𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟖

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El sol se filtraba a través de las cortinas del hospital, y la mañana tenía un aire fresco y prometedor. Sin embargo, para mí, la promesa de un nuevo día no era más que una extensión de la tristeza que arrastraba. El Dr. Morales me había dado el visto bueno para salir, y mientras Charlie y Bella me ayudaban a prepararme para ir a casa, sentía una mezcla de alivio y culpa.

La preocupación en los rostros de Charlie y Bella era evidente, y cada gesto amable, cada mirada de preocupación, solo acentuaba la culpa que sentía por haberles causado tanto estrés. Agradecí su apoyo mientras salía del hospital, pero la sensación de haberlos asustado y preocupado me pesaba como una losa.

Cuando llegamos a casa, el ambiente estaba lleno de una calma tensa. Charlie había preparado una comida especial para mí, con una variedad de platos que reflejaban su amor y preocupación. Me senté a la mesa, y aunque mi apetito había vuelto, cada bocado de comida me hizo sentir aún más culpable. Cada vez que veía la preocupación en los ojos de Charlie, me sentía peor, como si mis problemas estuvieran sobrecargando a los que más me querían.

—Come, Roxy —dijo Charlie con un tono alentador—. Necesitas recuperarte.

A pesar de su insistencia, cada bocado que tomaba no solo estaba alimentando mi cuerpo, sino también intensificando mi sensación de malestar. Me sentía horrible, como si mi capacidad de cuidarme a mí misma estuviera fallando. La preocupación de Charlie y el hecho de que estaba comiendo con tanta voracidad se sentían como una burla a mi propia incapacidad para manejar la situación.

Después de comer, subí a mi habitación, deseando encontrar algo de paz en la soledad. Me dirigí al espejo, esperando ver una versión de mí que reflejara un poco de esperanza o alivio. Sin embargo, lo que vi fue un rostro cansado y pálido, con ojeras marcadas y un aire de derrota. Me miré detenidamente, y la imagen que me devolvía el espejo parecía una caricatura de mí misma.

Me quedé paralizada frente al espejo, observando cada detalle de mi reflejo. Mi piel estaba tan blanca como la pared, una palidez enfermiza que acentuaba la debilidad que sentía por dentro. Mis ojos, una vez brillantes y llenos de vida, ahora estaban hundidos y rodeados de profundas ojeras oscuras que parecían marcar la tristeza en mi rostro. Mi cabello rubio, normalmente dorado y radiante, ahora parecía casi blanco bajo la luz fría del espejo, lacio y sin vida. Cada característica de mi apariencia estaba teñida de la desesperanza que arrastraba, como si mi propio cuerpo estuviera reflejando el dolor interno.

Las palabras de Emmett venían a mi mente con fuerza. Recuerdo cómo me llamaba "linda", con un tono que hacía que me sintiera especial, amada. Me preguntaba cómo alguien que había visto belleza en mí podía simplemente irse sin decir una sola palabra. Mirar mi reflejo ahora, con esa imagen de mí misma tan desolada y marchita, me hizo cuestionar todo lo que había creído. Si él se había ido, ¿no era porque en el fondo no había visto en mí nada valioso?

La diabetes también pesaba en mi mente como una carga pesada. La sensación de ser una persona con una condición que no había pedido ni deseado me agobiaba. El manejo de mi salud se había vuelto una tarea abrumadora, y sentía que cada error era un reflejo de mi incapacidad para enfrentar mi nueva realidad.

Me preguntaba si mi mudanza a Forks había sido en vano. Había creído que cambiar de escenario me daría una nueva perspectiva, una oportunidad para empezar de nuevo y dejar atrás el dolor y la desilusión. Pero en lugar de encontrar un cambio positivo, parecía que había atraído más dolor y dificultades. La esperanza que había tenido al llegar se había convertido en una cruel ironía, y la vida en Forks se sentía como una extensión de las mismas decepciones que había intentado dejar atrás.

Me senté en la esquina de mi habitación, abrazando mis rodillas mientras las lágrimas caían de nuevo. El reflejo en el espejo y las palabras de Emmett solo intensificaban mi tristeza. La mezcla de culpa, inseguridad y desesperanza formaban una tormenta interna que no sabía cómo calmar. No podía evitar preguntarme si alguna vez podría encontrar la paz que buscaba, si alguna vez podría reconciliarme con mi situación y encontrar una forma de seguir

DRIADES || EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora