Capítulo 38
Red.
Refugio.
Me apoyo contra la pared, observando cada detalle de la habitación. Mi respiración es lenta, y cada vez que la miro, siento una mezcla de alivio y preocupación. Athenea está acostada en la cama, rodeada de máquinas que monitorean su estado. Los pitidos rítmicos y constantes son ahora casi un bálsamo para mis nervios desgastados. Los valores han mejorado mucho, por fin parece que las cosas están tomando el rumbo correcto.
El ruido de la actividad afuera de la puerta me devuelve a la realidad. El equipo está organizando la salida mientras intentan mantener el caos al mínimo. Los murmullos de doctores y pacientes se mezclan en un estruendo lejano, casi como el eco de una tormenta a lo lejos. No puedo apartar la vista de Athenea, pero sé que cada segundo cuenta.
Mi rostro está ahora en todas las noticias. El video de Tony disparando al camarógrafo se reproduce una y otra vez, una y otra vez. Debemos salir rápido de Ereván antes de que el cerco se cierre por completo a nuestro alrededor. Por un momento, pensé que Irlanda sería el destino ideal, un refugio seguro. Pero ahora, con todo lo que ha ocurrido, sé que esta no es la opción correcta.
Debemos encontrar otro lugar, uno donde puedan atender a Athenea y donde podamos escondernos por un par de meses, el tiempo suficiente para que podamos planear nuestro regreso a Irlanda con seguridad. No podemos permitirnos errores en este momento.
Miro a Athenea una vez más, su semblante tranquilo me da fuerzas.
──Aguanta un poco más. ──susurro por lo bajo. ──. Encontraremos un lugar seguro.
Es hora de irnos. Aún tenemos mucho por hacer y poco tiempo para lograrlo.
Inhalo profundamente y suelto el aire despacio, buscando calmar la tormenta interna. Miro a mi alrededor una vez más, asegurándome de que todo esté listo. El rostro de Athenea es ahora mi ancla, mi razón para seguir adelante en medio de este caos.
──Red, tenemos que movernos. ──dice Tony, entrando apresuradamente en la habitación. Puedo ver la preocupación en su rostro, esos pocos segundos de calma ya se han agotado. Asiento y reviso la camilla móvil que usamos para trasladar a Athenea. Está bien sujeta.
El medico ingresa con el rostro lleno de pánico.
──No pueden moverla aún. Es un peligro.
──Por eso tú y esa enfermera irán con nosotros. Vas a cuidarla y asegurarte que siga con vida.
──Señor… ──murmura nervioso, elevo una de mis cejas y calla.
Marcus llega con un enfermero haciendo que este caiga al suelo, Marcus lo apunta y me mira.
──Llamo a la policía. ──desvío mi mirada hacia donde se encuentra en enfermero. Solloza y niega.
──¿Hace cuánto?
──Justo ahora, Jefe. Debemos de tener como 20 minutos. ──musita Marcus pateando al hombre.
──Pensaba irme sin matar a nadie. ──susurro. Doy la orden a Marcus, quien ejecuta al enfermero provocando los gritos del resto del personal que permanece sentado en una esquina. ──. ¿Tony?
──Vámonos.
──Necesitamos un lugar seguro, Tony. Irlanda está descartada por ahora. Demasiado riesgo. ──digo, manteniendo la voz baja pero firme. Veo a Tony asintiendo, su mente probablemente trabajando tan rápido como la mía para encontrar una solución.
──Conozco a alguien en los Balcanes. Podría ayudarnos a encontrar un sitio donde escondernos. ──dice. La idea tiene mérito. Los Balcanes son un laberinto de territorios montañosos, perfectos para desaparecer un tiempo.
──Está bien, los Balcanes entonces. ──respondo, lanzando una última mirada a Athenea. Sus párpados se mueven ligeramente, una señal de vida que me da un renovado aliento.
──Aguanta un poco más. ──repito, esta vez con más determinación.
Tony y yo salimos de la habitación, el medico y la enfermera empiezan a sacar a Athenea con cuidado. El equipo ya tiene todo listo. Medicamentos, suministros médicos, ropa, todo está empacado y esperando. Los demás se mueven con una habilidad casi coreográfica, cada uno sabiendo exactamente qué hacer y dónde estar. Es tranquilizador en medio del caos.
Mientras nos dirigimos hacia la salida trasera del hospital, cargo mi arma y chequeo cada tanto a Athenea. El pasillo está lleno de mis hombres todos dispuestos a mantenernos a salvo, principalmente a ella.
──La ambulancia está lista. ──dice Marcus, mientras abre la puerta trasera. Colocamos a Athenea con cuidado y aseguramos la camilla. Miro hacia el cielo; el sol está empezando a esconderse, cubriendo la ciudad con un manto naranja. Perfecto para nuestra partida.
El medico se sienta junto a ella, y la enfermera hace lo mismo.
──No voy a matarlos pero necesito que la mantengan con vida. ──digo hacia ellos.
Intercambian miradas y asiente.
──Vámonos. ──digo, subiendo a la ambulancia y cerrando la puerta detrás de mí. Tony toma el volante y arranca el motor. Mientras nos alejamos de Ereván, no puedo evitar mirar por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad se desvanecen en la distancia.
Mi mente sigue trabajando, planificando cada posible escenario, cada posible obstáculo que podamos encontrar. Pero en el fondo, hay una esperanza firme: pronto, encontraremos un lugar seguro para Athenea y para nosotros. Un lugar donde podamos respirar, reorganizarnos, y finalmente, regresar cuando sea el momento adecuado.
Las camionetas con el equipo de seguridad nos siguen.
El traqueteo de la ambulancia se siente en cada fibra de mi ser. Afuera, la ciudad se despliega en un mosaico de luces y sombras que rápidamente van quedando atrás. Siento una mezcla de alivio y tensión, sabiendo que cada milla que recorremos nos aleja del peligro inmediato, pero que también nos adentra en lo desconocido. Si la policía interfiere puede capturarme y poner en peligro a Athenea.
Miro hacia el interior de la ambulancia. Athenea está tranquila, inconsciente pero viva. El medico revisa sus vías, el pitido de la máquina me calma. Tony maneja concentrado, sus ojos fijos en la carretera, como si mantener la vista en el horizonte pudiera despejar los nubarrones que se avecinan. Marcus revisa una vez más su teléfono, está en constante comunicación con Ronin buscando cualquier indicio de que nos siguen.
──¿Todo bien ahí atrás? ──pregunta Tony sin apartar la vista del camino.
──Sí, todo bien. ──respondo, aunque ambos sabemos que ‘bien’ es un término relativo en nuestra situación. ──. ¿Qué sabes de tu contacto en los Balcanes?”
Tony finalmente me mira por el espejo retrovisor.
──Se llama Dragan. Nos debe un favor de hace mucho tiempo. Si está dispuesto a ayudarnos, podremos escondernos por un tiempo. Es un tipo de palabra, y cuenta con los medios para mantenernos escondidos.
Asiento, tomando nota mental de cada detalle. No podemos permitirnos ningún desliz.
──¿Cuánto falta para salir del área metropolitana? ──pregunto, más para mantener la conversación que por necesidad de información.
──Unas pocas horas si no hay retenes. ──responde Tony. ──. He evitado las principales vías de salida. No deberíamos encontrar problemas, al menos no inmediatamente.
El viaje transcurre en un silencio tenso, roto solo por el ocasional ruido de los neumáticos sobre el asfalto y el pitido de la máquina que mantiene a Athenea respirando. Cada tanto, reviso los signos vitales de Athenea. Todo parece estar en orden, pero no deja de preocuparme el tiempo limitado que tenemos.
Finalmente, la ciudad queda atrás y nos adentramos en una carretera oscura y serpenteante. La tranquilidad del campo parece una burla a nuestro estado de alerta perpetua. Tony reduce la velocidad y toma un desvío apenas visible, una carretera secundaria que se interna más y más en lo que parece ser un laberinto de vegetación y penumbra.
──La primera parada.
──Hemos llegado. ──dice finalmente, deteniendo la camioneta frente a una cabaña apenas visible entre los árboles. ──. Vamos a esperar aquí un tiempo hasta que Dragan haga los arreglos necesarios.
Salgo del vehículo, respirando hondo el aire nocturno, fresco y lleno de vida. Se abren las puertas de la ambulancia y empezamos a bajar a Athenea con cuidado, la puerta se abre y sale Ronin detrás de él aparecen dos niños.
Intercambiamos miradas, uno de ellos corre hacia mi y se abraza a mi pierna.
──¿Ella está bien? ──inquiere.
Observo al otro pequeño que se queda con la niñera.
──Lo estará. ──empieza a llorar.
──Ella nos dijo que tú nos cuidarías, y que irías por nosotros. ──siento pesadez en mi cuerpo, el medico mueve la camilla con Athenea.
──Y así fue y así será. ──digo, le tomo la mano y camino hacia la cabaña con él. La niñera insiste en tomar a Enzo, el se niega a soltar mi mano. ──. Déjalo tranquilo.
Suelto.
Dentro de la cabaña, nos aseguramos de que todo esté en su lugar, montamos una especie de puesto avanzado en plena naturaleza, preparando todo para cuidar de Athenea mientras intentamos mantenernos lo más desapercibidos posible.
Dejamos a Athenea en la sala, el médico empieza a ponerle medicamentos.
──Le dije que si la inflamación no baja, habría que operarla. Aquí, ¿Cómo haremos eso? ──suelta, Enzo se sujeta con más fuerza de mi mano.
──No va a necesitar eso. ──musito con molestia.
Estoy agotado. Renzo se acerca a la camilla, intenta verla pero es muy pequeño, la enfermera me observa y asiento, ella toma a Renzo en sus brazos y lo sienta con cuidado en la cama, posa su mano en la pierna de Athenea.
──Yo fui quien apretó el peluche. ──dice aferrado al dinosaurio azul. ──. No llego… ella me dijo que sino llegaba que debía llamarte.
──Esta bien que lo hicieras. Ya están a salvo, y ella también.
Me siento junto a ella y tomo su mano, los tres estamos mirando a quien sin saberlo es nuestra vida entera.
──Solo un poco más. ──murmuro. ──. Te prometo que encontraremos un lugar seguro para ti.
Renzo se acuesta en la cama junto a Athenea y Enzo pide hacer lo mismo. El medico y la enfermera están pendientes de que no toquen nada y puedo alejarme por unos instantes.
El cansancio empieza a hacer presencia, pero no puedo permitirme descansar todavía. Miro a Tony, quien ya está en una llamada tratando de coordinar con Dragan. Los Balcanes son nuestra única opción por ahora, y cada momento que pasa es una carrera contra el tiempo.
Ronin se acerca con un cigarrillo para mí.
──No hay nada de Alessandro, ni en cámaras, ni en las noticias. ──dice creando tensión en mi cuerpo. ──. La policía acordonó el hospital, llegaron diez minutos después de que ustedes se fueron. ──relame sus labios. ──. Esos niños son muy inteligentes, me indicaron el camino para salir del apartamento, ella los hizo estudiar los planos y les hablo de ti.
Tenso mi mandíbula. Agradezco que no se parezcan a Alessandro, no sé cómo actuaría ante ello.
Son Gambi pero no tienen la culpa de nada.
──Borra nuestras huellas, y crea nueva identidad para esos niños.
──Como órdenes.
Tony se acerca.
──Mañana podemos arrancar para Balcanes. ──susurra Tony. ──. Pero vamos a necesitar un avión o un helicóptero para trasladar a Athenea. En la ambulancia no podremos.
──Yo me encargo. ──dice Ronin alejándose.
──Athenea necesita un hospital. ──digo.
──Arreglaré todo. No te preocupes.
Me adentro a la cabaña, los niños duermen en la pequeña camilla con Athenea, la niñera los vigila desde una silla.
──El medico y la enfermera necesitaban asearse, están en ello. Si quiere los levanto. ──dice mirando a los niños, niego.
──Déjalos alli. ──me siento en una silla. Y me relajo con el sonido de la máquina.
──Los niños la aman mucho. Ella los ha llenado de amor. Tanto que estaba dispuesta a quedarse con el señor solo para que los dejara en paz a ellos. ──dice, elevo mi mirada hacia ella y calla. ──. Los dejaré descansar.
Se marcha y solo se escucha el viento y la máquina. Me acerco con la silla a la cama, todo está conectado y todo está bien.
No podré dormir hasta que ella despierte.
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Athenea
RomanceElla había saltado sin miedo a mi mundo, se había sumergido en mi oscuridad sin vacilar, dispuesta a enfrentar todo por mí. Y yo, dispuesto a desafiar al mundo entero por ella. No había piedra bajo la cual no miraría, no había esquina del mundo adon...