Kenai
¡Has cogido las rosas, las has atado en un ramo y se lo has regalado a Ceiden! ¡¿Se puede ser más cruel?!
Ha estado muy feo, hubiera preferido que quemaras la cama, joder. Aunque eso era lo que querías, ¿no? Hacerme daño. Bien, pues me vas a oír.
Cuando abres la puerta de tu habitación, luego de romperme el corazón en mil pedazos, me encuentras tumbado en tu cama, hojeando un diario de un antepasado de tu familia.
-Eso me ha molestado, que lo sepas -gruño, cerrando el diario de sopetón y tirándolo a un lado de la cama.
-Bien -me respondes con una sonrisa-. ¿Ya vas captando la indirecta?
-¿La de tentarme para que siga haciéndote sorpresas y ahora te castigue por no haber aceptado mi regalo como es debido?
-La de que no te quiero ver ni en pintura.
-Ah -digo haciendo una mueca-. Esa no.
Me levanto y doy unos pasos hacia ti.
-Aunque en pintura estoy buenísimo también -admito con una sonrisa que en otras circunstancias te derretiría.
Me miras fijamente a los ojos unos momentos, y luego, simplemente caminas hacia tu cama. Te metes dentro de las sábanas y cierras los ojos.
No me lo puedo creer.
-¿Piensas que si me ignoras me iré? -te pregunto, pero no contestas.
Ya no tienes ninguna arruga en el ceño, estás tratando de quedarte dormida en serio.
Maldita sea.
Destapo las mantas hasta el final y te dejo sola con tu almohada y tu pijamita de satén. Me abalanzo sobre ti, te obligo a tumbarte boca arriba y te apreso ambas manos a la almohada.
-Tú a mí no me ignoras -gruño.
Estás.
Sonriendo.
Como una puta condenada.
-¿No vas a hablar?
Sin respuesta.
Bien.
Libero una mano y la bajo por la parte inferior de tu pijama, rozando tu vientre. Al instante me pegas una bofetada que me cruza toda la cara.
-Anda, si estás viva.
Y te pego otra.
Me miras con furia. Vaya, vaya, parece que al final seré yo y no los experimentos de Darcy los que te despierten las emociones.
-Podemos pasarnos así toda la noche, si quieres. Comenzar una pelea para ver quién de los dos domina al otro sería una muy buena forma de crear preliminares. -Me acerco peligrosamente a tu oído-. Dime, ¿cómo de agobiante es no follar en dos meses, con el ritmito que llevabas?
-Bastante, dado que no puedo hacerlo con nadie por tu culpa.
Me enseñas los dientes, te estoy sacando de quicio. Bien. Siempre y cuando sea el único que pueda hacerlo.
-Eso no es verdad. Me tienes a mí y a mis seis versiones. Sin contar las tuyas, que también se pueden unir, por supuesto. -Te muestro mis caninos.
-¿Y te parecería bien que te follara sin sentir nada por ti?
-Todo lo que sea complacerte me vale. Me gustaría que me suplicaras, claro, pero si no puede ser, tendré que conformarme. A no ser que quieras que te suplique yo, por supuesto. -Vuelvo a sonreir-. También sería otra opción.
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Por el Control
FantasíaElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...