Las sorpresas de Dumbledore

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El esperado uno de septiembre ya había llegado. Todos los alumnos se preparaban para ir a la estación de King's Cross, y Draco Malfoy no era la excepción. El chico se puso la túnica del colegio y se disponía a bajar cuando su madre lo llamó:

—¡Draco, se hace tarde, hijo!

—¡Ya voy, madre!

Pero en el vestíbulo, Narcisa, Bellatrix y Julieth estaban conversando acerca de lo que sucedió en el callejón Diagon hacía pocos días.

 —Y el muy imbécil me dejó allí sola en ese asqueroso callejón —terminó de narrar Julieth.

Bellatrix no podía parar de reír haciendo rabiar aún más a la mujer, Narcisa en cambio negaba con la cabeza en señal de reprobación.

—Pues lo tienes bien merecido, Julieth —le reprochó—, ya que ni tú, ni Rodolphus ni mi hermana tenían derecho a jugar así con los sentimientos de Severus.

—¿Qué sentimientos, Cissy? —intervino su hermana todavía riendo—. No seas cursi. Somos mortífagos, aquí nadie tiene sentimientos.

—Además solo nos divertíamos —añadió Rodolphus que llegaba en ese momento desde la cocina en compañía de Lucius—. Yo nunca me imaginé que Severus fuese a caer, aunque sí que te costó, ¿eh? Al final no sé cómo lo hiciste.

Julieth sonrió con astucia y se encogió de hombros, Lucius era de la misma opinión de su esposa.

—A mí me parece que ya están bastante creciditos como para hacer bromas —dijo Lucius—, además, Severus siempre ha sido mi amigo y el de esta familia, así que no quiero ganármelo de enemigo por culpa de las bromitas pesadas de ustedes.

—¡Ya está, primo! —dijo Julieth haciendo un gesto de indiferencia con la mano—. ¡Que melodramático! Solo queríamos probar si a tú amigo le gustaban las mujeres.

Rodolphus y Bellatrix volvieron a reír con más ímpetu.

—Como nunca le hemos conocido una novia —intervino Rodolphus ahogado por la risa.

—¡Payaso!  —musitó Lucius mirándolo con desprecio, luego miró hacia la escalera y llamó a su hijo—. ¡Draco, se hace tarde! —a continuación volvió a mirar a su prima y a los Lestrange—. Será mejor que se atengan a las consecuencias porque conociendo a Severus, sé que no se va a quedar con esa, él no es el bufón de nadie.

Julieth dejó de reír acordándose de aquel día en el callejón Diagon, los otros no le dieron más importancia al asunto y Draco bajó al fin. Detrás de él varios elfos llevaban su equipaje, y al fin estuvieron listos para partir a Londres.



En la estación de King's Cross, cientos de muggles iban de un lado a otro buscando su andén, pero solo dos de ellos acompañaban a los Weasley, a Sirius y a Harry Potter. Eran los señores Granger, los padres de Hermione que habían ido a despedir a su hija. 

Alastor Moody, Nymphadora Tonks y Remus Lupin también acompañaban a las familias, sobre todo para resguardar al niño que vivió, ya que pese a lo que opinaba el ministerio de magia, los aurores y su jefe, Ojoloco Moody, creían en lo que Harry y Dumbledore decían. Lord Voldemort había vuelto, solo que estaba escondido y al asecho. 

De dos en dos fueron cruzando el muro que separaba a los andenes nueve y diez, y que los conducía directamente al andén nueve y tres cuartos.

—¡Qué emocionante! —expresó Anastasia Granger, la madre de Hermione, cuando ella cruzó el muro en compañía de su hija—. No dejo de sorprenderme con la magia.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora