Elara
Hace varios años.Hay un monstruo en mi habitación.
Lo noto escurriéndose por las paredes, observándome desde cada ínfima grieta o agujero que el castillo pueda tener. Me ha despertado de mi pesadilla y se ha materializado en la vida real.
¿Quién será, y qué querrá?
En mi sueño, he sido perseguida por sombras grotescas y voces susurrantes. Mis padres duermen, y la oscuridad de la habitación me inquieta y me llama a partes iguales. Hay algo en la esquina, algo que me mira fijamente a los ojos sin moverse un milímetro.
Allí, en la penumbra, me espera una figura monstruosa. Su piel escamosa y garras afiladas son iguales a las de mi pesadilla.
-Te veo -me dice. Su voz es gélida, afilada como sus garras.
Me levanto de la cama y camino hasta ponerme en frente de él.
-Yo también te veo -contesto.
-Deberías correr...
Algo a mis espaldas hace cambiar la malicia de su rostro radicalmente. Y el monstruo, aún oculto entre las sombras, tiembla ante mi presencia. Su miedo no es solo una reacción instintiva; es una profunda y visceral certeza de que está frente a algo más allá de su comprensión.
Me mira fijamente con esos ojos vacíos, como si estuviera mirando el vivo retrato de la astucia retorcida que trasciende las leyes naturales.
Quizás sea la forma en que lo miro, como si pudiera leer sus pensamientos más oscuros. O tal vez sea la calma con la que me enfrento a la criatura, como si tan solo estuviera conociendo a un extraño detrás de las piernas de mis padres, y optara por salir finalmente a la luz al ver que no hay peligro. Como si hubiera una manta calentita protegiéndome a las espaldas. Porque la manta siempre protege de los monstruos.
Me mira como si fuera un depredador en mi propio dominio, y él es la presa. Tiembla como un cervatillo, sus fauces abiertas en un gesto de pánico. Yo sonrío.
-¿Quién teme a quién? -susurro.
Y el monstruo retrocede, desvaneciéndose en la oscuridad.
-Leandrior, cariño, ¿con quién hablas? -me pregunta mi madre, que se ha despertado al oirme.
-Con nadie -afirmo dándome la vuelta y yendo a la cama-. Buenas noches.
Pero en realidad, he encontrado un nuevo juego. Uno en el que yo soy la cazadora y los monstruos, las presas.
Ahora entiendo que aquel ser, no era más que una personificación oscura, fruto del odio y de la venganza de los cientos de monstruos que mató mi familia a lo largo de los siglos. Personas horribles que habían cometido actos impuros y cargados de maldad.
El mismo que se atemorizó cuando al intentar hacerme daño, vió a todos mis ancestros protegiéndome a mis espaldas.
Solían seguirme a todas partes, aunque Leandrior nunca los notaba, pero yo sí lo hacía. Y ahora... nada. Ellos eran mis fieles guías, me dictaban que tenía que hacer y me daban consejos. Sin embargo, ahora los he perdido, ya no son míos. No conservo apenas a mi familia. Pero honestamente, tampoco creo que estén con Leandrior, porque ella solo tiene la maldición activada, pero yo soy la identidad de esa maldición.
¿Cómo me temerán ahora los monstruos sin el apoyo de mi familia?
Pero eso no es lo que más miedo me da, sino la realidad.
Porque ahora ella es el monstruo.
Escucho unos golpes contra una puerta, incesantes y ruidosos. Estoy rodeada de un vacío donde lo único que hay es una puerta a mi izquierda esperando a ser abierta. Pero algo en mí, una pequeña vocecita de mi subconsciente me dice que no la abra.
No abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta, no abras la puerta.
Hagas lo que hagas, no abras la puerta.
Pero la abro.
Un único ojo es lo que veo, uno que me vigila a todas horas.
Me despierto sudando en mi cama, levantándome de sopetón. Miro a mi alrededor, vale, estoy en mi habitación. Miro mis manos sudorosas, me deshago de la manta para dejar que mis piernas se evaporen.
Tranquila, ya ha pasado, ya está. Miro por la ventana, está amaneciendo, pero todavía es muy pronto para levantarse. Miro al frente a mi tocador y pego un chillido al ver una silueta de una mujer de pie al lado de la cama, mirándome fijamente.
Y tan rápido como la veo, se esfuma y no vuelve a aparecer.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...