No había podido dormir desde lo ocurrido en el cementerio. Las palabras de Killian, su revelación, todo seguía dándome vueltas en la cabeza. ¿Cómo era posible que tuviera un tío? ¿Que hubiera más familia aparte de Renée y Bella? El pensamiento me perturbaba. No era que dudara de la capacidad de Renée para mentir; sabía perfectamente cómo era ella. Pero el hecho de que hubiera mantenido un secreto de esa magnitud... era devastador.
Killian me había pedido mi número de teléfono antes de que nos separáramos. Algo en su mirada, en su voz, había sido suficiente para que yo accediera. También le pedí el suyo, aunque una parte de mí todavía dudaba de su sinceridad. Desde entonces, había estado preguntándome si había hecho lo correcto.
Cuando llegué a casa, apenas pude concentrarme en nada. Había respondido a su mensaje casi automáticamente, con la mente todavía enredada en los eventos del día. Killian me había sugerido que nos reuniéramos lo antes posible, pero yo no iba a ceder el control tan fácilmente. No iba a ir a un lugar que él escogiera, no cuando no sabía si podía confiar en él.
Finalmente, le propuse un lugar neutral: una cafetería en Port Angeles. Era un lugar lo suficientemente público como para que me sintiera segura, pero también lo bastante discreto como para que pudiéramos hablar sin interrupciones. No iba a decirle que vivía en Forks, ni a darle más información de la necesaria. En ese momento, el anonimato era mi mayor aliado.
Ahora, mientras me preparaba para salir, sentía la tensión acumulándose en mi pecho. Miré mi reflejo en el espejo, buscando algún indicio de la verdad en mis propios ojos. Pero todo lo que veía era confusión y una profunda sensación de inquietud.
El viaje a Port Angeles fue largo y silencioso. Mis pensamientos no dejaban de girar en torno a las preguntas que seguían sin respuesta. ¿Qué más me había ocultado Renée? ¿Qué más no sabía sobre mi propia vida?
Cuando finalmente llegué a la cafetería, me detuve en la entrada, tomando un respiro profundo. El lugar era acogedor, con una decoración sencilla y un ambiente tranquilo. Perfecto para la conversación que estaba por tener.
Entré y escogí una mesa cerca de la ventana, donde podría ver a Killian cuando llegara. Mientras esperaba, mi mente seguía divagando. ¿Cómo sería hablar con él en un entorno normal, sin la tensión?
Mi teléfono vibró en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Era un mensaje de Killian: "Estoy en camino". Sentí un nudo formarse en mi estómago, pero lo ignoré, intentando mantener la calma.
Los minutos pasaron lentamente, cada segundo estirándose mientras esperaba. Finalmente, lo vi acercarse a la cafetería. A pesar de todo, su presencia seguía siendo imponente, con esa mezcla de elegancia y misterio que me había desconcertado desde el principio.
Killian entró, y cuando nuestros ojos se encontraron, le hice un gesto para que se acercara. Se movía con una gracia que parecía casi sobrenatural, como si cada paso estuviera calculado con precisión. En cuestión de segundos, ya estaba sentado frente a mí.
Venía vestido completamente de negro, con una chaqueta de cuero que parecía hecha a medida, ajustándose perfectamente a su cuerpo. Su contextura era mediana, pero bajo la chaqueta se podía apreciar la definición de sus músculos, como si su fuerza estuviera contenida bajo esa apariencia elegante. La ropa oscura contrastaba con su piel pálida, dándole un aire aún más enigmático.
A medida que se acomodaba en su asiento, sus ojos dorados se posaron en los míos, y por un momento, el bullicio de la cafetería pareció desvanecerse. El ambiente entre nosotros era tenso, cargado de preguntas sin respuestas y de una historia que apenas comenzaba a desenredarse.
—Gracias por venir —dijo Killian, su voz suave pero con una autoridad que era imposible ignorar.
—No estoy segura de que fuera la mejor idea —respondí, tratando de mantener mi tono neutral, aunque la inquietud seguía palpitando en mi interior.
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DRIADES || EMMETT CULLEN
FanfictionToda mi vida había sido un completo desastre, Pero cuando llegué a Forks, un lugar donde los árboles parecían susurrar secretos, algo cambió. Era como si algo me esperase, Emmett Cullen irrumpió en mi vida como un rayo de luz en la oscuridad. Pero m...