Aurora
—¿Qué mierda has hecho para bloquear el vínculo? —gruño con furia—. Llevo cuatro horas preocupada, ¿sabes? ¡No sabíamos nada de ti!
Elisa me ignora completamente y comienza a subir las escaleras, en dirección a su cuarto.
—¡No puedes pasar de mí! —exploto.
Suspira y hace el amago de darse la vuelta.
—Claro que puedo. Quizás no lo recuerdes, pero la última vez que estuve en peligro fue por culpa de tu querido harén.
—Eso no volverá a ocurrir —afirmo en tono bajo, ciertamente avergonzada.
Se queda unos momentos mirándome y baja un escalón.
—¿Quieres saber qué he hecho?
—Oh, por favor, deléitame —ronroneo con dramatismo.
—He conocido a alguien —afirma con una sonrisa que se amplía a medida que mi rostro se enfurece más—. Y me gusta. Al fin comienzo a acostumbrarme a estar en este lado del infierno.
—Cuidado —gruño entre dientes—. No digas su nombre, y más te vale esconderlo muy bien cuando se te pase el efecto de la poción, porque de lo contrario exterminaré a todas las personas con vida que se llamen así.
—Tú misma —dice dándose la vuelta—. Total, ya es imposible que te odie más.
Continúa subiendo las escaleras sin que yo la siga. Y cuando llega arriba, la agarro y la estampo contra la pared tirando un cuadro cercano, mostrándole mis caninos.
—No sé con quién te crees que estás hablando, o qué te crees que eres, estúpida mortal. Porque ahora mismo, no eres nada.
Se deshace de mi agarre y me inmoviliza contra la pared en un abrir y cerrar de ojos.
—Si no fuera nada ya me habrías matado —gruñe contra mi oreja—. Y estás tan coladita por mí que me dejas empotrarte contra la pared y ni siquiera opones resistencia.
Inmediatamente me suelta como si quemara.
—Y eso me favorece a mí. Porque tú estás celosa, y yo puedo hacerte daño —gruñe entre dientes.
—Yo no estoy coladita por ti, me repugnas —escupo—. Pero eres mi llama oscura, y créeme, no podrás resistirte mucho más.
—¿A quién, a ti? —pregunta en tono burlesco.
—A todos. Estás unida a nosotros, caerás tarde o temprano. Y eso fomenta aún más tu ira, porque sabes que jamás tendrás escapatoria.
—¿Ah, no? —gruñe, retándome—. Mírame.
Rápidamente se pone la capucha, entra en su habitación, abre la ventana y salta sobre el tronco del árbol de enfrente, bajando con facilidad. Una vez en el suelo, gira su cabeza para que la vea de perfil.
—Hoy no duermo en casa —afirma con una sonrisa maliciosa.
Estallo por todo lo alto y su cómoda sale volando por el aire. Los siguientes son los cuadros y los adornos frágiles. Luego agarro una mancuerna y comienzo a destrozarle la cama a golpes.
—¡Hija de puta! —grito.
—Lu, dale tiempo —dice Melinna a mis espaldas, me llama así por el diminutivo de Lujuria.
Dejo caer la mancuerna y me tomo un par de respiraciones para recomponerme.
—Pero cariño, no puedo permitir que viva en nuestra casa y se comporte como si todo le diera igual. Su único objetivo es fastidiarnos.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...