Una tarde muy divertida

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Los días sucesivos, Las Brujas de Macbeth asistieron al estudio de grabación para continuar trabajando en el nuevo disco, pero esta vez sin la compañía de Severus ya que querían que el resto de las canciones fueran una sorpresa, tampoco Sirius pudo asistir pese a ser el nuevo representante de la banda, las canciones del disco debían ser una sorpresa para todos.

Ese día particularmente era muy especial, pues era el último día de grabación y además al concluir, Las Brujas de Macbeth, tendrían una tarde de compras, pero no cualquier tarde, estarían acompañadas de Boris Costner porque él iba a ayudarlas a escoger todo lo necesario para la boda de Nymphadora y Remus.

En Grimauld Place, Espina y Sirius se encontraban sentados en la gran mesa del comedor y pese a estar sentados el uno junto al otro, aquella mesa al igual que la casa les parecía aún más grande debido a la ausencia del resto de los miembros de la Orden que sólo iban de vez en cuando.

La señora Black estaba inconsolable, aún no se hacía a la idea de que su hijo estuviera viviendo en unión libre y mucho menos con una mujer de procedencia muggle. Todos los días lloraba, gritaba, maldecía y aseguraba que de estar viva y libre del marco que la apresaban ya le habría arrojado una maldición a la muchacha, pero todo aquello no hacía más que divertir a la feliz pareja lo que enfurecía aún más a la susceptible bruja.

Kreacher por su parte, se mostraba reticente a atender a la nueva señora de casa y sólo accedía a hacerlo si Sirius daba la orden.

—Esto es una vergüenza —musitba el elfo mientras vertía café dentro de una jarrita de cristal finísimo—. Kreacher no debería hacer esto.

—¿Qué tanto murmuras, cabezón? —preguntó Sirius de mala gana—. ¡Ven aquí y sírveme un poco de café con dos de azúcar!

—No deberías ofenderlo, Sirius —se quejó Espina—. Por eso es que él es así y deberías pedir las cosas usando las palabras mágicas... «Por favor» y «Gracias» al menos eso siempre me dijo mi madre.

—No creo que con este funcione, yo no puedo tratarlo de otra manera... Todavía no olvido que puso la vida de Harry y los demás en peligro enviándolos al ministerio .

—Kreacher no puso la vida de nadie en peligro señor —repuso el elfo mientras arrojaba dos cubitos de azúcar dentro de la taza de Sirius.

—Mentiste, le mentiste a Harry diciéndole que yo estaba en el ministerio cuando en realidad estaba arriba curándole a Buckbeak la herida que tú le hiciste —espetó Sirius mirándolo con ira.

—Pero kreacher se planchó las manos debido a eso, señor.

—¿Y en serio crees que eso lo arregla todo? ¡Claro! Tal vez creas que puedes matarme o algo así si a cambio te matas tú también.

—¡No!... No señor, Kreacher jamás asesinaría a su amo —respondió el elfo aterrado ante aquella posibilidad.

—Bueno ¡Basta ya! —dijo Espina—. Ya dejen de hablar de cosas que no son agradables. Lo que hizo Kreacher estuvo mal, pero ya pasó y ¡Gracias a Dios! no les pasó nada grave ni a ti ni a nadie más... Ahora, cerrado el caso, vamos a desayunar en paz. kreacher ¿podrías servirme también a mí un poco de café con leche? Con tres de azúcar, por favor.

—La sangre sucia que se cree ama de Kreacher intenta darle órdenes a Kreacher, pero Krecher no la escucha porque no es su ama legítima —respondió el elfo.

—¿Cómo te atreves? —dijo Sirius, levantándose raudo de la silla al tiempo que tomaba al elfo por la funda que le servía de vestimenta para alzarlo en el aire—. ¿Cómo fuiste capaz de ofenderla?

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora