capítulo 42

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Capítulo 42
Red
Destrucción.



Luego de largos días logré por fin darme una ducha cálida, mientras me vestía pensaba en todo lo que iba a hacer, en los planes que mi cabeza maquinaba, sin quitar la mirada de la Tablet que yacía en la cama mostrándome la imagen de Athenea en la UCI, no iba a perderla de vista.
Al abotonar mi camisa el recuerdo de ella ayudándome a vestirme viene a mi mente, su inocencia en medio de tanto caos me envolvía, ahora es su valentía y su inteligencia lo que lo hacen, no puedo perderla.
Tomo mi arma, y la tablet,  me dirijo hacia la Unidad de Cuidados Intensivos donde ella descansa. El ambiente es tranquilo, pero puedo sentir la tensión que se cierne sobre nosotros como una sombra constante. Cuando entro, su rostro parece sereno, pero sé que en su interior, una tormenta de emociones está esperando ser desatadas, ella va a despertar y querrá destruir medio mundo. 
La dulce y destructible Athenea a quedado atrás, ahora ella es otra. Ella es fuerte, decidida e increíblemente inteligente.
Me acerco con cuidado y acaricio suavemente su cabello.
──Tú y los niños estarán bien aquí… están a salvo. Voy a hacer lo que indirectamente me ordenaste, voy acabar con sus rutas. ──Dejo un beso en su mejilla, sintiendo el calor de su piel, y en ese momento sé que cuando despierte, querrá destruir a Alessandro tanto como yo. Mi objetivo es claro: tengo que ponérselo en bandeja de plata.
──Te amo, Nena tanto que ni la muerte podrá separarnos. ──me yergo el medico está en la distancia observando, asiente al ver que me márchate y sigue en lo suyo.
Salgo de la UCI, escoltado por mi equipo de seguridad. Los pasillos del hospital están llenos de guardias y personal de seguridad leal a mí. Nadie se atrevería a entrar aquí sin una invitación. El silencio del hospital contrasta con la tensión de nuestras acciones .
Veo a Ronin corriendo hacia mí. Se detiene, recuperando el aliento y con una expresión urgente en su rostro.
──Ha llegado Ness Gambi. ──dice con firmeza.
──¿La revisaron?
──Si, antes que saliera de la isla de Maurizio.
Asiento, sintiendo una chispa de determinación encenderse en mi interior. Esto es solo el comienzo. Con paso firme y propósito claro, me dirijo hacia lo inevitable, sabiendo que el enfrentamiento con Alessandro está más cerca que nunca. Estoy listo para destruir sus rutas y restaurar el equilibrio que ha sido perturbado. La venganza esta a mi alcance.
Entro a la habitación donde tienen a Ness Gambi encerrada, mis pasos resonando en el silencio tenso. Ella está caminando de un lado al otro, como un animal enjaulado, pero se detiene de inmediato al verme entrar, seguido de la seguridad que me escolta. Su mirada es llena de desafío, y levanta el mentón de forma amenazante, intentando aparentar una valentía que sé que no siente del todo.
Vieja maldita.
Se aferra con más fuerza al chándal que cubre su cuerpo.
Me detengo frente a ella, dejando que el silencio se haga pesado antes de finalmente romperlo.
──Bienvenida a la tierra de los vivos. ──digo con una voz calmada, pero firme.
Ness Gambi entorna los ojos, claramente descontenta con su situación.
──Voy a disfrutar cuando mi hijo te mate. ──Su tono es sarcástico, pero hay un ligero temblor en su voz.
Mi mirada se endurece mientras doy un paso hacia ella.
──Tu hijo va morir primero que yo, eso te lo aseguro.
Busco en la tablet las cámaras y doy con la habitación donde están los niños, y la giro para ella.
Sus cejas s elevan en sorpresa, está por lanzarse sobre mi pero estampó mi mano abierta en su mejilla haciendo que caiga al suelo.
──Los tienes secuestrados… eres un maldito.
──Yo los libere y los aleje de quien iba a hacerles daño, y ese era tu hijo quien mató a su propia hermana. ──gruño.
──¡Maldito mentiroso! Él jamás haría eso. Fuiste tú quién la secuestro, y estoy segura que mataste a mi niña.
Le lanzo las fotos de Alessia siendo llevada por Wells y Alessandro al escondite que tenían en Dublín.
──No fui yo. Fue él, le dio la orden a Wells.   Y así la dejaron.
Grita al ver las fotografías y las lanzas, niega repetidas veces mientras las lagrimas corren por sus mejillas.
──Él no pudo.
──Si pudo y lo hizo. Porque Alessia viva arruinaba sus planes. Se obsesiono con alguien que no le pertenece. Y en esta guerra quedarán más muertos que vivos… ¿En qué lista estas tú?
Ella esboza una sonrisa fría, cruzando los brazos sobre el pecho.
──Yo jamás voy a delatar a mi hijo, prefiero estar en la lista de los muertos, asi me voy con Alessia.
──Perfecto.
El semblante de Ness cambia, mostrando por primera vez una pizca de inseguridad. Sin embargo, mantiene su postura desafiante.
──No me asustas, he conocido peores diablos que tú.
──No lo creo.
Doy un paso más hacia ella, quedando a poca distancia de su rostro.
──Los diablos como yo, estamos acostumbrados a vivir en el infierno, los diablos como yo, conocemos nuestros pecados y vivimos con ellos, los diablos como yo, no le temen a la muerte…  así que ten cuidado conmigo. No soy como los que conoces, ¿Qué crees que un diablo como yo esté dispuesto a hacer por amo? Cuando ni matar es el límite.
La habitación queda en un silencio cargado de tensión mientras las palabras pesan en el aire. Ness finalmente desvía la mirada, consciente de que está en una situación precaria. La batalla de voluntades ha comenzado, y ambos sabemos que el tiempo está de mi lado, y que su vida me es indiferente.

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