Capítulo 11

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Elisa

Llamo a la puerta de la pequeña cabaña de Katerina situada en el bosque de la ciudad de Valeria, en la Isla de Lume. El Original y los Orígenes viven en la Isla Central. Sin embargo, Elara ha sido creada en la Isla de Natureza y yo en un volcán de la Isla de Lume.

¿Por qué? Ni puta idea, quizás porque a mí no me pegan las margaritas y a Elara no le mola la roca volcánica, aunque el fuego también le pega, porque está como una puta regadera.

Podemos pasar de una isla a otra caminando o a través de portales, y afortunadamente para mí, existen siete portales diferentes en la Isla Central que conducen a las demás, lo cual me facilita mi exploración.

Os comento, los elementos que hay aquí son: Lume, fuego; Terra, tierra; Aire, aire; Natureza, naturaleza; Xeo, hielo; Auga, agua; Trono, rayo. Y cada Origen del Mal es el Guardián de uno de ellos, incluido el Original, Kenai. Y como todas las réplicas menos Elara y yo provienen de él, comparten sus mismos poderes. ¿Qué quiere decir eso? Pues que todos tienen dominio sobre la magia oscura y el poder de la tormenta.

En fin, así está la cosa.

Conste que no estoy haciendo esto para poner celosa a Aurora, sino porque realmente quiero hacerlo. Todo lo que sea distanciarme de ellos me supone un soplo de aire fresco, y no me puede importar menos lo que Aurora quiera.

Bueno, sí que me importa, en cuestiones de joderla pero bien.

Llamo a la puerta con tres golpes secos. El pomo se gira y el aroma a incienso y a velas me inunda. La figura de Katerina aparece al otro lado de la puerta, y para mi decepción, sin un sombrero de bruja.

-¿Va todo bien? -me pregunta con el ceño fruncido, sus labios carnosos entreabiertos.

-¿Del uno al diez cómo te molestaría que me quedara a dormir contigo?

-¿Es que no sabes pedirme permiso primero? -se queja sin relajar el ceño.

-¿Puedo quedarme a dormir? -pregunto con una sonrisa.

Me aguanta el contacto visual un par de segundos y acaba poniendo los ojos el blanco e invitándome a entrar. Paso enfrente de ella mientras contempla mi inmensidad y miro al fuego crepita en la chimenea, arrojando sombras danzantes por las paredes.

-He discutido con las personas con las que vivo -comento, girando el cuello por encima del hombro para verla-. Y sigo con ellos porque no tengo otro sitio al que ir, hasta ahora.

-¿Puedo saber con quién vives? -pregunta desde la otra punta de la habitación, sirviendo dos tazas de té de hierbas que estaba preparando-. Puede que los conozca.

Suspiro, y me dejo caer sobre un sillón cercano a la chimenea.

-Los Orígenes.

Se le cae la taza sobre el platito, provocando un sonido agudo.

-¡¿Los Orígenes del Mal?! -exclama mirándome atónita-. ¿Cómo es posible?

Me levanto del sillón y camino hacia su pequeña cocina, agarro una silla y le doy la vuelta para sentarme a horcajadas sobre ella.

-Voy a darte un voto de fé, brujita, y confiaré en que esto no se lo cuentes a nadie.

Toma unas pastas y se sienta en frente de mí, completamente interesada.

-Te lo prometo -jura. De alguna forma, consigue que confíe en ella.

-Verás, no estoy hecha como una persona normal, sino por sombras del Original.

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora