𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟎

1.4K 152 9
                                    

Habían pasado algunos días desde aquella conversación tan intensa con Bella, y aunque no se había abierto completamente, algo parecía haber cambiado en ella. Había empezado a salir más a menudo, y me di cuenta de que frecuentaba la reserva de La Push. No estaba segura de qué encontraría allí, pero cualquier cosa que la alejara de sus pensamientos oscuros me daba un poco de esperanza.

Era sábado por la tarde, y el clima fuera de la ventana mostraba el cielo gris característico de Forks. Me encontraba en mi habitación, sentada en mi escritorio, tratando de concentrarme en mi tarea de francés, pero mi mente seguía volviendo a Bella. Ian y Thea estaban conmigo, intentando distraerme con cualquier tema que no involucrara problemas familiares. Thea estaba recostada en mi cama, hojeando una revista de moda, mientras Ian, sentado junto a ella, jugueteaba con su celular.

—Entonces, ¿has notado que Bella está yendo a la reserva? —preguntó Thea, rompiendo el silencio. Levantó la vista de la revista y me miró con curiosidad.

Asentí, dejando de lado mi cuaderno para prestarles atención.

—Sí, lo he notado —dije—. Últimamente va bastante seguido. No me ha dicho mucho, pero supongo que es mejor que esté afuera, haciendo algo, en lugar de quedarse encerrada en su cuarto.

Ian frunció el ceño, claramente preocupado. Siempre había sido protector conmigo, y sabía que todo lo que involucrara a Bella le preocupaba también, aunque lo intentara ocultar.

—¿Y no te preocupa? —preguntó, mirando primero a Thea y luego a mí—. No quiero sonar paranoico, pero le faltan varios tornillos a tu prima.

—Un poco —admití, encogiéndome de hombros—. Pero no puedo controlarlo todo. Después de lo que pasó, no quiero presionarla demasiado. Siento que está buscando algo, tal vez respuestas, o simplemente una distracción. No sé.

Thea suspiró, dejando la revista a un lado y acomodándose en la cama.

—Bueno, con tal de que tú y Charlie estén tranquilos, no importa mucho qué haga o deje de hacer —dijo, tratando de restarle importancia al asunto.

Intenté asentir, fingiendo que sus palabras me reconfortaban, pero algo dentro de mí seguía inquieto. Me volví hacia mi escritorio, tratando de concentrarme en la tarea que había dejado a medias. Tomé mi lápiz y volví a mirar la hoja de papel frente a mí, pero mis pensamientos estaban demasiado dispersos para enfocarme.

Mi mirada se desvió hacia un libro que estaba al borde del escritorio, con la esquina de una página doblada. Era el libro que Bella me había comprado. El de dríades. Algo conecto en mi cabeza. ¿Cómo no me había acordado sobre este libro cuando Thea y Ian me hablaron sobre las dríades?

Con cuidado tomé el libro el cual estaba boca abajo escondiendo su hermosa portada de madera. ¿Lo que había en este libro era real? No tenía idea, pero rápidamente lo abrí buscando algo que concordara con lo que había dicho Thea. Mis ojos se posaron en una sección titulada "Dríades de Fuego".

Me aclaré la garganta, buscando captar la atención de Ian y Thea, y comencé a leer en voz alta:

"Las dríades de fuego son espíritus que habitan en áreas propensas a incendios y regiones volcánicas. Se cree que su origen está en los antiguos mitos, donde se les atribuye la capacidad de controlar el fuego y de influir en los procesos de destrucción y regeneración. Se dice que estos espíritus tienen un temperamento fuerte y a menudo se manifiestan con una intensidad que refleja su dominio sobre el fuego."

Hice una pausa para ver las reacciones de Ian y Thea, que se habían inclinado hacia adelante, sus ojos fijos en el libro.

"Estas dríades se encuentran comúnmente en regiones donde los incendios forestales son frecuentes, como bosques secos o áreas montañosas volcánicas. Se cree que juegan un papel crucial en la regeneración del entorno después de los incendios, ayudando a que la vida renazca de las cenizas."

DRIADES || EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora