Capítulo 28

28 7 0
                                    

Elisa

Elara descansa en su cama, llevo sin quitarle el ojo de encima desde que la traje aquí. Apenas habla, y cuando lo hace, me miente diciéndome que está bien y que puedo irme. Llevo toda la noche con ella, descansando en el sillón rosita que está pegado a la ventana con las piernas abiertas y los brazos cruzados.

Me maldigo a mí misma por no haberla sacado antes de ese maldito lugar. Ya sé que era parte del plan, pero joder, no creía que ese entorno fuera a afectarla de manera tan drástica.

De verdad, deberíais haberla visto. Estaba apagada, sin vida, y ahora sigue igual después de que se le haya caído la máscara. Ninguno de nosotros, ni siquiera vosotros os habéis dado cuenta de lo mal que lo estaba pasando ahí dentro.

En ese jodido teatro era un personaje más, sólo eso. Y al abrir los ojos al día siguiente se encontraba con la misma mierda innecesaria de siempre, pero es tan optimista que lo dejaba pasar con tal de hacernos felices a nosotros y a Leandrior.

Delante nuestra actuaba como siempre, alocada y alegre, y por el vínculo respondía igual, pero hasta yo puedo ver su corazón malherido. Qué ciega he estado, joder. Siento una culpa que no me cabe en el pecho, la dejé sufrir en silencio cuando aún por encima se trata de mi propia réplica. Qué vergüenza, qué rabia, qué todo.

Oigo que se mueve en la cama e inmediatamente la miro y me levanto por acto reflejo. Los primeros rayos del amanecer entran a través de sus cortinas y se plasman en la pared. Elara se frota los ojos y me mira con rostro somnoliento. Agita la mano a modo de saludo.

—Hola —digo en un hilo de voz—. ¿Qué tal te encuentras?

Se encoge de hombros y pierde su mirada en un punto de la habitación.

—¿Le han dado ya el papel a Sirius? —pregunta con voz somnolienta—. ¿O tenemos que volver a repetir la prueba?

—Descansa un par de días, te va a venir bien. Las putas pruebas ya esperarán a que te recuperes.

—Pero no hay tiempo que perder, estamos en guerra y...

—Y nada —la interrumpo—. Vellum sigue sin saber dónde está Leandrior, así que no hay prisa.

—Pero va en busca de Iskras de dragón...

Avanzo hasta sentarme en la cama, en frente de ella, y la agarro de las manos.

—No te voy a dejar continuar con la misión hasta que te recuperes. Podremos hacer lo que tú quieras, lo que te haga feliz. Valtian puede prepararte comida rica y luego si te apetece damos un paseo.

Me mira con los ojos de pupilas de corazón muy brillantes y los labios entreabiertos.

—Tú... ¿quieres pasar tiempo conmigo? —me pregunta casi en un susurro.

—Bueno, ya hemos vivido una aventura juntas y ha estado bien —digo con una sonrisa reconfortante que la contagia a sonreír también—. Y ya que tú y yo estamos más unidas que con cualquier Origen de aquí, sería un desperdicio que al menos no intentásemos llevarnos bien.

—Bien dicho —afirma Sirius apoyado de repente en el marco de la puerta.

Está ileso, y parece tranquilo. Viste pantalones anchos y cómodos junto con una camiseta de tirantes blanca, que deja al descubierto varios de sus tatuajes por los brazos y el pecho. A mí también me gustaría hacerme uno en algún momento.

—Gracias por haberme sacado de allí —dice Elara en un hilo de voz, mirando primero a uno y luego al otro—. Creo que ya comenzaba a pasarme factura todo lo que he vivido y visto. —Niega con la cabeza, como si así de librara de sus pensamientos negativos—. Pero bueno, hablemos de otra cosa... Sirius, ¿por qué ayer estabas disfrazado de la parca?

Por el ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora