Melinna
El olor a chocolate caliente me llega desde la cama. Hay una taza apoyada en mi mesita de noche, hechizada con el poder de Lume para que permanezca a una buena temperatura por mucho que tarde en tomarla.
Leandrior la ha colocado ahí, me ha secado el pelo con corrientes de aire mágicas y me ha arropado en la cama, por no hablar de la tarta que me ha hecho para merendar esta tarde. Siempre ha disfrutado cuidándome, ese es su principal lenguaje del amor. Y como Pereza que soy, pues claro que gozo de sus cuidados.
Cuando termina de subirme la manta, agarro su muñeca antes de que se aleje un paso más y le pongo ojitos. Estira sus carnosos y rosados labios en una sonrisa, sus ondas negras caen hacia delante por la gravedad.
—Ya sé que tienes mucho trabajo mañana, pero me gustaría que te quedases a dormir conmigo esta noche.
Aparto la manta de sopetón del lado contrario para invitarla, sin dejar de mirarla a los ojos.
—Por favor —pido poniendo morritos.
Suspira. Veo cómo su pecho sube y baja en señal de rendición. Coloca su mano en mi mejilla y se acerca hasta rozar sus labios con los míos.
—Sabes que si me lo pides así no puedo rechazarlo. —Planta un dulce beso en mi boca, la cuál corresponde a la suya con la misma fuerza de atracción con la que se acercan dos imanes entre sí—. Te aprovechas de mí.
—Lo sé. —Le sonrío de forma caprichosa, conoce muy bien esa sonrisa.
Da la vuelta por los pies de la cama para tumbarse a mi lado y meterse bajo las mantas. Apoya la cabeza sobre su codo, apoyado a su vez sobre la almohada. Me giro para tenerla al frente, como ella me tiene a mí. Alza su mano libre y me acaricia la espalda hasta bajarla a mi cintura, donde presiona para acercarme más a ella. Luego la mueve hacia mi rostro y me pone el pelo por detrás de la oreja.
Algo se mueve dentro del vacío eterno de sus ojos. Veo la pupila de Leandrior por primera vez en toda mi vida, pero no es redondeada, sino afilada. Su iris ya no es negro, sino rojo llameante.
Como si me echaran un caldero de agua fría por la cabeza, me aparto de ella y me levanto de la cama. Esto no es real, nada lo es.
—Estoy soñando... —murmuro pasándome la mano por el pelo para apartarlo de la cara.
Leandrior permanece impasible, hasta que acaricia el espacio de la sábana a su lado.
—Vuelve conmigo —me pide.
Me alejo un paso más y niego con la cabeza.
—No, esto no puede estar pasando. Tú ya no diriges la escuela de Atrapa la Bandera, devoras gente en tu mansión. Ha pasado mucho tiempo desde esto. Nada es real, tú y yo no somos... —Las palabras se me atascan en la garganta, incluso en el mundo de los sueños soy incapaz de pronunciarlas.
Leandrior sonríe sin malicia, juguetona. Es la reencarnación del diablo, pero a la vez es la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida. Se destapa y camina de rodillas hasta mí. Me agarra de la mano y no impido que me acaricie con el pulgar.
—¿No somos qué?
Agarra un mechón de mi pelo y lo enreda entre sus dedos.
—Tú me odias —susurro.
—¿Odiarte? —pregunta haciendo una mueca—. ¿Cómo podría?
Se lleva el dorso de mi mano a los labios y deposita un beso en él. Hace el amago de tirar de mí para acercarme.
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Por el Control
FantasyElara y Elisa son dos réplicas de Leandrior Elésscoltar, la verdadera reina del continente de Galvyr cuyo trono ha sido usurpado por la Bruja Negra. Ambas son mujeres de distinto físico y distinta personalidad, pero que proceden de una misma persona...