Valtian
Hemos tenido que entrar al Laberinto de Ensueño en las Profundidades del mar siguiendo a Sirius por el agua, en su forma animal. Cuanto más nos sumergimos, más presente se hace una luz al fondo que parpadea lentamente. Al llegar a ella, todos dejamos la densidad del agua para entrar en otro lugar distinto. Ya no hay caída, ni abismo. Sencillamente, entramos en el Laberinto de Ensueño directamente dentro del árbol.
Nada más llegar, una serie de cartas vuelan por el aire en dirección a Elara. Estas se juntan todas formando una baraja, la cuál coje, y justo delante de ella se forma el Guardián de los Susurros.
—Ahí tienes tu preciado teatro. Todos ellos son tuyos, cuando tú lo decidas.
—¡Genial! —exclama Eli dando palmaditas.
Nos miramos los unos a los otros, yo lo hago a través de una rendija. Estamos los que faltamos, incluyendo a Leandrior y a Kenai, además de, por supuesto, Elisa. Todos con nuestros nuevos disfraces ya diseñados y asociados.
La baraja de Elara se extiende en el aire y de ella sale una carta para cada uno. La que tengo enfrente, es el Sumo Sacerdote. Escucho un bufido animal a mis espaldas, y me giro para ver a un caballo, del cuál estoy sujetando las riendas y ni de cuenta me había dado. Me muevo y noto un peso que cargo por cada músculo de mi cuerpo, pues al parecer llevo una armadura puesta.
—Valtian, eres el Caballo, el estratega —comenta el Guardián—. Todos siguen tus órdenes cuando el rey falta, porque eres un líder nato y fuiste creado para poner orden en el grupo. Cumples el papel de juez, porque lo que tú dictas, se hace sin rechistar.
Asiento una vez. Intento agarrar la carta del Sumo Sacerdote, pero esta regresa a la baraja de Elara al instante, la cuál ya cuenta con un par de cartas más, que imagino que serán las de Elisa, Sirius, Denahi y la suya.
El Guardián serpentea hasta ponerse frente a Aurora, quién viste únicamente con una tela blanca que tapa sus pezones y sus partes íntimas.
—La personificación del amor y la sensualidad... —canturrea el Guardián, pasando sus dedos huesudos por un mechón rosa pastel de su pelo—. Condenada a ser amada y deseada por todo el que la vea. Caprichosa y egocéntrica, pero también repleta de tal nivel de emociones intensas que desborda el agua de su elemento por las Copas.
Aurora, con el mentón bien alzado, observa la carta del Diablo en frente de ella, pero muy rápidamente esta regresa a la baraja de Elara.
El Guardián pasa por su lado y ve a Melinna vestida de dorado, repleta de joyas y riquezas. Cada movimiento hace que suenen los objetos brillantes que lleva encima. No dista mucho de su vestimenta normal en su Ciudad de Terra.
—Los Oros son tu papel, representados por el elemento de la tierra que tanto representas. Te encanta lo brillante, lo lujoso y lo caro. Eres como un dragón con el oro, codiciosa y perezosa.
Melinna se aparta el pelo negro y liso hacia detrás del hombro mientras observa la carta de La Estrella. El Guardián se acerca a Darcy en la otra punta, parece que va a dejar a Leandrior y a Kenai para el final.
—Oh, el famoso Jefe de Espías del Matadioses —comienza—. Un caballero sin armadura, pero fundido con la fría lógica digna de las Espadas. Un soldado, un protector, un guardaespaldas honorable y servicial capaz de trazar su propio camino en la penumbra.
Rápido como el filo de una espada, Darcy agarra la carta del Ermitaño y la mira con detenimiento. Su rostro igual de serio e impasible que siempre. Mira al Guardián y asiente una vez.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...