Do, Re, Mí

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Al día siguiente, los chicos despertaron con el alba, debido a la emoción de tener a una gran estrella del espectáculo dentro de los muros de Hogwarts. Los estudiantes se concentraron todos en las diversas salas comunes para esperar a que se hiciera la hora para ir a desayunar.

 En la de Gryffindor, el trío de oro no era la excepción. Cuando el reloj que estaba sobre la chimenea anunció la hora tan anhelada, todos atravesaron el hueco del retrato y salieron casi en tropel en dirección al gran comedor. 

En vano fueron los esfuerzos de Hermione para hacer que los emocionados estudiantes no corrieran por los corredores.

—Ronald, tú también eres prefecto, deberías dar el ejemplo —dijo la joven muy irritada, corriendo detrás de Ron y Harry.

Una vez ubicados en sus mesas, todos notaron que Emily no estaba presente en la mesa de los profesores y eso causó nerviosismo entre los chicos.

 —¿Dónde está ella? —preguntó Seamus Finnigan a la profesora McGonagall mientras ésta le entregaba su horario de clases.

—Si se refiere usted a la señorita Smith —contestó ella—, todavía no ha llegado a desayunar, pero no se ha ido del castillo ni nada parecido, ¿satisfecho?

El joven asintió y los demás se tranquilizaron hasta que vieron entrar a la joven cantante, entonces comenzaron a aplaudirla y a vitorearla. 

Severus frunció los labios y entornó los ojos.

Su ruda indumentaria de muggle no concordaba con la que debería llevar un profesor (jeans rasgados en las rodillas y botas de cuero) Su apariencia correspondía con lo que era, toda una diva del Rock.

—Por eso no soporto a las celebridades, siempre quieren llamar la atención —dijo el profesor de Pociones—, es por ello que la señorita Smith llegó tarde hoy, porque quería que la recibieran rindiéndole pleitesía, además parece una pordiosera con esa apariencia.

—Sé que las celebridades nunca han sido de tu agrado —contestó Dumbledore muy sonriente a su lado—, sino pregúntale a Harry, pero ni Emily ni él tienen la culpa de que la gente los ame.

—Aunque la verdad es que actualmente Potter no puede afirmar eso —respondió Severus refiriéndose a lo que decía El Profeta acerca de que Harry mentía al decir que Voldemort había vuelto. 

Para su desgracia, Emily tomó asiento a su lado.

—¡Qué tal! —lo saludó la mujer acompañando la expresión con un movimiento de cabeza—. ¿Cómo estás, Snape? 

—Profesor Snape para usted, señorita Smith —respondió él con seriedad y su acostumbrado tono de voz pausado.

—¡Uhhhh! —exclamó la chica abriendo mucho sus ojos azules entretanto sonreía burlonamente—. Ya veo que sigues siendo un gruñón.

—Y yo veo que usted sigue siendo la misma chica revoltosa y desagradable de siempre —respondió él.

Ella rió, lo que molestó al profesor. De pronto recordó con más claridad las veces que lidió con la rebeldía de la joven.

—¿Por qué no le pones azúcar a tu cereal? Tal vez te quite lo amargado —comentó la cantante.

Él la fulminó con la mirada y ella por su parte, muy sonriente saludó a los alumnos desde su lugar. Nadie dejaba de mirarla, en especial los chicos que alternaban su atención entre su comida y la bellísima cantante que en ese momento untaba un poco de mermelada en una tostada.

—¡Por Merlín! ¡Qué hermosa es! —dijo Colin Creeve con una expresión plácida en el rostro.

—¡Por Merlín! ¡Qué hermosa es! —dijo Colin Creeve con una expresión plácida en el rostro

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Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora