DRIADES || EMMETT CULLEN

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟓

Estaba tirada en la cama, con los ojos fijos en el techo, como si en sus grietas y sombras pudiera encontrar alguna respuesta a todo lo que estaba pasando. Pero no había nada. Solo el vacío, el eco de una despedida que seguía resonando en mi cabeza, y la creciente sensación de incertidumbre que no me dejaba en paz.

Intenté concentrarme en cualquier cosa, en el sonido distante de la casa, en el suave crujir de las paredes, en el ritmo constante de mi respiración, pero todo me traía de vuelta a lo mismo: a Ian y Thea marchándose. A la amenaza de los Volturi, a la realidad de que estaba sola, al menos por ahora.

Una parte de mí entendía por qué lo hacían. Sabía que estaban haciendo lo mejor para protegerme, que no tenían otra opción, pero eso no hacía que el vacío que sentía fuera más fácil de soportar. Ian y Thea eran lo más cercano a una familia que había tenido en este mundo nuevo y caótico, y ahora se habían ido, dejándome con la promesa de que volverían. Pero, ¿y si no lo hacían? ¿Y si algo salía mal?

Suspiré profundamente, girando sobre mi costado, abrazando una almohada contra mi pecho. Los pensamientos oscuros se arremolinaban en mi mente, incapaces de dejarme en paz. Me sentía inútil. Ian se enfrentaba a los Volturi, Thea estaba huyendo para protegerse, y yo... yo solo estaba aquí, en esta cama, atrapada en una especie de limbo. Era frustrante.

Mi mirada se desvió hacia la ventana. Las cortinas ondeaban ligeramente con la brisa nocturna, dejando entrar fragmentos de luz de la luna. La noche estaba tranquila, pero esa tranquilidad me parecía irreal, como si fuera solo una fachada, un engaño que cubría el caos que se avecinaba.

"No puedo seguir así", pensé, mientras un nudo se formaba en mi garganta. No podía quedarme tumbada en esta cama esperando a que algo sucediera. Pero al mismo tiempo, ¿qué podía hacer? ¿Qué opción tenía? Ninguna, seguir mi vida como normalmente lo haría.

De repente, el sonido de la puerta abriéndose de golpe rompió el silencio y casi me hizo saltar de la cama. Bella irrumpió en la habitación, su rostro desencajado y sus ojos llenos de urgencia.

—¡Tengo que ir a ver a Jake! —gritó, casi sin aliento, caminando de un lado a otro como si estuviera buscando algo con desesperación.

La miré como si se hubiera vuelto loca. Me incorporé un poco en la cama, frotándome los ojos mientras intentaba entender qué demonios estaba pasando.

—Bella... ¿qué...? —comencé a decir, pero ella no me escuchaba. Seguía murmurando para sí misma, moviéndose frenéticamente por la habitación.

—No puedo quedarme aquí, ¡tengo que ir ahora mismo! —gritó de nuevo, claramente fuera de control. Antes de que pudiera reaccionar, ya estaba fuera de la habitación, sus pasos resonando por toda la casa.

Me quedé allí, paralizada durante unos segundos, intentando procesar lo que acababa de suceder. "Jake... la reserva..." Mi mente empezó a unir las piezas rápidamente. Es peligroso que Bella vaya sola a la reserva ahora. Entre los lobos, los vampiros, y todo el caos que rodeaba nuestras vidas en este momento, ir a la reserva era una pésima idea. ¿Qué pensaba Bella?

Salté de la cama, el corazón acelerado por la ansiedad. No puedo dejar que vaya sola, pensé mientras corría tras ella. Al llegar a la puerta principal, la vi intentando abrirla con torpeza, su agitación evidente.

—¡Bella, espera! —grité, mi voz saliendo más fuerte de lo que esperaba. Bella se detuvo y giró hacia mí, sus ojos llenos de sorpresa y confusión.

—Roxy, no entiendes. Necesito verlo. Jake... —empezó a decir, pero no la dejé terminar.

—Calma, Bella. No podemos ir así sin pensar —le respondí, acercándome y colocando una mano en su hombro con firmeza—. Si te pasa algo, ¿cómo crees que se sentirá Jake? O cualquiera de nosotros.