capítulo 25

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Capítulo 25
Red
Guerra.

Llegué a Dublín con una tormenta en el pecho. Mi tierra, mi hogar, reducido a cenizas y ruinas. La ira ardía en mi interior, una furia que solo podría ser apagada con sangre. Alessandro pagará por esto, y lo hará con creces.
Mientras nos acercábamos al castillo, el humo y el fuego intentaban ser controlados por los pocos sobrevivientes. Mi corazón latía con un ritmo feroz, mis puños se cerraron involuntariamente. Mis ojos, llenos de furia, captaron cada detalle de la destrucción. Tony se paró a mi lado, su rostro sombrío reflejaba la gravedad de la situación.
──Las mascotas… El padrastro de Athenea murió. Hills no aparece y de Alessia Gambi no se sabe nada ──dijo Tony, su voz grave.
Las palabras de Tony solo alimentaron mi rabia. Mis hombres se dispersaron rápidamente por el inmenso terreno, buscando cualquier pista que nos lleve a Alessandro. Me giré hacia Tony.
──Vamos… ──dije, con una voz que no admitía réplica.
Subimos a la camioneta y nos dirigimos hacia la ciudad. Mis pensamientos estaban llenos de la venganza que llevaría a cabo. Alessandro me había quitado demasiado en el último año. Este era mi momento. Aparcamos en una calle abarrotada de edificios en Dublín y entramos resguardados por varios hombres.
Nos dirigimos a una oficina donde mi padre estaba sentado en una de las sillas, siendo atendido por un doctor. Nos observamos en silencio hasta que el doctor se retiró. Marlo Kane, aunque mayor, era duro como una roca. Tomó un trago y rompió el incómodo silencio.
──El maldito destruyó mi castillo.
Recorrí la pequeña oficina con calma, la tensión palpable en el aire.
──¿Por qué no te fuiste cuando te llamé? ──le dije, dirigiéndole una mirada severa.
Mi padre ladeó su rostro, un destello de terquedad en sus ojos.
──Es mi castillo, mi casa. No iba a huir.
Me detuve frente a él, mis emociones contenidas a duras penas.
──Al final terminaste haciendo eso. Pudo haber sido peor. ¿Se llevó a Alessia? ── negó con la cabeza.
──Creo que la mató. No tenía intenciones de salvarla.
Asentí. Sabía que Alessia no le era útil a Alessandro viva, ya que usaba a los niños de Alessia para manipular a Athenea. El viejo habló de nuevo, su voz era un susurro cargado de preocupación.
──¿Qué vas a hacer?
Una sonrisa se formó en mis labios. La venganza que planeaba era tan clara como el fuego en mi corazón.
──Voy a rociar el mundo de gasolina y ella va a lanzar los cerillos. Ya verás.
Este era apenas el comienzo. La retribución estaba en camino, y Alessandro sentiría la furia de cada uno de mis actos.



****



La noche había caído sobre Dublín, envolviendo la ciudad en un manto de sombras y misterios. Mis hombres se movían con precisión y sigilo, cada uno aleccionado sobre su papel en la inminente confrontación. Habíamos rastreado uno de los almacenes en donde se creía que estaba oculto Alessandro en las afueras de la ciudad.
Nos acercamos al almacén con cautela, la camioneta deteniéndose a una distancia prudente. A mi lado, Tony daba las instrucciones finales a través de un auricular.
──Equipo Alfa, tomen posición en la entrada principal. Equipo Bravo, asegura la parte trasera. Equipo Charlie, estén listos para la irrupción ──ordenó Tony con voz firme.
Asentí, mis ojos fijos en la estructura ante nosotros. La fachada del almacén era un engaño; por fuera, un edificio antiguo y olvidado, pero detrás de esas paredes.
──Es ahora o nunca, Tony ──dije, mi voz baja pero cargada de determinación. ──¿Todos listos?

──Más que listos ──respondió Tony, apretando los puños. ──. Vamos a darles una sorpresa que no olvidarán.
Nos encaramamos hasta la entrada principal, el silencio de la noche roto solo por el crujido de nuestras pisadas sobre el pavimento. En posiciones estratégicas, mi equipo estaba preparado para lo peor. Al dar la señal, irrumpimos en el almacén.
El primer impacto fue devastador. Rompimos la entrada con fuerza, barriendo la zona con una andanada de disparos. Los hombres de Alessandro, tomados por sorpresa, reaccionaron rápidamente pero no lo suficientemente rápido. La primera tanda cayó antes de poder disparar. La luz de las balas iluminaba el espacio, sombras moviéndose frenéticamente en las paredes.
En medio del caos, me moví como un espectro, mi pistola encontrando sus objetivos con precisión mortal. Una figura emergió de la esquina, su rifle apuntando hacia mí. Un destello, y el hombre cayó al suelo, una mancha de sangre expandiéndose bajo su cuerpo inerte.
──¡Cuidado, Red! ──gritó Tony, abatiendo a otro oponente que apareció en el umbral.
Nos movimos hacia el interior, cada paso, cada bala, nos acercaban a nuestro objetivo final. La resistencia dentro del almacén era feroz pero desorganizada. Alessandro no había anticipado un ataque tan directo y contundente.
De repente, un grupo de hombres de Alessandro apareció en un balcón elevado del almacén, abriendo fuego desde una posición ventajosa. Nos cubrimos tras varias cajas y barriles, respondiendo al fuego. Tony lanzó una ráfaga de disparos, derribando a un par de ellos, pero necesitábamos más fuerza para asegurar la posición.
──¡Equipo Charlie, adelante! ──grité a través del auricular. Aquí en Irlanda era el amo y señor de todo.
Aquí el mundo se movía como a mí me daba la gana.
El equipo de respaldo se movió rápidamente, usando el andamio en un costado para subir al balcón. Las balas zumbaban a nuestro alrededor, el sonido ensordecedor de la batalla llenaba el aire. Desde mi posición, pude ver cómo se libraba la lucha arriba. Mis hombres avanzaban con fuerza y determinación.
Finalmente, uno de los nuestros lanzó una granada de destello hacia el balcón. La explosión cegó a los hombres de Alessandro momentáneamente, y eso fue todo lo que necesitamos. Con un rugido de guerra, mi equipo tomó el control del balcón, liquidando a los últimos defensores pero el maldito de Alessandro, no estaba.
No estaba aquí.
Silencio. El estruendo de los disparos se disipó, dejando solo el eco de la batalla. Caminé entre los cuerpos, mis ojos escaneando la escena por cualquier señal de resistencia. Todo estaba calmo, al menos por ahora.
Tony apareció a mi lado, su rostro cubierto de sudor y restos de la lucha. Note en un esquina una silla con vendas llenas de sangre, algunas agujas y suturas.
──Está herido. ──musita Tony. ──. Y conseguí otra cosa…
Lo detallo.
──Mato a Alessia. ──dice, lo sabía. ──. La destrozaron.
──Se lo llevaron. Los aeropuertos, ciérrenlo y las malditas fronteras. ──ordeno. ──. Tony llama a Ronin. Necesito saber de Athenea. 
──Tienes que saber otra cosa.
──¿Qué?
──Wells está con él. El maldito de Wells está vivo.




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