargada de una desesperación que no podía ocultar. ──. Por qué ni yo voy a salir vivo de aquí.
El médico asintió nerviosamente y comenzó a trabajar, y todo lo que pude hacer fue quedarme allí, esperando para que Athenea pudiera resistir un poco más, mientras mi mente no dejaba de gritar en un silencio ensordecedor.
Soy un maldito mafioso que debe mantener la compostura, no debo romperme, no puedo permitirme caer delante de nadie, Tony me observa en la distancia, sabe la lucha interna que tengo.
Quiero gritar, y no puedo hacerlo.
El médico no perdió tiempo y se puso en acción inmediatamente después de que le entregué a Athenea en la camilla. Todo sucedió en cuestión de segundos, pero cada uno de ellos se sintió como una eternidad para mí.
Reviso rápidamente la vía aérea de Athenea. Vi cómo movía su cabeza con cuidado, abriendo su boca para asegurarse de que no hubiera obstrucciones.
──Necesito intubarla. ──murmuró con voz firme, mirando brevemente a la enfermera que lo acompañaba. Rápidamente, introdujeron un tubo en su garganta para asegurar la respiración.
Tony se acercó con una silla y la puso a mi lado.
──Siéntate. ──negué, conectaron el respirador. La máquina comenzó a trabajar, ayudando a Athenea a respirar. El médico ajustó los controles, y yo podía ver su rostro tenso concentrado en cada paso. ──. Estás pálido. Siéntate, Red. Ya el resto del equipo viene en camino y Ronin está cuidándonos. Siéntate.
──No. ──el medico revisó la circulación buscando cualquier hemorragia activa. Sus manos se movieron sobre el cuerpo de Athenea, buscando signos de sangrado externo. Rompieron su ropa y varios hematomas aparecieron en mi campo de vision.
Cerré mis manos en puño.
──¿Cómo pasó esto? ──inquiere el médico hacia mi.
──Eso no te importa, preocúpate por salvarla de eso depende la vida de todos aquí. ──gruñi. Rápidamente le colocaron dos vías intravenosas en cada brazo.
  ──Necesitamos una TC de cabeza de inmediato. ──ordenó el médico, su voz autoritaria resonando en la pequeña sala. Me costaba despegar la mirada de la sangre que aún cubría mis manos.
La enfermera salió corriendo a preparar la máquina de tomografía. Movieron a Athenea con extremo cuidado hacia la sala de imágenes, mientras yo los seguía de cerca, incapaz de apartarme de ella.



El médico no dejó de monitorear sus constantes vitales. Sus ojos se movían de la pantalla a Athenea y de vuelta.
──Manténganla estabilizada. ──instruyó a su equipo. Administraron fluidos. Un zumbido llenó la sala cuando la TC comenzó a explorar su cerebro. Sentía que la vida se me iba con cada pitar de la máquina.
──Herida por proyectil de arma de fuego en región frontoparietal sin atravesar estructuras óseas. ──dicen.
──La  bala solo rozó el cráneo. ──dijo el médico observando la pantalla, aunque su tono no era del todo aliviado. ──. Pero hay un posible edema cerebral.
Sacan a Athenea del tomógrafo, y la observo, me acerco a la camilla y sujeto su mano, me inclinó hacia ella.
──Espero que me escuches, Te amo. Te amo demasiado. Eres mi debilidad, eres lo que me destruye, así que no puedes dejarme. Lo tienes prohibido y  es una puta orden, Athenea.
Dejo un beso en mejilla.
Se la llevan de vuelta a la emergencia, sigo el médico. Se dirigió a la herida en la cabeza y la limpió meticulosamente. Sentí un nudo en el estómago al observarlo cortar los mechones de cabello alrededor de la zona herida. Ella estaba viva, y aquí conmigo. Solo debía resistir un poco más.
──Necesitamos monitorear la presión intracraneal. ──dijo el médico mirándome a los ojos. Insertaron un catéter especial en el cráneo, y conectaron otro monitor para vigilar la presión dentro de su cabeza.  ──. Aumenten los líquidos y preparen una dosis de vasopresores. ──ordenó. Las manos de las enfermeras se movían rápidas, ajustando las bolsas de suero y administrando medicamentos para estabilizarla.
El médico se giró hacia mí, su mirada cargada de urgencia.
──Los medicamentos deberían ayudarla con el edema, de no ser así va a necesitar una craniectomía descompresiva.  Tendríamos que quitarle parte del cráneo, y descomprimir. Pero tengo fe de que los medicamentos harán lo suyo.
Mi corazón latía con fuerza mientras observaba a Athenea. Mis manos temblaban, aún manchadas de su sangre. Me quedé allí, impotente, mientras el médico y su equipo hacia lo suyo.  La escena seguía gravada en mi mente: cada movimiento, cada comando, cada segundo crítico en busca de mantenerla viva.
Observo la silla que puso Tony para mí y por unos minutos me permito decaer, y me siento.
Una enfermera se acerca a mi, sus ojos van a mi arma.
──¿Puedo revisar su herida?
Elevo mi mirada hacia ella.
──¿Cuál herida?
──La de su brazo. ──desvío mi mirada hacia mi brazo, mi camisa está llena de sangre, pensé que era de Athenea pero es mía, me quito la camisa, una bala…
Entro y salió, debió ser cuando corría hacia ella.
Asiento, soltando mi arma.
──Le colocaré anestesia local.
──No, hazlo así. ──suelto. Coloca un bandeja con suturas y agujas frente a mi. Tony se acerca vigila que todo esté en orden. ──. ¿Alessandro?
──La camioneta estaba en llamas cuando la consiguieron.
──¿Los cuerpos?
──Aun no sabemos nada.
Tense mi mandíbula.
──¿Los niños?
──Están bien.
──Vamos a seguir con el plan. Quiero a Ness Gambi en mis manos. Dile a Ronin. ──musito con rabia viendo como la maquina ayuda a Athenea a respirar.
La televisión en la esquina de la sala cubría el sonido de los instrumentos metálicos chocando entre sí. Una reportera, con una voz firme, narraba los acontecimientos del día desde la ciudad de Ereván. Era un caos puro.
“Hoy, en el corazón de Ereván, se desató un enfrentamiento mortal entre dos de las mafias más peligrosas y las fuerzas de la policía local. Testigos describen escenas de terror mientras hombres armados intercambiaban disparos en plena luz del día. Hasta ahora, se han confirmado diez muertos y varios desaparecidos.”
Cada palabra de la noticia retumbaba en mi cabeza, recordándome la carnicería que causamos. El movimiento de la enfermera se sentía distante, cosiendo mi piel como si fuera una simple tela rasgada.
“La policía ha emitido órdenes de búsqueda y captura para Alessandro Gambi y Redgar Kane, conocidos líderes de las mafias italiana e irlandesa, quienes lograron escapar durante el caos. Las autoridades advierten que ambos fugitivos están armados y son extremadamente peligrosos.”

Mi nombre. Lo dijeron. Sentí una extraña mezcla de orgullo y desesperación al escucharlo. Ahora la policía me buscaba.
Lo que faltaba.
El dolor de cada puntada me mantenía anclado a la realidad. Solo había que sobrevivir y sacar a Athenea de aquí. La cara de la reportera continuaba hablando, pero yo ya no escuchaba; mis pensamientos estaban en quien tenía a metros de mi.
Se veía tan frágil pero sabía muy dentro de mi que ella era todo menos frágil. Si había alguien fuerte en esta habitación, era ella.
──¿Ahora que haremos?
──Organiza todo para irnos a Irlanda con Athenea.

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