Elara
Era broma.
Era jodidamente mentira cada vez que creía que podía divertirme aquí dentro. Esto es un puto asco, y no puedo esperar a tener el Arco de una vez para matar a todos estos sinvergüenzas.
En cuestión de pocos días, he visto, oído, y sentido cosas horribles que me gustaría no haber conocido jamás. Me muero de hambre, y no solo de un manjar de Valtian, sino de los cuerpos de todos los capullos que merodean por aquí. Quiero matar a todos y a cada uno de ellos, restregarme en su sangre y comerme sus corazones como una maldita desquiciada.
Sí, eso me haría realmente feliz.
Todavía no me han sacado a la venta, la ondina está dale que te pego con que perfeccione la técnica de la cinta. Y yo, más allá del motivo por el que quiere que entrene tanto, lo considero útil, porque con los ojos vendados no veo nada, pero distingo mejor, lo cual también me ayuda a parecer una damisela en apuros.
Debo de mantener esa fachada todo el tiempo, pero de vez en cuando ya no es tanto una máscara, sobre todo cuando pienso en mi querido Denibú. Cuando se me viene él a la cabeza, me vengo yo abajo. El vínculo que he creado con él estos últimos meses es demasiado profundo como para enfrentarme a estar sin él tanto tiempo. Lo necesito a mi lado, y no puedo tenerlo.
Lo único que me entretiene aquí dentro son los fantasmas que merodean por la noche, por los pasillos de las celdas. Entre los mortales dicen que no podemos mirarlos a los ojos, o de lo contrario nos llevarán con ellos. Sin embargo, sus presencias me resultan familiarmente reconfortantes. Llevo rodeada de la presencia de espíritus toda mi vida, las almas de mi familia jamás se separaban de mí, así que, claro que no voy a temer a los fantasmas de por aquí.
Su presencia me amaina por las noches, como una canción de cuna mientras se acercan a mi celda. Traspasan los barrotes a veces, solo para asegurarse de que realmente estoy dormida, creo. La gente de aquí dentro tiene diferentes reacciones ante ellos. Algunos ni se inmutan, otros los miran directamente, a sabiendas de que ellos ni siquiera quieren llevárselos porque no valen lo suficiente ni para la muerte. Otros gritan, claro, a esos los atormentan más. Cuánto más miedo tienen, más se alimentan ellos.
A veces, cuando no soy capaz de dormir, me quedo mirando el suelo de su procesión por el pasillo, obviamente sin mirarlos a los ojos. Los rumores dicen que se tratan almas condenadas que murieron en estos mismos calabozos, otros que son mensajeros de otro mundo, pues al final de su caminata, se cuelan en la pared oscura del fondo y no vuelven a aparecer hasta la noche siguiente, a partir de las doce.
Esta noche los pensamientos agobiantes de Denahi me han despertado. Llevamos horas hablando telepáticamente, el sonido de su voz también me ayuda a tranquilizarme, aunque tanto el uno como el otro necesitamos urgentemente el contacto físico en nuestras relaciones. Mi vista divaga por los rincones de mi celda y más allá, mientras mis pensamientos están perdidos en un punto fijo. La voz de Denahi sigue sonando en mi mente, hasta que me doy cuenta que el lugar en el que he detenido mi mirada, no es otro que en los ojos de uno de los espíritus.
El fantasma tiene un cráneo por cabeza, con una luz diminuta en el centro de lo que serían sus ojos. La sangre se me hiela cuando se separa del grupo y se asoma a mi celda. Sus manos huesudas se aferran a los barrotes, y un viento helador se me cala en el cuerpo. Pone una mano en la cerradura y sencillamente abre la puerta, sin necesidad de llave.
Estoy temblando, por frío y por miedo. La figura flota en el aire y me doy cuenta de que las demás no han detenido su trayecto. El espíritu está a solo un metro de mí, el corazón me va a mil por hora. No puedo respirar, mis pulmones luchan por abarcar una cantidad de oxígeno que yo no aspiro. Cuando el espectro se pone a centímetros de mí, las sombras de mi cuerpo salen a mi rescate. Lo rodean en la penumbra, pero él no se defiende.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...