Capítulo 4

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Kenai

¿Cómo te digo que la decisión que he tomado ha sido porque la diosa a la que los dos rezamos, me ha obligado a traicionarte y no puedo decírtelo porque me lo ha prohibido?

Tener que elegir entre mi hijo y mi llama oscura es la decisión más difícil que he tomado en toda mi existencia, y pese al resultado de mi elección, y pese a ti, agradezco con todas mis fuerzas que la diosa me hubiera facilitado esa decisión, porque de lo contrario preferiría morir antes que elegir a uno de vosotros.

¿Pero sabes qué? No voy a darme por vencido, porque soy un fiel creyente de que para querer a alguien verdaderamente, hay que aprender a odiarlo también, porque el amor y el odio son sentimientos separados por una línea muy fina y transparente.

Y me da igual lo que pienses, porque, joder, ¿crees que tengo algún tipo de control sobre mí mismo cuando se trata de ti? Voy a seguir espiándote todas las horas del día y de la noche que pueda.

Como ahora, por ejemplo.

Vas por ahí con una capucha roja en medio de la nieve, destacando a kilómetros de distancia, como si quisieras atraer a todas las bestias que acechan en la oscuridad. Puede que tú seas el verdadero monstruo, pero conmigo ha funcionado.

Por ahora no sientes nada, pero cuando descubras todo lo que vas a hacer como asesina maldita y abras los ojos, te odiarás a ti misma. Créeme, lo digo por experiencia de espía y creador de tu familia. Y para ese entonces, veré todas y cada una de las partes oscuras de tu alma, y luego me encargaré de mostrarte cómo brillan en todas direcciones como un diamante cuyos reflejos nos apuntan a cada uno de nosotros y nos dejan ciegos.

Querías independencia, ¿no es así? Pero también te encantan los retos, así que te propongo uno, y esta vez, sin mi ayuda.

¿Y si a partir de ahora de quién te debes proteger es de mí?

Irónico, ¿verdad? Pero cierto. En fin, trabajo para la bruja que mató a tus padres en un bando opuesto al tuyo. Aunque tal y como están las circunstancias, no creo que tú pertenezcas a ningún bando. Te limitas a existir últimamente, a eso y a devorar personas, ahora de forma literal.

¿Y si suelto a mi querida manada de lobos sombra para que te persigan por la nieve? Es más, voy a pedirles que sean mis espías alrededor de tu nuevo hogar. Esa mansión de tu familia que os ha pertenecido por milenios.

Prácticamente vives en el piso subterráneo, creo que hasta le has cogido cariño a los espíritus que esperan vengarse cuando mueras, pero que yo jamás permitiré que te toquen un pelo, ni siquiera muerta. Pero dejemos de hablar de tu muerte, porque para eso ya estoy yo cumpliendo el papel.

Ah, por cierto, se me olvidó comentarte algo...Como traigas a alguien a casa, o tengan segundas intenciones contigo, cómo te lo explico... Dejará de existir para siempre.

Te advertí. Te dije que ser mía suponía correr riesgo, y aún así accediste. Me advertí a mí mismo varias veces, y aún así ignoré mis indicaciones. Así que ¿qué hacemos ahora?

Sigues teniendo la marca de Valtian detrás de la oreja, un eclipse, pero no creo que te vuelva a hacer cumplir vuestro contrato ni que por lo tanto, te vuelva a pedir otra cena después de lo ocurrido. No sé, dime tú, ¿querrías cenar con él? Creo que la respuesta es no. Y ¿a que no sabes quién ha rechazado también la cena? Exacto, Elisa. Ha salido tan testaruda como tú, aunque como bien Aurora te dijo un día: tu testarudez resulta adorable.

Entras en tu querida mansión que te pertenece por derecho, y presionas el corazón de una estatua que está a tu izquierda. Los tronos de tu familia se esconden y aparecen unas escaleras. Bajas a través del pasadizo subterráneo hasta dejar tu capa roja sobre los demás amuletos de tu familia, en esa habitación repleta de reliquias que contienen un rubí teñido por la sangre de cada uno de ellos.

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora