Los TIMOS y la huida de Hagrid

993 78 16
                                    



Emily estaba extasiada con la noticia de que Remus Lupin y Nymphadora Tonks iban a casarse, tanto que entró al castillo anunciándoselo a todo el mundo, los leones también estaban muy felices por la repentina victoria de Gryffindor contra Ravenclaw, de modo que el equipo de Quidditch, con la venia de McGonagall desde luego, invitó a todos sus amigos aunque pertenecieran a otras casas a celebrar con ellos en su sala común. Emily también fue invitada pero Severus a quién invitaron por mera cortesía para con la cantante, como era de esperarse no aceptó la invitación. Desde luego también invitaron a Remus y a Tonks quién se echó una escapadita para compartir los maravillosos acontecimientos que vinieron a colmar de alegría a todos y que tanta falta hacían.

El resto de los estudiantes y profesores se habían ido al gran comedor para su acostumbrada cena, pero Severus Snape optó por cenar en su despacho, en la tranquilidad de sus amadas mazmorras.

El hombre pensó, reflexionó mucho acerca de los últimos acontecimientos, pero también en algo que se había planteado desde antes...

Recordó inevitablemente el momento en que Remus Lupin y Nymphadora Tonks anunciaron su compromiso. Él Amaba a Emily desaforadamente, sabía que ella también lo amaba, por eso desde hacía mucho tiempo se había planteado la posibilidad de pedirle matrimonio, pero a su mente llegaba inexorable el fatídico recuerdo de cuando le mostró un anillo de compromiso a Julieth y ésta se rió en su cara revelándole que su relación había sido una farsa, una vil apuesta. Cuando él tomó el antídoto para la Amortentia que Julieth le había dado, comprendió enseguida que no había estado enamorado de ella realmente, pero no por eso su orgullo se sintió menos herido.

En ese momento abrió una de las gavetas de su escritorio, metió la mano y extrajo un objeto el cual no había visto desde hacía mucho tiempo, una pequeña caja de terciopelo rojo, la abrió y allí estaba el anillo de compromiso que en un principio pl...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En ese momento abrió una de las gavetas de su escritorio, metió la mano y extrajo un objeto el cual no había visto desde hacía mucho tiempo, una pequeña caja de terciopelo rojo, la abrió y allí estaba el anillo de compromiso que en un principio planeaba darle a Julieth, entonces se estremeció.

Emily no solo era una mujer supremamente bella debido a su condición de mitad Veela, también era rica de cuna aunque más tarde se hizo su propia fortuna, provenía de una familia de sangre pura, era exitosa en lo que hacía y además increíblemente famosa ¿y si ella no aceptaba?Pues, aunque él no era pobre como lo había sido durante su infancia, no podría ofrecerle la vida de lujos a la que estaba acostumbrada, pero entonces en ese preciso instante una sonrisa se dibujó en el rostro del pocionista al recordar la mirada de pueril emoción que tenía Emily cuando visitó su humilde vivienda en la calle de La Hilandera.

Emily era una mujer muy poco convencional, pese a su cuantiosa riqueza, era pobre de solemnidad, pese a su enorme belleza carecía de vanidad, vestía con ropa negra, cómoda y llena de calaveras y otros símbolos del rock, porque con eso satisfacía su propio gusto y no el de los demás. A pesar de ser tan famosa jamás se jactaba de ello, era en cambio humilde, decía siempre lo que sentía y se rebelaba contra las injusticias, pero también era una mujer sensible y frágil aunque no le gustara admitirlo, conservadora para ciertos temas aunque no lo parecía en lo absoluto y también romántica y bohemia ¿tal vez habría soñado ya con que él le hiciera tal propuesta? No lo sabía, porque ella nunca se lo diría pues también tenía su orgullo, a pesar de que había sido ella en teoría la que le había pedido a él que salieran juntos.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora