Capítulo 0

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Kenai

Ahí estás.

Sentada en tu cama, estudiando tu libro de hechizos prohibidos. Los truenos hacen retumbar las paredes y la lluvia se estampa contra las ventanas de la mansión de tu familia, los Elésscoltar. Todos muertos, a excepción de ti.

El lugar desde el que te observo ha cambiado. Antes vivías en la casa de Aurora, repleta de árboles de cerezo, rosales y fuentes. Ahora tu alma busca consuelo en los miles de espíritus vengativos que rondan esta mansión maldita. Algunos son tus familiares, otros tratan de perturbar tus sueños por la noche.

Aunque ahora estás sin emociones, así que dime, ¿verdaderamente te molestan los fantasmas que escuchas corretear por los pasillos, o realmente has aprendido a lidiar con ellos porque ya eres incapaz de sentir miedo por nada?

Hace tan solo un par de semanas éramos pareja. Tuvimos una relación que tú me insististe y que yo traté de rechazar por tu bien, en vano. Claro que, no pude resistirme a ti al final.

Las gotas de lluvia resbalan por las membranas de mis alas, provocándome cosquilleos, y mis botines salpican agua con cada paso que doy en la oscuridad. Las sombras me envuelven a mi alrededor, como las amigas leales que siempre he tenido. Me meto las manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón mientras te veo pasar una página de ese grimorio arcaico que tanto te has empeñado en robar, porque tu ambición no tiene límite alguno.

Por eso eres mi llama oscura.

Nuestro vínculo ha sido bloqueado por Bielea, la Diosa de la Vida, y Noxos, el Dios de la Muerte y mi padre. El mismo que me creó con el propósito de ser un arma letal para los demás dioses enemigos. El mismo que, sin quererlo, me otorgó tal cantidad de poder que él mismo me teme.

Pero no te preocupes, mi querida Leandrior. Ambos sabemos que esto tiene solución, y que el bloqueo de nuestro vínculo de llamas se romperá lo antes posible, por mucho que me odies por haberte traicionado.

Muy pronto, podremos hablar por la mente, podremos sentir tu roce a kilómetros de distancia y se te formará ese tatuaje tan bonito en el hombro izquierdo, el cual no indicará otra cosa más que eres mía. Ya lo tengo, claro, pero ¿qué sentido tiene si no vamos a juego?

Me río por no llorar, malditos dioses de los cojones que nos prohibieron ser un dúo tan poderoso capaz de dominar la tierra bajo nuestros pies. Le temen al éxito, porque saben que juntos no hay quien nos pare. Pero ¿qué se supone que debo hacer yo ahora? Esto ha sido como retroceder en el tiempo, en aquella época en la que te observaba en silencio sin que tú supieras que estabas siendo vigilada por mí a cada instante.

Sé que ahora lo sabes, que ya no lo disfrutas tanto como antes y que si pudieras me arrancarías el corazón y te lo comerías delante de mi cadáver. Honestamente, no tengo ni puta idea de cómo voy a hacer que me perdones, pero haré todo lo que esté en mi mano.

Cuando desataste la maldición, tu parte racional comprendió por qué elegí a mi hijo antes que a ti. La familia, dirás. Pero no es solo ese el motivo de mi elección, mi amor, aunque de nada vale explicártelo porque no puedo. He hecho una promesa de que no lo haré hasta nueva orden, y tendré que soportar verte así de enfadada y sexy todos los días. Qué suplicio más horroroso, ¿no? Es broma, me encanta verte enfadada, me entran ganas de quemarte lo que sea que lleves puesto y abalanzarme sobre ti como un maldito salvaje. Mentiría si dijera que no me he tenido que resistir las últimas lunas nuevas a un nivel que jamás creí posible. Ya sabes, esas noches en las que me descontrolo tanto que solo las estrellas son capaces de comentar entre ellas la de barbaridades que hago.

Aunque ahora que lo recuerdo... Juraría haberle escuchado a Sirius por el vínculo telepático que una de tus fantasías era verme así de desquiciado y brutal contigo, en una de esas cientas de veces que te leyó el pensamiento sin tu consentimiento. Claro que, ahora siempre andas con un hechizo que proteja la vocecita de tu cabeza de extraños.

Y hablando de esa vocecita, ahora mismo seguro que se encuentra despertando en un nuevo mundo, llena de vida y en forma de persona, como tú o yo. Dos réplicas tuyas, me pediste. Dos Orígenes del Mal más. Una que represente el miedo y la valentía, y otra que represente la ira y la paciencia. Me emociona saber que al menos mis seis réplicas y yo podremos gozar de ti en otros cuerpos y otras personalidades, de la manera que nos venga en gana.

Nuestras miradas se conectan a través del cristal, de la lluvia y con una oscuridad infinita envolviéndome. Pero eso no es ningún obstáculo para ti, ¿verdad que no, ricura?

No hay ninguna expresión en tu rostro bello a rabiar, ni siquiera parpadeas, pero tampoco haces nada para que detenga lo que estoy haciendo. Aunque quizás sea porque sabes que no pararé, aunque a ti no te guste, no puedo evitar acosarte. Lo siento en el alma.

En realidad no lo siento, y no tengo ni alma, porque normalmente me las devoro en el infierno.

En fin, cosas de la vida, supongo.

Puta vida, para eso es mejor la muerte, joder.

Y adivina quién es la Muerte.

Exacto, nada más y nada menos que tu protector.

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora