𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟒

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No podía dejar de darle vueltas al asunto. Victoria. Su nombre resonaba en mi cabeza como un eco interminable, una sombra que parecía crecer más y más con cada segundo que pasaba. ¿Por qué querría Victoria matarme? No tenía sentido. Bella era su objetivo, siempre lo había sido. La última vez que Victoria estuvo cerca, ni siquiera sabía de mi existencia. Entonces, ¿por qué ahora?

Me recosté en el sofá, con la mirada fija en el techo, mientras mis pensamientos se entrelazaban sin darme una respuesta clara. Si Laurent había mencionado que Victoria nos quería muertas, eso significaba que estaba enterada de mí... pero, ¿cómo? No tenía sentido que supiera de mí si jamás me había visto antes. El miedo comenzaba a instalarse en mi pecho, apretando cada vez más.

Ian, que había estado observándome desde el rincón de la sala, se acercó y se sentó a mi lado con una expresión relajada, aunque sabía que estaba preocupado por cómo me veía.

—No deberías darle tantas vueltas, Roxy —dijo, su tono tranquilo, casi despreocupado—. Victoria no sabía nada de ti antes, ¿por qué lo sabría ahora?

Lo miré, tratando de procesar sus palabras, pero mi mente seguía hecha un caos.

—Es que... si realmente sabe sobre mí, significa que ha estado más cerca de lo que creemos. No me gusta la idea de que pueda estar vigilando, de que sepa más de lo que pensamos —admití, frunciendo el ceño.

Ian suspiró y me dio una pequeña palmada en la pierna, intentando hacerme entrar en razón. Les había contado todo lo que había ocurrido con James. Thea ahora mismo había ido por una pizza para Charlie y para mí.

—Roxy, si Victoria supiera de ti, lo sabrías ya. No creo que sea algo nuevo —dijo con suavidad—. Su problema siempre ha sido con Bella, no contigo. Tú no fuiste parte de lo que pasó con James. Victoria es un vampiro, sí, pero no es tonta. Ella sigue su venganza hacia Bella, no se distraería contigo a menos que le dieras una razón.

Aunque sus palabras tenían sentido, aún sentía esa incómoda presión en mi pecho. No me gustaba la idea de ser parte de algo que no comprendía del todo. Pero Ian, siempre tan pragmático, tenía razón. Victoria no iba tras mí... al menos no directamente. Bella seguía siendo el objetivo.

—Supongo que tienes razón —murmuré, dejando escapar un largo suspiro—. Es solo que es difícil no sentirse paranoica cuando sabes que hay una vampira obsesionada con destruir a tu prima.

Ian sonrió de lado, con esa chispa traviesa que siempre parecía tener a pesar de lo tensa que fuera la situación.

—Bienvenida a nuestro mundo —bromeó—. Aunque para ser justos, con lo rápido que estás aprendiendo a disparar, yo diría que no tienes nada de qué preocuparte.

Solté una pequeña risa, agradecida por su intento de animarme. Ian tenía esa capacidad de hacer que incluso los momentos más sombríos se sintieran un poco menos pesados.

—Gracias, Ian —dije, dándole un suave empujón en el brazo—. Supongo que es mejor no pensar demasiado en esto. Dejaré que ustedes se encarguen de la parte peligrosa, y yo me concentraré en seguir mejorando con la pistola.

—Esa es la actitud —respondió él con una sonrisa más amplia—. Y no te preocupes, nos aseguraremos de que Victoria no te toque ni un pelo.

En ese momento, la puerta principal se abrió con suavidad, y Thea entró en la sala cargando una caja de pizza con una sonrisa relajada en el rostro. El aroma de la pizza llenó rápidamente el ambiente, haciendo que mis preocupaciones se desvanecieran un poco más.

—Espero que tengas hambre —dijo Thea mientras cerraba la puerta con el pie y se dirigía hacia nosotros—. Pensé que algo de comida reconfortante nos haría bien después de todo lo que ha pasado.

DRIADES || EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora