Capítulo 56

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Valtian

Aurora y yo nos escondemos tras unas rocas. Vellum se aferra como puede a mi cuerpo a pesar de sus quemaduras, y los tres esperamos a que Galrey se aleje de nosotros. Echo una mirada hacia atrás. Bien, está lo suficientemente lejos.

Aurora abre un portal y cruzamos velozmente a través de él para llegar a mi casa en la Isla de Natureza. La brisa entra por las ventanas abiertas y el canto de las criaturas nocturnas llenan el espacio. Las flores entran por las ventanas y las enredaderas se acomodan a lo largo de los muebles y las columnas.

De inmediato dejo a Vellum sobre una camilla de mi habitación dedicada a la medicina, y mis sombras me alcanzan varios ungüentos que Darcy me ayudó a preparar.

Darcy...

Confío en su propia seguridad, pero me alarma que el dios lo haya pillado y... Niego con la cabeza, la sacudo como si fuera un maldito perro. La oscuridad y Aurora me ayudan a llenar toda la mitad derecha de Vellum más rápido, untando sus quemaduras con habilidad y precisión. Sus propias sombras se niegan a separarse de ella ni un centímetro, se han acomodado como si se trataran de tatuajes por todo el hombro, brazo, torso, pierna y un poco del pié derecho.

Una vez que el bálsamo está aplicado y la Bruja Negra deja de tiritar de dolor, cae en un profundo sueño reparador y mi réplica y yo nos apresuramos a salir de nuevo por el portal para traer a Melinna y a Darcy de vuelta con nosotros. Nada más cruzamos echamos a correr para huir de las rocas que caen como meteoritos. Las llamas rojas se alzan en el aire como un séquito asesino y despiadado, casi puedo ver las miles de almas arder entre ellas. Me tropiezo con un niño en mi trayecto y lo tiro al suelo. De inmediato lo ayudo a levantarse y me disculpo, aunque de seguido la avalancha de mortales lo vuelve a tirar y lo pierdo de vista entre la multitud que huye.

—¡Valtian!

Me giro de inmediato. Reconocería su voz incluso sordo, tan solo por la ligera vibración que su produce en el aire, aún en medio del caos. El empujar a la gente deja de importarme para correr en contra corriente y avanzar hasta él. Lo distingo a lo lejos y nuestras miradas chocan como dos estrellas entre sí. Parece estar bien, lo que me roba una sonrisa y me hace suspirar de alivio. Por fin podré estrecharlo entre mis brazos. Miro a mi derecha el reencuentro de Melinna y Aurora, unidas en un abrazo mientras todos los ciudadanos corren a su alrededor y las empujan, pero ninguno es capaz de separarlas.

—¡Darcy!

Su cuerpo se vuelve borroso, se siente como ver a través de las ondas de calor un día de altas temperaturas en verano. Su rostro borra la sonrisa que a muy pocos le dedica, siendo yo el único que recibe tantas como regalo, hasta que todo se inunda de rojo y pierdo el conocimiento.

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora