Capítulo 14

33 9 1
                                    

Kenai

¡Has cogido las rosas, las has atado en un ramo y se lo has regalado a Ceiden! ¡¿Se puede ser más cruel?!

Ha estado muy feo, hubiera preferido que quemaras la cama, joder. Aunque eso era lo que querías, ¿no? Hacerme daño. Bien, pues me vas a oír.

Cuando abres la puerta de tu habitación, luego de romperme el corazón en mil pedazos, me encuentras tumbado en tu cama, hojeando un diario de un antepasado de tu familia.

-Eso me ha molestado, que lo sepas -gruño, cerrando el diario de sopetón y tirándolo a un lado de la cama.

-Bien -me respondes con una sonrisa-. ¿Ya vas captando la indirecta?

-¿La de tentarme para que siga haciéndote sorpresas y ahora te castigue por no haber aceptado mi regalo como es debido?

-La de que no te quiero ver ni en pintura.

-Ah -digo haciendo una mueca-. Esa no.

Me levanto y doy unos pasos hacia ti.

-Aunque en pintura estoy buenísimo también -admito con una sonrisa que en otras circunstancias te derretiría.

Me miras fijamente a los ojos unos momentos, y luego, simplemente caminas hacia tu cama. Te metes dentro de las sábanas y cierras los ojos.

No me lo puedo creer.

-¿Piensas que si me ignoras me iré? -te pregunto, pero no contestas.

Ya no tienes ninguna arruga en el ceño, estás tratando de quedarte dormida en serio.

Maldita sea.

Destapo las mantas hasta el final y te dejo sola con tu almohada y tu pijamita de satén. Me abalanzo sobre ti, te obligo a tumbarte boca arriba y te apreso ambas manos a la almohada.

-Tú a mí no me ignoras -gruño.

Estás.

Sonriendo.

Como una puta condenada.

-¿No vas a hablar?

Sin respuesta.

Bien.

Libero una mano y la bajo por la parte inferior de tu pijama, rozando tu vientre. Al instante me pegas una bofetada que me cruza toda la cara.

-Anda, si estás viva.

Y te pego otra.

Me miras con furia. Vaya, vaya, parece que al final seré yo y no los experimentos de Darcy los que te despierten las emociones.

-Podemos pasarnos así toda la noche, si quieres. Comenzar una pelea para ver quién de los dos domina al otro sería una muy buena forma de crear preliminares. -Me acerco peligrosamente a tu oído-. Dime, ¿cómo de agobiante es no follar en dos meses, con el ritmito que llevabas?

-Bastante, dado que no puedo hacerlo con nadie por tu culpa.

Me enseñas los dientes, te estoy sacando de quicio. Bien. Siempre y cuando sea el único que pueda hacerlo.

-Eso no es verdad. Me tienes a mí y a mis seis versiones. Sin contar las tuyas, que también se pueden unir, por supuesto. -Te muestro mis caninos.

-¿Y te parecería bien que te follara sin sentir nada por ti?

-Todo lo que sea complacerte me vale. Me gustaría que me suplicaras, claro, pero si no puede ser, tendré que conformarme. A no ser que quieras que te suplique yo, por supuesto. -Vuelvo a sonreir-. También sería otra opción.

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora