DRIADES || EMMETT CULLEN

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐

Abrí la puerta de la camioneta y saqué el glucómetro de mi mochila. Hice un poco de presión en la punta de mi dedo para luego pincharlo, tenía la azúcar en 80 mg/dL. Estaba relativamente bien, pero preferí comer algo más antes de entrar otra vez a clase. Saqué el último bombón que me quedaba y me dirigí a clase.

Tenía literatura y esta vez pude llegar sin perderme. Le entregué el papelito al profesor para que lo firmara y me mandó a sentarme con el novio de Alice. Lo miré y también era demasiado intimidante; es como ver a un animal depredador, no sabes en qué momento se te puede lanzar encima. Se veía que tenía fuerza, fácilmente podría hacer lo que quisiera conmigo. Sentí cómo aparecía el nudo en la boca de mi estómago. Limpié el sudor de mis manos y me senté a su lado, moviendo el butaco lo más lejos de él que pude.

Recordé las palabras de mi psicóloga: respira hasta 10 y respira hondo; si no sirve, cuenta hasta 100 así te puedes calmar. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. Sentí una ola de calma muy extraña. Miré de reojo a Jasper y él solo me miró serio. Saqué rápido mi cuaderno de dibujos y empecé a dibujar a ver si me calmaba, pero mis manos temblorosas no me dejaban hacer los trazos derechos.

—Mierda —maldecí en voz baja mientras miraba cómo mis manos temblaban. Tal vez se me está bajando la azúcar. Busqué en uno de los bolsillos de mi saquito y saqué una chocolatina. Me la comí rápido; en todo momento sentí cómo Jasper me miraba.

—¿Está usted bien? —Pegué un brinco en la silla y giré a verlo—. No era mi intención asustarla.

—E-estoy bien. —Me miró sin creerme.

—¿Segura? —Asentí—. Soy Jasper Hale.

Extendió su mano y lo miré con desconfianza, pero no podía ser grosera, así que la estreché.

—Roxanne Swan —quité rápido mi mano para que no notara el temblor de estas.

—¿Segura que está bien? —preguntó otra vez.

—Sí. —Giré a ver al profesor sin prestarle atención a él.

...

Había llevado mi hoja con todas las firmas a la secretaria y estaba esperando que Bella saliera. Justo salieron todos los Cullen viéndome fijo. Me abracé a mí misma y me encogí de hombros. Alice se despidió de mí con su mano y yo solo le dediqué una sonrisa que estoy segura que fue más una mueca. Se dirigieron a sus autos, pero antes de que se montara, Emmett volteó a verme y me dedicó una sonrisa algo tenebrosa, haciendo que tiemble. En eso salió el pelo de escoba y justo detrás venía mi prima, algo enojada y confundida. Se acercó.

—¿Huelo feo? —me acerqué a ella.

—No, hueles a shampoo. —Me incliné un poco para un lado mirando cómo Edward hablaba o más bien discutían—. ¿Qué te dijo?

—Nada, solo... me hizo el feo.

—No le pongas cuidado, mejor vámonos, Charlie nos espera.

...

Charlie nos había invitado a comer, pero tenía malestar así que preferí quedarme durmiendo. Cerré con seguro la ventana y la puerta para poder acostarme a dormir, pero los Cullen no salían de mi cabeza. Si se supone que son hermanos, ¿por qué tienen el mismo color de ojos? Edward había tratado mal a Bella y durante el recorrido a casa me lo contó a detalle. Tal vez es alérgico a socializar igual que yo. Algo me decía que los Cullen guardaban un secreto y aunque en serio me causa demasiada curiosidad, no me incumbe y tal cual como dijo la señora Clarita, la curiosidad mató al gato. Por más que quiera morir, prefiero hacerlo de otra forma.