𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟔

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Me acomodo frente a la pantalla del portátil, intentando que la cámara capte mi cara en un ángulo decente. La luz de la habitación es tenue, pero suficiente para la videollamada. Thea estaba quién sabe donde, el fondo estaba lleno de plantas y cuadros coloridos, mientras que Ian está en lo que parece ser un asiento de avión.

—¿Estás en un avión? — pregunté, frunciendo el ceño mientras me inclino un poco más cerca del portátil.

—Síp, ¿dónde más? —responde Ian, con una sonrisa sarcástica—. Estoy volando a Italia, me tomé el camino largo. Entre mas me tardé en llegar a ese infierno mejor.

No puedo evitar reírme.

—¿El camino largo? —pregunta Thea, con una ceja levantada—. ¿Pasaste por Francia?

—Claro que pase por Francia —responde Ian, jugueteando con su cinturón de seguridad—. Pero bueno, dejemos de hablar de mí. ¿Qué ha pasado contigo, Roxy? ¿Qué tal tu día? Sé que siempre tienes algo emocionante que contar.

Me acomodo un poco más en el sofá, con una pequeña sonrisa jugando en mis labios. Sabía que eventualmente llegaría el momento de contarles lo que había pasado en las últimas horas.

—Bueno... —empiezo, intentando no sonar demasiado dramática—. Bella volvió a meterse en problemas. Terminamos en medio de una pelea de lobos, literalmente. Paul se transformó frente a nosotros, y Bella... bueno, digamos que se calentaron los ánimos.

—¿Qué pasó esta vez? —pregunta Thea, inclinándose un poco hacia la pantalla, visiblemente intrigada.

Ian, por otro lado, ya está sonriendo como si se imaginara lo que voy a decir.

—Bella le dio una cachetada a Paul —digo, finalmente soltando una carcajada al recordar la escena—. Fue increíblemente surrealista. Después de eso, todo se salió de control.

Ian estalla en una carcajada tan fuerte que por un segundo creo que va a despertar a todo el avión.

—¡Es que Bella le pega cachetadas a todo el mundo! —dice, entre risas—. ¿Cuántas veces van ya? ¿Tres? ¿Cuatro? Una a ti... otra a Paul.

Thea no pude evitar soltar una risita.

—Pobre Paul... aunque debo decir que me sorprende que no haya reaccionado peor. Si yo fuera él, me habría molestado mucho más.

—Bueno, no es que no lo intentara —respondo—. Se transformó en un lobo en cuanto Bella lo tocó. La tensión era tan fuerte que ni siquiera me di cuenta de que casi me desmayo del susto.

—Eso suena bastante intenso, Rox —dice Thea, mirándome con una mezcla de preocupación y diversión—. ¿Y estás bien? ¿No te asustaste mucho?

—Estoy bien, un poco sacudida, pero nada que un buen dulce y charla con ustedes no pueda arreglar —digo, sonriendo—. Aunque creo que a Bella le queda bastante por procesar. Ver dos lobos gigantes peleando frente a ti no es algo que olvides fácilmente.

Ian me mira con una sonrisa tranquila, su tono ahora más suave.

—Sabes, Rox, te extraño. Prometo traerte algo de Italia.

—Solo asegúrate de no meterte en líos por allá —le digo, bromeando.

—No puedo prometer eso, querida —responde con una sonrisa pícara.

En medio de la videollamada, Ian se interrumpe por un segundo, como si recordara algo importante. Una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro mientras comienza a teclear en su portátil.

—Ah, chicas, les tengo una sorpresa —dice, mirando la pantalla con una chispa en los ojos.

—¿Qué planeas ahora? —pregunto con curiosidad, notando que Thea también frunce el ceño, aunque sonriente.

DRIADES || EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora