Sirius
Ceiden Feir me lanza cuchillas con sus ojos entre verdes y azules. Parece un gato con el pelo de punta que está viendo a un perro.
—Fuera —dice firmemente—. Ya.
—Vengo a instruir a Leandrior, nada más —digo con una mano en el corazón—. Es sobre la guerra, no sé si te habrá contado algo acerca de los dragones.
Alza una ceja que brilla como el oro anaranjado con desconfianza y se lleva la taza que tiene en las manos a la boca.
—Vellum se dirije a Hasland para...
—¿Enserio crees que no me lo ha contado ya?
Cierro la boca y me balanceo sobre mis talones.
—¿Qué bebes?
—Té —contesta de forma seca.
—¿Puedo probarlo?
Aparta su mirada de la mía y mira a su bebida.
—Adelante, sírvete.
Tomo una taza cercana que creo que era para Leandrior y...
—Esa no. Coge otra.
Vale, sí era para ella. Me señala con la mirada un mueble y lo abro para ver varias tazas. Agarro una y me sirvo la bebida. Nada más me la llevo a la boca y doy un sorbo, la escupo y comienzo a toser como un desgraciado.
—¡¿Qué coño es esto?! —exclamo.
—Té de plantas venenosas.
Escucho una carcajada cercana, y veo a Leandrior riéndose de mí en la puerta de la cocina. Avanza hasta apoyarse en el hombro de Ceiden. Ambas juntan los puños y los chocan amistosamente, como si estuvieran conspirando contra mí.
—En fin, os dejo —afirma la pelirroja—. Voy a dar una vuelta por fuera. Esta vez compro yo la comida —amenaza a Lea con la mirada.
Leandrior le hace una reverencia.
—No se me ocurriría interponerme en su camino, majestad —responde—. Si te encuentras a un guardia por el camino, aprovecha para matarlo y tráemelo de cena, porfi.
Ceiden se ríe con dulzura y coje una cesta para irse de la habitación.
—Será lo que Bielea quiera.
Vuelvo a mirar a Leandrior, pero ella ya no está a mi lado, sino en la puerta que conduce al salón, mirándome con impaciencia.
—Espabila.
No digo nada y voy tras ella. Al frente hay una chimenea enorme de mármol blanco, y sobre ella un retrato imponente de los fundadores de la familia, Siren y Leónidas Elésscoltar. Hay varias estanterías llenas de libros antiguos y objetos de colección, y la luz entra a través de las cortinas de terciopelo pesado.
Camina hasta sentarse en unos sofás de terciopelo rojo oscuro con detalles dorados. Cruza la pierna por encima de la otra sobre un asiento individual, y coloca sus manos cómodamente en ambos reposabrazos como si estuviera en un trono.
—Tú dirás —suspira.
Su gatita negra aparece con el rabo bien levantado caminando con elegancia felina, hasta acomodarse a los pies de Leandrior. Me mira un momento y me sopla a modo de amenaza, debe ser porque huelo a chucho.
—Mis lobos te echan de menos —inicio la conversación, aún mirando a la pequeña fiera a sus pies.
Pone los ojos en blanco.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...