DRIADES || EMMETT CULLEN

✧☆𝑷𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒐✧☆

Tenía una conexión con la naturaleza; desde muy pequeña me encantaba el bosque y, más aún, el bosque de Forks. Mi fantasía de niña era ir a acampar lo más adentro del bosque que se pudiera por una semana y, de paso, encontrarme un hada del bosque, pero mi enfermedad no me deja alejarme tanto tiempo de la sociedad, aún más con el tiempo que estuve incapacitada. Podría pasar todo el día dentro; era una conexión súper extraña, a decir verdad, y aunque no le había dicho a nadie, sabía que Bella lo había notado cuando éramos peques.

Mi vida para nada había sido normal, tener que vivir con una enfermedad crónica que me limitaba a tantas actividades durante mi niñez y adolescencia, haciendo que mi círculo social fuera demasiado pequeño y agregándole que con las personas que convivía se sobrepasaron de diferentes maneras conmigo.

Renée me odia, me ha odiado toda la vida y nunca he podido entender el porqué de eso. Le agradecía profundamente por haberme dado un techo y comida, pero hubiera preferido que no me hubiera aceptado porque el costo de vivir en esa casa fue enorme. Estaba feliz de largarme de Arizona, alejarme de Renée y alejarme aún más de Phil, su horrible esposo. Bella había decidido irse una temporada con Charlie para que su madre pudiera irse con su esposo y eso había sido la enorme excusa para no tener que volver a esa casa. Charlie Swan me había dado su apellido y fue quien había decidido adoptarme.

Mi madre había fallecido en un accidente automovilístico; yo había estado en ese accidente con ella y lamentablemente había sobrevivido, quedando una larga temporada en silla de ruedas porque mis piernas habían quedado paralíticas: dos años sentada en esa maldita silla. Renée no quería quedarse conmigo, pero al ser hermana de mi madre y el único familiar vivo que tenía, mi custodia pasó a manos de ella. Charlie se había encariñado conmigo, así que logró convencer a su esposa de quedarse conmigo. Charlie fue quien se encargó de mis terapias intensivas por dos años.

Cuando cumplí 6 años, Renée y Charlie se divorciaron. Yo me quería quedar con Charlie, pero mi tía me dijo que no, aunque le supliqué que me dejara. Ella simplemente dijo no, me arrastró fuera de la casa, me montó en mi silla de ruedas al auto y no me dejó despedirme de Charlie. Fue la primera vez que lo vi llorar mientras perseguía a Renée suplicándole que me dejara, que él podía encargarse de mí perfectamente. Ella negó diciendo que él y yo no éramos familia.

Nunca entendí por qué no me dejó quedar con Charlie; en ningún momento le había importado mi existencia más que para compararme con Bella. Fue Charlie al único que le interesaba, el que siempre me cuidó. Ese año recuerdo bien que fue difícil porque yo seguía en la silla de ruedas y mi tía no tenía mucha paciencia. Agradecía que ese mismo año volví a caminar con ayuda de las muletas.

A Bella le había dado completamente igual no volver donde su padre. Habíamos ido a visitarlo una vez cuando teníamos como 12 años; nos íbamos a quedar una semana, pero Bella llamó a su madre y nos recogió al día siguiente. Charlie siempre fue buen padre; yo nunca había conocido al mío, pero hubiera matado para que él hubiera sido mi padre. Para ese entonces estaba pequeña, pero había entendido que el universo le daba cosas a las personas que no las necesitaban o a las que no las apreciaban.

Renée me odiaba y nunca faltaban las comparaciones con Bella. Yo era muy blanca, pálida prácticamente, más que mi prima, y eso que ella también era muy blanca. Ella decía que yo era un fantasma y que debería parecerme un poco más a su hija.

A los 13 me diagnosticaron con diabetes tipo 1. Fue algo genético y justo yo me gané la lotería genética. Fue una gran limitación para mi adolescencia, así que me la pasaba encerrada en mi cuarto hasta que un día Renée metió a su novio a la casa. Phil nunca me había generado confianza y algo me decía que me alejara de él, pero no tenía a dónde más ir. Una noche, estaba en mi cuarto a punto de dormir; recién había cumplido 14 años, todos estaban dormidos. Él entró en silencio y me dijo que... que me quitara la pijama y bueno, supongo ustedes ya supondrán lo que pasó. Pasó más de una vez.