capítulo 47

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Capítulo 47
Athenea Kane.

Cuando el doctor insertó la aguja en mi brazo, sentí el frío metálico atravesar mi piel y el líquido medicinal comenzar a fluir. La molestia era pasajera, pero lo mismo no podía decirse de la preocupación y el miedo que se instalaban firmemente en mi pecho. Observé a Ronin mientras manipulaba los controles del dron con una concentración casi sobrehumana. Sus ojos eran como esos de un halcón, escaneando meticulosamente el terreno en busca del helicóptero donde iba Red.
──El helicóptero fue interceptado y derribado en algún lugar a las afueras de Verona, ──repitió Ronin por enésima vez, y cada palabra caía como un martillo en mi cabeza. Lo que realmente me preocupaba era que Alessandro tuviera a Redgar, o peor aún, que algo le hubiera pasado.
Sentí el medicamento comenzar a hacer efecto, disipando el dolor de mi cabeza y haciendo que mi corazón latiera con fuerza renovada. Cuando el doctor retiró la aguja, me levanté con una nueva energía. El doctor me observó con una mezcla de curiosidad y preocupación, pero yo tenía cosas más urgentes en que pensar. Me acerqué a Ronin y le pregunté directamente.
──¿El equipo?
Ronin no apartó la vista de los controles mientras respondía.
──Van en camino. Según los reportes aéreos, el helicóptero cayó en este rango. ──señaló un área en la pantalla. ──. a unos 8 kilómetros. Voy a rodearlo, pero lo que no quiero es que quien lo haya derribado detecte nuestra presencia.
Permanecí en silencio, sintiendo cómo mi cuerpo se aligeraba y aceleraba al mismo tiempo. Cerré los ojos y me centré en pensar como Alessandro. Pasé un año con él, siendo su esposa, lo escuché hablar con sus hombres, lo vi en reuniones, incluso llegué a adivinar sus pensamientos en ciertos momentos. Si algo sabía, es que Alessandro querría que yo estuviera de regreso con él a cualquier costo de saberme viva, y lo que estaba buscando era la repuesto a ello.
¿Qué haría él en esta situación?
Buscar a Redgar… y luego a mi, si viene por mi vendrá a Balcanes…
Sentí en lo más profundo de mi ser que Redgar estaba bien; tenía que estarlo. Era imposible que el destino nos separara justo ahora que había recuperado mi memoria, que él me había salvado de una manera que él jamás sospecharía. Había cambiado de mil maneras gracias a él. Me sentía poderosa, fuerte e indestructible, pero ahora… el destino parecía jugar una broma cruel y fuera de control.
Abriendo los ojos, decidí que no importaba cuán difícil fuera la situación, encontraríamos a Red. No podía permitir que el destino nos separara de nuevo. No ahora.
──Debemos ir allí. No puedo quedarme aquí viendo.
Ronin se gira a verme.
──Prepararé todo.
Asiento mirando la pantalla.
──¿Hela?
──Dígame señora.
Me giro a verla.
──Si me quedo aquí, Alessandro vendrá y sabemos quienes están aquí y el riesgo que corren. ──asiente en silencio. ──. Gran parte de la seguridad va a quedarse aquí con ustedes, si algo pasa ya sabes lo que tienes que hacer…
──Lo sé, señora. ¿No quiere verlos antes de irse?
──Si, si quiero.  ──enfoco mi mirada hacia el doctor que me ha atendido. ──. Quisiera decirle que es libre de irse pero lamentablemente debe mantenerme sin temblores, y no sé cómo esté Redgar, así que vendrá conmigo.
Le pasó por un lado y sigo a Hela.
Camino en silencio por el pasillo del viejo hospital, siguiendo de cerca a Hela. Las luces son tenues y el lugar, cerrado para todos excepto para nosotros, me ofrece un inquietante consuelo. La recuperación ha sido lenta; mi cuerpo aún duele, pero mi mente está mucho más alerta. Al final del pasillo, vemos a más de diez hombres guardando la puerta de la habitación. Al verme, se ponen firmes y bajan la mirada en señal de respeto. Sus gestos me llenan de una mezcla de humildad y agradecimiento; sé que están aquí por nosotros.

Hela abre la puerta y enciende la luz, revelando a mis pequeños dormidos en una habitación doble. Aunque hay dos camas, ellos están acurrucados en una sola, enredados como siempre lo hacen. La visión de sus pequeños cuerpos descansando en paz me da una breve sensación de alivio en medio de tanta tormenta.
Me acerco a ellos en silencio y me siento en la esquina de la cama, cuidando cada movimiento para no despertarles bruscamente. Con ternura, acaricio sus mejillas, reconociendo cada curva y línea en sus rostros. Los despierto poco a poco, con suaves caricias, hasta que finalmente abren los ojos. La sorpresa se pinta en sus caras por un breve segundo antes de que sus miradas se llenen de comprensión y amor.
──Mamá. ──exclaman, abalanzándose sobre mí con una mezcla de alegría y desesperación. Siento el dolor en mi abdomen al recibirlos, pero lo ignoro. Solo importa estar con ellos en este momento. Hela se apresura a intervenir, con una voz suave pero firme para calmar la intensidad de sus movimientos.
──Chicos, por favor, con cuidado. Mamá todavía está adolorida. ──dice, y veo cómo reaccionan de inmediato, moderando sus abrazos y besos.
Sonrío a través de las lágrimas que amenazan con caer, tan emocionada de tenerlos cerca. Los acaricio y los observo como si intentara grabar cada detalle en mi memoria.
──¿Cómo están mis valientes? ──les pregunto, mi voz apenas un susurro de emoción. Ambos me miran con ojos brillantes y dicen que están bien, aunque sus rostros muestran una mezcla de alivio y preocupación. Siento un nudo en la garganta al darme cuenta de cuánto han sufrido también en todo esto.
Los observo con una tristeza oculta pero los permito ver mi amor, asegurándome de que sientan la calidez que he guardado para ellos.
──Los amo tanto. ──les digo, sin encontrar palabras suficientes para expresar la profundidad de mis sentimientos. ──. Pero tengo que decirles algo importante. ──continúo, tomando una pausa para fortalecer mi voz y mi resolución. ──. Debo ir por Redgar, él es mi esposo. ──explico, viendo cómo sus pequeñas caras cambian de incomprensión a preocupación. ──. Él me salvó la vida, y ahora es mi turno de salvar la suya. ──Acaricio sus cabellos, sintiendo la suavidad bajo mis dedos mientras intento explicarles la gravedad y el propósito de mi partida. ──. Lamento que últimamente nuestros encuentros sean así, y que me hayan visto tan mal.
Renzo niega, Enzo alza la vista, sus ojos buscando los míos.
──¿Volverás pronto, mamá? ──La pregunta, tan simple y tan poderosa, golpea mi corazón.

──Haré todo lo posible para volver lo más rápido que pueda. ──les aseguro. ──. Ustedes son mi todo. Redgar necesita mi ayuda ahora y lo amo.  sé que ustedes pueden ser fuertes mientras tanto.
──Lo seremos.
──Lo se. Hela los cuidará, deben hacerle caso. Debemos seguir con el plan. ¿Lo entienden?
Asienten.
Nos quedamos ahí, acurrucados, compartiendo un momento íntimo de conexión y amor. Sus pequeños cuerpos me dan la fuerza que necesito. Cuando finalmente los dejo, siento el dolor de la separación, pero también la resolución renovada.
Salgo de la habitación, y observo a los hombres que los cuidan.
──Ellos son su prioridad.
──Si, señora.
Escucho a lo lejos unos gritos, una voz de mujer. Se escuchan al final del pasillo. Ronin viene hacia mi.
──Todo esta listo. Nos vamos cuando digas.
──¿Qué es eso? ──señaló hacia el final del pasillo.
──Ness Gambi. ──sisea.
Elevo mi ceja, pensé que estaba muerta.
──Red la revivió.
──Trae a esa perra con nosotros…



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