En la torre de astronomía

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Severus y Emily regresaron al castillo, pero cuando el profesor de pociones vio a Tonks y a Granger que se acercaban, se despidió de la cantante dándole las gracias por los regalos una vez más y se perdió en la tranquilidad de sus amadas mazmorras, quería escuchar el disco de Las Brujas de Macbeth en su habitación, necesitaba oír de nuevo la hermosa voz de Emily cantando para él, sólo para él ¡Por Merlín! Si tan solo pudiera decirle que la amaba, que la necesitaba, nuevamente estaba siendo víctima de la Amortentia, pero esta vez era diferente, porque la propia Emily era una Amortentia viviente como bien rezaba el titular de El Profeta el día de navidad después del baile y él sabía que no solo era su colosal belleza la que lo atraía como si fuese un imán, sino su humildad a pesar de todo lo que poseía y también su enorme valor para enfrentar la vida y para defender sus decisiones ante cualquier amenaza.

 La admiraba porque si tan él hubiese tenido sólo un poco de ese valor hace muchos años, de seguro su vida sería muy diferente ahora, entonces ¿Por qué tampoco podía tener valor ahora? Se había portado como un Gryffindor en muchas situaciones de su vida, pero sobre todo al enfrentar el peligro inminente de exponer su vida siendo un doble espía, tener que fingir fidelidad a un ser que despreciaba sobre manera, demostraba su gran valía y sin embargo, una vez más le temblaba el pulso para expresar sus sentimientos, otra vez el miedo se apoderaba de él y le impedía decirle a una mujer que la amaba, ese perverso miedo al fracaso y al rechazo volvía a poseerlo, también pensaba que Emily debía estar enamorada aun de ese desgraciado de Roger Carter aunque ella se hubiese empeñado en demostrar lo contrario la noche del baile.

 Severus aun recordaba sus lágrimas de tristeza y sus sollozos de amargura cuando ella se enteró que su ex novio iba a casarse, y aunque ella lo hubiese olvidado; tal vez no estuviese dispuesta a amar de nuevo y mucho menos a él, al murciélago de las mazmorras, pero en ese momento impulsada por aquel valor tan anhelado, una batalla comenzó a librarse dentro del pobre profesor de pociones.

—Esta vez no me dejaré vencer por el miedo —se dijo a si mismo.

Pero la voz de Sirius le llagaba con claridad a su mente, recordándole el día del altercado que tuvieron en Grimauld place.

Es tiempo perdido Quejicus, ella jamás se fijaría en alguien como tú.

—No me importa —volvió a reflexionar el hombre recordando la suavidad de la piel de Emily – No voy a dejar que ella también se aleje de mí, seré valiente y si es preciso insistiré con ella.

Por otra parte, Emily, Hermione y Tonks se reunían en uno de los pasillos del colegio, ambas estaban ansiosas por saber más sobre esa repentina amistad y simpatía que había surgido entre el profesor y la cantante, pero solo la Metamorfomaga estaba dispuesta a preguntar sin rodeos.

—¿Y bien? ¿cómo es que el murciélago y tú ahora son amigos? —inquirió la joven Auror tomando asiento en un muro de piedra.

—¡Tonks! —increpó Hermione.

Emily rió.

— No pasa nada, Hermione. Sí, somos amigos, hemos decidido llevar la fiesta en paz —respondió—.   Él no es tan amargado como siempre creí.

—Sí, si por supuesto y lo dejó bien claro el día del baile —contestó Tonks muy risueña—. ¿O más bien no será que tú lo has hecho cambiar de alguna manera?

Emily dejó escapar una escueta risa.

—¿A qué te refieres?– Preguntó.

—¡Vamos, Emily! —respondió Tonks—. Él jamás habría siquiera movido un solo musculo aunque estuviese en un baile si hubiese asistido con cualquier otra mujer que no hubieses sido tú.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora