El ataque

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La tarde siguiente, en la mansión de los Malfoy, estos se encontraban tomando el té y comiendo pastelillos de moka, Narcisa, Lucius y Julieth conversaban junto a Bellatrix y Rodolphus acerca de los planes del señor tenebroso, no sabían cuál de ellos podía ser el encargado para liderar la misión de buscar la profecía, pero sabían que debían hacer un buen trabajo o de lo contrario pagarían las consecuencias de ello. 

Los Malfoy (Narcisa y Lucius) a pesar de que aun conservaban sus cánones sobre la pureza de la sangre, hace tiempo que habían querido desligarse de Voldemort, ya que habían visto como no tenía el menor reparo en asesinar hasta a los miembros de su propio bando, así como en tratarlos a ellos como escoria en su propia casa cada vez que llegaba allí para una reunión. Ellos jamás habían sido asesinos, solo prejuiciosos y arrogantes, pero era precisamente ese miedo el que les impedía apartarse, traicionarlo representaría una muerte segura, no podían hacerlo, por eso debían seguir adelante con todo aquello, además, estaban los Lestrange que le demostraban una devoción infinita y casi enfermiza a ese oscuro ser, de modo que los Malfoy no podrían expresarles su inconformidad con él.

 Julieth en cambio pensaba diferente a ellos, ella si quería continuar sirviéndole a Voldemort como lo hubo hehco su padre, ella no solo se limitaba a despreciar a los muggles y a los descendientes de estos como lo hacían su primo y el resto de su familia, sino que su odio y su intolerancia eran tan inmensos que se decía que en más de una ocasión hasta había llegado a asesinar, era mucho más que arrogante y altiva, era una mujer obsesiva y malvada. Estaba acostumbrada a tenerlo todo y si algo se interponía en su camino, estaría dispuesta a quitarlo, por eso su primo Lucius y Narcisa habían agradecido al cielo que ni ella, ni los Lestrange habían visto la publicación de El Profeta de hacía unos pocos días atrás donde se anunciaba el romance entre Snape y Emily, ni Julieth ni los Lestrange solían leer las noticias del periódico y Los Malfoy sabían que si los Lestrange se enteraban de ello, se lo contarían a Julieth solo por molestarla pero ¿por cuánto tiempo más podrían ocultarlo?

—Ya estoy harta de estar encerrada aquí se quejó Bellatrix.

—La casa es bastante grande, por lo tanto tienes bastante libertad aquí —respondió su hermana—.  Además, aquí están seguros, ni Rodolphus ni tú pueden siquiera pensar en salir al jardín porque ya saben que los de la orden esa estuvieron vigilando a Lucius un tiempo y si los descubren irían a parar a Azkabán de nuevo y quizá nosotros también por cómplices.

—Cissy, eres una miedosa —dijo Bellatrix con una sonrisa hipócrita.

—Narcisa tiene razón Bella —intervino Lucius—, es mejor para ustedes y para nosotros que permanezcan aquí mientras el señor tenebroso así lo ordene, él no quiere perderlos de nuevo y de seguro los necesitará para la misión.

—Sí, tienen razón —respondió Rodolphus—. Aunque hace tanto que no volamos o corremos por ahí infundiendo el terror, sólo sabemos lo que ocurre afuera por ustedes.

—Pues no se preocupen —saltó Julieth después de limpiar sus labios con una servilleta—, es un placer para nosotros mantenerlos informados.

En ese momento una explosión se escuchó afuera de la puerta principal y enseguida sonó la campanilla, ellos estaban en un salón de visitas junto al vestíbulo y por eso lo escucharon claramente

—¡Loopsy! ve a abrir la puerta —ordenó Lucius a una elfina que iba pasando en ese momento junto al salón.

La elfina asintió y fue a ejecutar la orden, a los pocos segundos regresó para anunciar la visita.

 —Es madame Smith, señor, ella está en el vestíbulo señor. Loopsy no la trajo hasta aquí porque están los señores Lestrange señor y Loopsy sabe que nadie debe verlos —contestó la elfina con su vocecita chillona.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora