Una visita inesperada

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Había transcurrido una semana después del viaje a Hogsmeade, Harry, Ron y Hermione estaban bastante satisfechos con las reuniones de la organización a la cual decidieron llamar ED o Ejército de Dumbledore, aún y cuando habían encontrado algunas trabas para fundarla al principio, lo primero fue que la mañana siguiente del viaje a Hogsmeade se encontraron con un pedazo de pergamino en el tablero de anuncios que llevaba por título:

Por orden de la Suma Inquisidora de Hogwarts

Era el decreto de enseñanza número 24, el cual en un principio había sesgado las esperanzas de los chicos de hacer sus preciadas reuniones, ya que el mismo prohibía la creación de clubes, sociedades o equipos, y que cualquier reunión de tres o más estudiantes se consideraría como tal, por lo tanto deberían pedirle permiso a Umbridge para formar cualquier equipo y eso incluía al de Quidditch.

Angelina decidió ir a hablar con la suma inquisidora, pero ella rechazó su petición aunque más tarde tuvo que aceptarla por intercesión del director y de la profesora McGonagall.

El decreto también significaba que tenían que buscar algo más que una sala vacía para practicar hechizos de defensa, tenían que ocultarse ahora más que nunca; por lo tanto Harry fue a buscar la opinión de su mentor, Remus Lupin, quien le resulto de gran ayuda, no solo porque le sugirió muy acertadamente la sala de los menesteres, sino también porque le prestó algunos libros de defensa y le dijo que en la sala encontraría muchos más, además de que lo orientó muchísimo en hechizos que el propio Harry no dominaba muy bien.

Desde que Harry y sus amigos hallaron la sala evanescente todo funcionaba de maravilla, a pedir de boca, los chicos cada vez aprendían más hechizos y se regocijaban con marcarle un tanto a Umbridge y al ministerio sin que estos sospecharan algo. Emily y Tonks también estaban al tanto de las reuniones e incluso propusieron distraer a Umbridge cuando ellos se fuesen al séptimo piso para sus clases.

También los miembros del ED tuvieron que repartir el tiempo entre sus deberes académicos y los de música. Harry logró escribir algo con la ayuda de Emily, ella lo había orientado a encontrar su inspiración. 

A Ron le había costado escribir pero según la opinión de Emily lo había hecho bastante bien, aunque al igual que Harry, no tenía ni idea de que instrumento musical usar, ni mucho menos como tocarlo. 

Hermione por su parte, ya tenía todo listo y solo esperaba que su mentora le hiciera los arreglos necesarios.

Umbridge por su parte cada vez estaba más molesta porque en Hogwarts reinaba la alegría, los alumnos tarareaban por los pasillos mientras se dirigían a sus respectivas clases, Snape también había notado que sus alumnos practicaban algunos arpegios en voz muy baja mientras revolvían las pociones dentro de sus calderos, y se sorprendió al comprender que aquello no le molestaba en absoluto, más bien le recordaba a Emily y eso le agradaba. Pensaba en ella más que nunca, en sus rizos dorados, en sus ojos azules, en su sonrisa cándida y su actitud decidida para enfrentar la vida... ¿Por qué la pensaba tanto? ¿por qué la rebelde mujer había dejado de desagradarle? ¿o tal vez nunca le había desagradado? 

Snape se hacía todas estas preguntas mientras se encontraba sentado en su cama, recostado de la cabecera sosteniendo un libro, la biografía de Las brujas de Macbeth. Gracias a ella logró ahondar en parte del pasado de esas jóvenes, especialmente en la que más le interesaba, Emily Smith, pero... ¿por qué? ¿por qué le interesaba? Snape trataba de responderse a sí mismo aquellas preguntas pensando en que tal vez su condición de mitad veela lo distraía, pero en el fondo sabía que era mucho más que eso, mucho más que una simple distracción, entonces ¿qué sentía realmente por ella? 

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora