Capítulo 5

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Elara


Como quiero a Valtian.

Siempre ha mimado y cuidado a Leandrior, y a mí hoy me ha consentido con helado de menta, chocolate y frutos del bosque. Luego me ha dado frío y me ha entrado el sueño, así que me fui a dormir a mi habitación. La cama es comodísima, podría quedarme durmiendo aquí para siempre en el mundo de los sueños. Aunque ahora que lo pienso, ¿no estoy ahí ya? Se supone que este Reino de las Hadas es donde cobran vida las historias de los cuentos.

Ni siquiera he cerrado la ventana, quiero que entre la brisa mientras me duermo, al igual que mañana al despertar. Total, no creo que vaya a ocurrir nada malo ni que se le ocurra entrar a nadie.

A no ser que se trate de un gigante pelirrojo con dos alas de ángel caído a la espalda, emplumadas como las de Kenai, y un aro negro sobre su cabeza.

-¡Ahhhhh! -grito por todo lo alto.

-¡Ahhhhh! -me responde.

Mi grito debió asustarlo a él también y ahora estamos gritando los dos.

-¡Shhhhh! -exclama tapándome la boca con su gran mano y poniendo un dedo sobre la suya-. ¡Vas a despertar a todo el mundo!

-¡Si tú gritas aún más agudo que yo!

Se comienza a reír a carcajadas que me contagian y acabamos los dos llorando de la risa sobre mi colchón. Su risa es más aguda que su voz y eso hace que me duela el estómago de las carcajadas que ya ni me salen con el paso de los minutos, y ni siquiera encuentro aire para seguir respirando. Mi cuerpo tiembla y me retuerzo como un gusano incapaz de controlarme.

-Me duele la cabeza -me quejo.

-Y a mí. Tienes una risa muy contagiosa, así no puedo -suelta como si nada entrelazando los dedos sobre su tórax y mirando al techo, mientras veo su pecho subir y bajar.

-¡Dijo el que se ríe como un payaso diabólico!

Ai no.

Volvemos a reírnos, el gigante pelirrojo acaba en el suelo y yo pataleo en la cama, hasta que nos obligamos a parar. Creo que ha pasado una media hora hasta que lo conseguimos de verdad.

Entonces él se levanta de sopetón, apoya las manos en su cintura y me sonríe con confianza.

-Me presento. Soy Denahi y represento la envidia y la caridad -dice frente a mi ventana-. ¿Y tú eres?

Me levanto rápidamente de la cama ilusionada como una niña. Una vez enfrente de él, agarro mi camisón a ambos lados y hago una reverencia femenina.

-Elara.

-Un placer conocerte, Eli -ronronea cogiéndome la mano y dejándome un beso en el dorso-. ¿Puedo llamarte así?

-Claro, Denibú -contesto con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡¿Denibú?! -exclama haciendo una mueca-. Nunca antes me habían llamado así.

-Hasta ahora.

Se encoge de hombros.

-Bien, pues Denibú entonces. Pero nada de sustos por el "bu". Armo un escándalo cuando me asustan. Es una de nuestras principales normas, "no asustar a Denahi".

-¿Y cuáles son las demás?

-Bueno, está que Aurora siempre consigue lo que quiere -explica contando con los dedos-, que el pelo de Darcy siempre permanece intacto, que no se me debe asustar obviamen...

Le interrumpo dándole un beso rápido en los labios. Cuando me mira noto el calor en mis mejillas y junto las manos en la cintura para balancearme de un lado a otro.

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora