La carta

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Era de noche y un denso humo negro se fundía con la oscuridad de la negra y fría noche, pasaba por encima de las copas de los árboles, de algunas casas, de los autos y de personas que a esa distancia lucían extremadamente diminutas, se deslizó por el aire surcándolo hasta que fue aminorando la marcha conforme se acercaba a su destino, entonces lentamente descendió hasta tocar el suelo frente a las rejas de un enorme portal muy ornamentado, cuyo limpio trabajo solo pudieron hacerlo las prodigiosas manos de los duendes. 

Poco a poco se fue materializando la figura de Severus Snape frente a aquel portal. Sacó su varita y le dio con ella unos golpecitos a las rejas las cuales se abrieron inmediatamente (Solo los más allegados a la familia que residía allí podía hacer aquello). El hombre se abrió camino entre un montón de pavos reales albinos que estaban amontonados en un sendero de los jardines, y que resaltaban enormemente a la luz de las antorchas. 

Las aves se alborotaron y corrieron desplegando las alas. Severus esbozó una escueta sonrisa y continuó avanzando hasta llegar a la puerta principal, tomó la aldaba y tocó la puerta. Un elfo domestico le abrió y lo invitó a pasar haciéndole una exagerada reverencia. Severus avanzó a través del amplio e inmaculado vestíbulo con piso de mármol blanco y continuó avanzando hasta llegar al comedor donde ya había mucha gente que centró su atención en él.

¡Bienvenido, Severus! lo saludó una fría voz desde la cabecera de la mesa—. Toma asiento aquí junto a mí.

Era lord Voldemort que lo miraba y señalaba a su lado derecho donde había un lugar puesto en la mesa para él. Su mascota Nagini estaba enroscada en un rincón, los demás continuaron comiendo su cena.

 Severus, con rostro inexpresivo contestó el saludó, inclinó la cabeza ante los demás y tomó asiento a la derecha donde le habían indicado, pero se percató de que unos cuantos lugares más allá Julieth no le quitaba la mirada de encima.

¡Lucius! llamó Voldemort.

¿Señor?

Ordena a tus elfos que le sirvan la cena a Severus.

Enseguida, señor contestó el hombre y posteriormente chasqueó los dedos. 

Casi al instante el mismo elfo que le había abierto la puerta al recién llegado, se apareció junto al dueño de la mansión.

No, no hace falta, señor dijo Severus—, acabo de cenar en Hogwarts.

Voldemort curvó su boca sin labios en algo parecido a una sonrisa.

¡Ah! Claro, claro dijo y luego añadió con voz solemne pero un tanto melancólica—. ¡Los banquetes de Hogwarts! Es lo único que extraño de allí.

Lucius le hizo un gesto con la mano al elfo para indicarle que se marchara. Severus no pasó por alto el gesto de impotencia que Julieth hizo con la mano, y la enorme sonrisa burlesca de Bellatrix mientras la miraba a ella y le daba con el codo en las costillas.

¿Y bien, Severus? preguntó Voldemort—. ¿Qué has sabido de la profecía?

Dumbledore dice que no sabe nada, que no la ha escuchado contestó él.

El viejo miente aseguró Dolohov junto a Lucius.

—No te he dado permiso para hablar, Dolohov, ¿o sí?

—No, señor, discúlpeme por favor —se excusó el hombre encogiéndose en su asiento. 

Los demás rieron por lo bajo.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora