𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒

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El sonido familiar de las conversaciones y las risas de los estudiantes llenaba los pasillos, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago mientras caminábamos hacia nuestras clases. Todo se sentía... extraño. Estar de vuelta en la escuela, rodeada de caras conocidas no era el problema. El verdadero peso que llevaba en los hombros era mucho más profundo. Los Cullen estaban de vuelta. Y, por alguna razón, sentía sus miradas en cada paso que daba.

Ian caminaba a mi lado, con una expresión despreocupada como siempre, pero sabía que él también lo había notado. Sus ojos analizaban cada rincón del lugar, atentos a cualquier movimiento extraño.

—Te están observando —murmuró Ian sin dejar de caminar, inclinándose un poco hacia mí para que nadie más lo escuchara—. No me extraña. Es difícil no hacerlo.

Rodé los ojos, aunque sabía que tenía razón. Aun así, el peso de sus miradas, especialmente la de Emmett, era casi sofocante. No había pasado ni un día completo desde que los había rechazado en la puerta de mi casa, y ahora tenía que enfrentarme a ellos aquí.

—Lo sé —contesté en un susurro, tratando de sonar indiferente—. Pero no es solo eso... es como si estuvieran esperando algo.

Me había sentido así todo el día. Cada vez que levantaba la vista, ahí estaban ellos. Edward, Emmett, Jasper, Alice... pero no Rosalie. Era extraño no verla con ellos, pero suponía que ya se había graduado, pero aun si era como si faltara una pieza esencial en un rompecabezas que siempre había estado completo.

—¿Te sientes bien? —preguntó Ian, deteniéndose de repente.

Nos habíamos desviado del pasillo principal y ahora estábamos en una esquina más tranquila, lejos del bullicio de la escuela. Sus ojos dorados me escrutaron con preocupación.

—Estoy bien —mentí, pero sabía que no se lo creía ni por un segundo.

—Roxy, vamos... —dijo, inclinándose más cerca para mirarme directamente a los ojos—. Sé que esto te incomoda, y sé que no es solo por lo que pasó ayer.

Suspiré, sabiendo que no tenía sentido ocultarle lo que sentía. Ian siempre veía a través de mí.

—Es todo... Emmett, Edward, los demás... —comencé, apoyándome contra la pared mientras mis dedos jugaban nerviosamente con el borde de mi mochila—. Realmente pensé que iban a tardar en volver aquí, digo, no es que esté mal que ellos vuelvan a sus vidas y todo, pero lo hacen tan rápido...

Ian arqueó una ceja, cruzando los brazos.

—¿Eso es lo que te molesta? ¿Que hayan vuelto como si nada hubiera pasado?

Asentí lentamente, dejando que las palabras resonaran en mi cabeza. Había algo en la normalidad con la que los Cullen regresaban, como si no les afectara lo que habían dejado atrás, como si los lazos rotos no significaran nada para ellos.

—Sí, supongo... —admití—. Ellos vuelven a la escuela, a sus vidas, como si no hubiera pasado nada. Y yo... sigo atrapada en todo lo que dejaron.

Ian se inclinó un poco más cerca, su mirada intensa.

—Pero tú no estás atrapada, Roxy. Eres más fuerte que eso, y lo sabes. Si ellos pueden seguir adelante, tú también puedes.

Lo miré, sabiendo que tenía razón, pero las emociones eran más difíciles de controlar que las palabras. Ver a Emmett y a los demás no era fácil. Sentía que sus presencias en la escuela no eran solo un recordatorio de lo que había perdido, sino también una especie de invasión de mi espacio personal, ese espacio que había tratado de reconstruir sin ellos.

—Es solo que... no pensé que sería tan difícil verlos aquí, tan pronto —dije en voz baja, dejando escapar el aire lentamente.

Ian me observó un momento antes de hablar, su voz suave pero firme.

DRIADES || EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora