Un gran reto

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Con que te dio Amortentia, ¿eh?

Dumbledore estaba en su despacho conversando con Snape acerca de lo ocurrido la noche anterior, él le contó con lujo de detalles todo lo que escuchó junto a Lucius Malfoy detrás de esos arbustos sin que Julieth y Narcisa se percataran de su presencia.

Lo sabía volvió a hablar Dumbledore—, te dije que te había hechizado o algo parecido.

Pero Albus ¿cómo podía pensar que algo así me sucedería a mí? dijo Snape—. Modestia aparte soy muy bueno con las pociones y sé muy bien como reconocer sus efectos, sin duda tiene que ser un gran pocionista el que elaboró el brebaje y le dio las instrucciones a esa... a esa...mujer.

También te dije que te sorprenderían las cosas que pueden lograr las mujeres con su astucia rebatió el director hablando con sabiduría.

Anoche mismo preparé el antídoto, pero ahora tendré que andarme con cuidado, tal vez tenga que seguir el ejemplo de Alastor, preparando mi propia comida y bebiendo de mi propio envase contestó Snape indignado—. Sin duda alguna seré más cuidadoso que antes.


Ese día, los alumnos de Durmstrang y los de Beauxbatons partieron rumbo a sus países de origen, solo Madame Máxime se quedó en Hogwarts ya que tenía que acompañar a Hagrid en una misión que les había encomendado Dumbledore.

 Espina, Sasha y Gloria también tendrían que partir, cada una quería continuar con sus merecidas vacaciones, de modo que se despidieron de Emily con la promesa de que la verían nuevamente en navidad, y los alumnos de Hogwarts las despidieron aquella mañana en medio de vítores y aplausos antes de que cada una de ellas se perdiera de vista entre las llamas esmeralda de una de las chimenea del gran comedor.


Los días pasaron y se hicieron cada vez más fríos, de vez en cuando llovía y Emily aprovechaba esas ocasiones para tomar su guitarra o su armónica junto a un trozo de pergamino para componer algunas letras, sus lugares favoritos cuando hacía aquello eran la torre de astronomía, el puente de madera que conectaba el castillo con la explanada que conducía a la cabaña de Hagrid, y por último estaba su árbol favorito, el Haya frente al lago negro. 

En el tiempo que llevaba en el colegio, la muchacha había logrado la amistad de mucha gente, pero sobre todo de Hermione y Tonks, conversaba mucho con ellas y siempre tenía buenos consejos para ambas. A Hermione le sorprendió que, habiendo sido tan traviesa y rebelde en el pasado como lo continuaba siendo en el presente, Emily hubiese tenido excelentes calificaciones.

Ese día los chicos de Gryffindor y Slytherin del quinto curso, como siempre estaban contando los minutos para que la clase de Snape terminara y diera comienzo las que consideraban las clases más divertidas que jamás hubiesen recibido, las de música. 

Pese a los convencionalismos de Musbick, éste permitía que Emily usará su propia metodología de aprendizaje de la música, «al fin y al cabo es arte», decía el profesor,  «el arte no tiene paradigmas, es simplemente cuestión de sentimientos y sensibilidad». 

En las mazmorras, específicamente en el salón de Pociones, los estudiantes intentaban preparar el filtro de paz que Snape les ordenó. Hermione lo había logrado sin dificultades, y ya estaba tomando un poco con un cazo para ponerla en un frasco de vidrio etiquetado con su nombre y el de la poción para entregárselo a Snape.  

El ambiente estaba bastante relajado, pero aun así Harry luchaba con el contenido de su caldero, el cual era pastoso y de aspecto oscuro. En ese momento Snape, que lo estaba mirando desde su escritorio, se acercó a él con pasos lentos y firmes.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora