Elisa
No tengo rastro de Elara. Al romper la conexión telepática, no tengo ni idea de dónde está, cómo se siente o qué hace. Los portales tampoco me llevan a ella, parece que se ha escondido demasiado bien.
A excepción de Ceiden y Victoria, la cuál está ahora mismo acostada en mi regazo, siento que estoy rodeada de extraños. No me fío una mierda de esta supuesta nueva tía que apareció de la nada, me da igual los motivos que le haya dado a Leandrior para que la creyera. Tiene al Heraldo de la Tempestad de su lado, puede volver verdad cualquier mentira tan solo con abrir la boca.
Paso los días sentada frente a la hoguera subterránea, infestada de llamas que superan mi altura. Leandrior no bebe, por lo que hasta ahora nunca había experimentado los efectos del alcohol. He pillado una botella al azar que he visto en la bodega, a saber la de años que tiene esta mierda, pero cumple su función porque ya empiezo a ver borroso.
Por décima vez desde hace dos días intento abrir un portal que me lleve directa a Katerina. Abro mucho los ojos cuando esta vez funciona y aparece una cocinita de bruja al otro lado. La botella de cristal se hace añicos al chocar contra el suelo, el cual se moja con los restos del líquido.
Con cuidado y pena despierto a Victoria, quien se queja, y posteriormente procedo a correr hasta cruzar el portal. Huele a hierbas y a palo santo, por fin. Inhalo el aroma todo lo que puedo y abro los ojos.
Allí está, con su vestido azul y la montura de las gafas descansando sobre la constelación de pecas de su nariz. Sus ojos cafés brillan de preocupación al verme.
—Kate... —Me tambaleo a causa del mareo y ella me sujeta rápidamente.
—Tranquila, vamos a sentarnos.
Ni siquiera la dejo guiarme más. La estrecho entre mis brazos con fuerza y ella hace lo mismo. Aspiro el aroma a hierba fresca y flores de su pelo. Justo en el instante en el que exhalo, todas mis lágrimas resbalan por mi rostro y empapan su vestido. He necesitado tanto esto que mis piernas se doblan y la tiro al suelo conmigo, cayendo de rodillas las dos.
—Has estado fuera demasiado tiempo —sollozo—. Te necesito conmigo. Por favor, no me vuelvas a dejar durante tanto tiempo.
Ignoro la parte de mí que me impide decir aquellas palabras, pero me trago hasta la última gota de orgullo por ella. Katerina me acaricia el pelo, pasa sus dedos entre mis mechones más largos que la última vez que nos vimos.
—Ya ha pasado. Estoy aquí contigo.
Se separa de mí solo para agarrarme el rostro con ambas manos. Sus pulgares limpian el trayecto de mis lágrimas mientras respiro de forma agitada, soltando el aire por la boca.
—Shhh... —Su voz me anestesia, mis pulsaciones bajan y ya no siento tanto el corazón contra mi oído.
—Perdona por ponerme así. —Me levanto y la ayudo sosteniendo sus brazos, su peso no es nada para mí.
—No hay nada que perdonar, perdóname a mí por estar tan ausente últimamente.
Nos dirigimos al sofá y nos ponemos al día de todo. Me cuenta acerca de los encargos que ha tenido en primavera, al parecer muchos acudieron a ella para hechizos de florecimiento para los huertos inundados de la Ciudad de Natureza, anteriormente inundada por las lágrimas de Valtian. Cuando le cuento lo mío, me trago mi llanto cuando tengo oportunidad al pronunciar el nombre de Elara. Kate me escucha atentamente y su rostro me refleja su empatía. Por algún motivo, soy incapaz de molestarme porque sienta pena por mí. Con ella no me importa.
—¿Has pensado ya cómo recuperar a Elara?
—No, porque no tengo ni puta idea. No consigo contactar con ella de ninguna forma, está completamente silenciada de todos y de todo. Pero espero hacerlo muy pronto. —Aprieto la tela del pantalón entre mis dedos hasta volver mis nudillos blancos—. Imagino que los demás también estarán destrozados, aunque hace ya tiempo que no sé de sus vidas.
—Por lo que me has comentado, me llevaría muy bien con Ceiden —admite con una sonrisa de oreja a oreja. La influencia del alcohol me hace perder la vista en sus labios.
—Es la mejor amiga que Leandrior ha tenido, la única persona en la que ha depositado tal nivel de confianza y que jamás la ha traicionado. Darían la vida la una por la otra.
—¿Y has comentado todo esto con Leandrior? Nadie te va a entender mejor que tú misma en otra piel.
Mi silencio me delata y me muerdo el carrillo de los nervios.
—Hasta hace poco estaba sin emociones, no conseguiría empatizar ni con todas las víctimas inocentes de Vellum.
—Pero ahora ya siente, ¿no?
Me encojo de hombros.
—Lisa...
—¡Tampoco es que pueda! —Me levanto del sofá y camino de un lado a otro a paso rápido por la sala—. Se ha encerrado en su habitación y reprime todas sus emociones delante de nosotras. Hasta hablaba más cuando no controlaba la maldición.
Kate suspira y niega con la cabeza, hasta que de pronto se me queda mirando fijamente y entrecierra los ojos. Está poniendo la mirada de detective. Camino más rápido y me muerdo la uña del pulgar, sé que sabe exactamente qué pienso.
—Le tienes miedo... —adivina.
—¡¿Qué?! —exclamo—. Como voy a tenerle miedo a mi réplica, eso es absurdo. Soy yo. —Me señalo el torso con las manos.
—A ojos de los dioses sois personas diferentes. Ella se acaba de vincular con el Heraldo de la Destrucción, lo cual implica que es un Galrey disfrazado de una mujer que camina por Galvyr. La legítima reina, nada menos. La forma de su alma es el dios que sobrevuela el mar al otro lado de vuestra mansión, y saber eso es lo que más temes.
—No he tenido tiempo de conocerla todavía —me excuso.
—La conoces mejor que nadie. Elara y tú formáis parte de ella, solo entendiéndote a ti misma lograrás descifrarla.
—Joder. —Me dejo caer sobre el sofá individual con las piernas abiertas de par en par—. Quizás debería recibir un par de clases de los propios Orígenes del Mal acerca de cómo entendernos las unas a las otras. Aunque ahora mi prioridad es Eli. Sé que Leandrior con Ceiden va a estar bien, y por supuesto también me tiene a mí, pero Elara está sola.
Tenso la mandíbula de la ira que recorre mis venas ante la impotencia de la situación.
—Te vendría bien pegarle a algo para desestresarte —comenta, fijando su mirada en mis puños.
—Quizás ir a algún club en el que pueda repartir hostias me vendría bien.
Kate suelta una risita.
—Sí. Búscate algún combate o lo que sea. A poder ser, que no sea con el borracho de la esquina.
—No, porque ahora mismo esa soy yo. —Me echo a reír a carcajadas y le pego al sofá. Escucho como cruje y dejo de sonreír—. La madre que me parió, la de cosas que se sienten estando así... En fin, mañana te compro otro, lo siento.
—Vale, máquina de matar. —Entrecierra su mirada al verme, simulando una queja, pero sin dejar de sonreír.
Nos aparto mis ojos de ella durante unos buenos instantes. Todavía sigo sin asimilar que realmente la tengo frente a mí y durante todo este tiempo no ha sido un producto de mi imaginación.
—¿Puedo dormir hoy contigo?
Sonríe.
—Ya sabes que sí.
Me levanto de mi sillón para volver al sofá en el que se encuentra ella y me tumbo sobre sus piernas. Kate sube las manos hasta mi pelo y me hace un masaje. Coge las puntas y tira de ellas con suavidad, enviándome escalofríos de placer por todo el cuerpo.
Voy a ronronear como un gato, primer aviso.
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Por el Control
FantasíaElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...