Leandrior
En la actualidad:
Tengo a un Matadioses atado contra una silla. Visto así, cualquiera diría que es fácil detener a la Muerte.
Los mechones negros de su pelo caen de forma rebelde por su frente, tiene el cuello inclinado hacia delante por culpa de la gravedad, y los perfectos labios entreabiertos, de forma que rebela una pequeña parte de sus dientes blancos como perlas.
Está vestido de negro, como siempre. La camisa negra de satén se ciñe tanto a él que siento que podría romperla con tan solo estirar un poco sus músculos de Matadioses. Cómo no, lleva los botones superiores desabrochados, mostrando parte de su pecho tatuado y de su piel deliciosamente bronceada.
Está sentado con las piernas abiertas; quería atárselas también contra las patas de la silla, pero no creo que me dé tiempo. Le di un buen golpe, pero solo pude ponerle unas esposas en las muñecas. ¿Cuánto tarda en recuperar la conciencia un Original? He hecho todo esto en un par de minutos, nada más.
Veo que se mueve un poco. Suelta un gruñido por la boca que hace temblar mis huesos y aprieta los párpados, seguro que le duele el golpe de la cabeza. Entonces comienza a abrir lentamente los ojos. Su mirada de color negro no tarda en conectar con la mía, y cuando lo hace, estira las comisuras de su boca, rebelándome sus caninos, y se comienza a reír a carcajada limpia como un perturbado.
—Oh, sí —suelta entre risas. Su gigantesco cuerpo se agita con cada carcajada, y las paredes vibran también como si le estuvieran dando golpes fuertes—. Soñé con esto por mucho tiempo.
Lo callo poniendo el extremo de una fusta sobre su boca, la cual he sacado de la antigua habitación de Aurora junto con un par de cosas más. Kenai deja de sonreír al instante y mira hacia ella, luego a mí, y afila su mirada felina de depredador. Abre la boca y muerde el cuero, dejando la marca de sus colmillos. Inmediatamente se lo arranco de los dientes y le doy un azote en la mejilla.
Trata de arrancarme el arma de las manos, pero nota cómo las esposas que lleva en las muñecas se lo impiden. Se acomoda mejor en la silla, y suspira mientras echa la cabeza hacia atrás y separa más sus anchos muslos. Hace tiempo moriría por sentarme encima de ellos. Luego gira el cuello sobre el respaldo de la silla y echa un breve vistazo a toda mi sala secreta.
—Bonita colección —ronronea, y conecta su mirada con la mía—. Qué bien que justo yo hubiera entrado, se debe sentir como si tu famoso favorito te firmase un autógrafo, ¿no?
—La habitación está sellada con un hechizo mágico que me alerta si alguien entra —respondo al fin—. Siempre ha sido así. Y adivina qué, ha saltado ahora.
—Hmm —dice asintiendo con la cabeza—. Aunque el santuario que te tengo a ti es mejor —se mofa con una sonrisa—. Ahora explícame todo esto de atarme como tu nuevo juguetito erótico.
—Explícame tú qué haces aquí.
—¿No puedo pasarme por la casa de mi réplica en la que he estado cientos de veces?
—No las suficientes, al parecer, como para no haber encontrado esta sala secreta antes.
—¿Quién dice que no la haya visto hasta ahora? —pregunta retándome con la mirada. Ve mi cara y profiere una carcajada que me hace vibrar por todos lados—. Es broma. No, no sabía nada de esto. —Se encoge de hombros—. Solo vine por nostalgia. Algunos sentimos emociones, y esas cosas.
—Resulta irónico que el ser condenado a no sentir y a ser una máquina de matar como tú, sienta todo de golpe ahora.
—¿Verdad? Quién me diría que la princesita bonita y sexy me estaría apuntando con una fusta, porque ahora es ella la que no siente.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...