𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟏

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Iba en el auto de Bella, ella no decía nada. Era como si estuviera pensando en algo. Decidí no intentar hablarle y simplemente arrinconarme en el auto hasta que pueda salir corriendo de aquí y esconderme en algún salón vacío. Miré por la ventana, observando los árboles pasar mientras la carretera se deslizaba bajo nosotros. No había visto a Charlie tampoco, lo que añadía un peso adicional a la sensación de inquietud. Me gustaba estar sola, pero la idea de no tener a nadie con quien hablar durante un fin de semana completo me incomodaba profundamente.

Al llegar al estacionamiento de la escuela, antes de que Bella siquiera se estacionara, me apresuré a salir del auto con las galletas de Emmett en la mano. Caminé hacia el interior de la escuela, sintiendo cómo la vergüenza y la timidez se apoderaban de mí. Mantenía la cabeza baja, evitando el contacto visual con los demás estudiantes. Si me encontraba con Emmett, le daría las galletas. Sentí un pequeño hormigueo en mi estómago. ¿Y si no le gustaban las galletas? ¿O me daba una patada y salía corriendo por no estar cerca de mí? ¿O si simplemente se alejaba de mí, incómodo por mi presencia?

Tomé un respiro, intentando calmarme. Me repetí que era solo un gesto amable y que, incluso si no le gustaban las galletas, al menos había intentado hacer algo lindo por él. Con cada paso, trataba de reunir valor. Tal vez yo me estaba haciendo ideas en mi cabeza y él ni siquiera había asistido a clase.

De repente, sentí que alguien me estaba mirando. Alcé la cabeza por primera vez y me di cuenta de que los Cullen me observaban desde el estacionamiento. Todos estaban allí, al lado del convertible rojo y el Jeep de Emmett. Mi corazón comenzó a latir aún más rápido y mis manos temblaban. Sentí una ola de vergüenza abrumadora, como si toda la atención del mundo estuviera concentrada en mí.

Emmett estaba de pie junto a sus hermanos, riendo y charlando. Edward, Rosalie, Jasper y Alice también me miraban, y sus ojos parecían penetrar mi alma. Intenté dar un paso adelante, pero mis pies se sentían como si estuvieran pegados al suelo.

"Solo son unas galletas", me recordé, tratando de calmar mi mente. Respiré profundamente y obligué a mis piernas a moverse, aunque cada paso se sentía como una eternidad. Sentía el peso de sus miradas, y mi corazón latía tan rápido que temía que pudieran oírlo. Finalmente, me detuve a unos pocos metros de ellos, mi voz apenas un susurro cuando intenté hablar.

—E-Emmett... —mi garganta estaba seca y mi voz se quebraba. Aclara mi voz e intenté nuevamente, con un poco más de fuerza mientras sostenía las galletas ocultas detrás de mí—. Emmett.

Emmett levantó la mirada, y al verme, una sonrisa se dibujó en su rostro. Dio un paso hacia mí, dejando a sus hermanos atrás, lo que me hizo sentir un poco menos intimidada. Sin embargo, la ansiedad no desapareció por completo. Mis manos temblaban y sentía el peso de las miradas de los demás Cullen, que seguían observándome con curiosidad.

—Hola —dijo Emmett con una sonrisa amable—. ¿Cómo estás?

Me queda en silencio buscando valor para responder, Mire mis pies y luego a él dedicándole una tímida sonrisa,

—Estoy bien, ¿y tú? —respondí, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a disminuir poco a poco.

Solo esperaba que no se notaran tanto mis nervios. No era tan difícil simplemente darle las galletas y marcharme, pero mi atención dejó de estar en Emmett cuando escuché a alguien detrás de él chasquear la lengua. Al alzar la vista, vi a Edward mirándome con el ceño fruncido, lo que hizo que mis nervios aumentaran.

Mis manos temblaban más que antes, y sentí cómo mi respiración se volvía irregular. Traté de concentrarme en Emmett, en su sonrisa, pero la intensidad de la mirada de Edward era difícil de ignorar.

DRIADES || EMMETT CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora