Otra decepción

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La semana de pascua o semana santa ya casi llegaba a su fin. Era día sábado de Gloria y al día siguiente deberían regresar a Hogwarts.

En casa de los Malfoy, Draco por primera vez en su vida se encontraba tocando la guitarra en compañía de su padre en aquella habitación secreta que había hallado en el despacho de este último. No podía creerlo, estaba maravillado y sorprendido a la vez al contemplar la habilidad con la que Lucius, a quién siempre vio reaccionar de manera hostil frente a la música, tocaba la guitarra. Nunca imaginó poder compartir su pasión con él, con ese ser grandioso a quién admirada y amaba. Narcisa, su madre, también conocía la existencia de aquel «cuarto de recuerdos» como solían llamarlo y desde luego ya sabía también que Draco había descubierto el secreto mejor guardado de su padre.

Cuando se cansaron de cantar y de tocar los viejos temas que había escrito Lucius Malfoy en su adolescencia, Narcisa entró en el despacho en el preciso instante en que ellos dos cerraban la puerta de la habitación secreta.

¡Vaya! Pensé que no iban a bajar para la hora del té —dijo la mujer contemplándolos con una sonrisa.

Disculpa el retraso, querida respondió su marido con voz solemne—. Solo compartía un poco de tiempo con nuestro hijo. Sí que tienes talento Draco ¿Eh?

Gracias, papá respondió el muchacho con orgullo.

¡Ven aquí, mi cielo! dijo Narcisa abrazándolo—. Que feliz me hace a su vez verte feliz junto a tu padre.

Y lo estoy, mamá respondió Draco—. Papá es genial. Jamás en toda mi vida me imaginé que fuese un gran músico.

¡Shhhhh! lo hizo callar Lucius colocándose el índice en los labios para indicarle que guardara silencio, posteriormente lo señaló con la empuñadura de su bastón—. No querrás que Bellatrix, Rodolphus o Julieth se enteren de que aún... bueno, que guardo todos estos recuerdos.

¡Bah! Ellos están abajo, papá.

Sí, Bella y Rodolphus están esperando por nosotros en el salón del té aclaró Narcisa.

¿Y Julieth? – Quiso saber el señor Malfoy mientras cerraba la puerta de su despacho una vez que hubieron salido de él—. ¿No está con los demás?

Narcisa negó con la cabeza.

Julieth acaba de salir. Me pidió que la disculpara con todos por no poder asistir a nuestra reunión de la hora del té.

Y ¿por qué ahora tiene esa bendita manía de salir todos estos días? preguntó el señor Malfoy—. Antes no solía hacerlo tan a menudo.

Los tres bajaron por la enorme escalera de mármol y se encaminaron al salón del té donde Bellatrix y Rodolphus conversaban. Era una habitación grande, con alfombra verde en el piso, una mesa blanca y redonda con seis sillas dispuestas alrededor y la pared de fondo era en realidad un enorme ventanal con lujosas cortinas verdes y borlas plateadas que estaban recogidas para dejar ver el hermoso paisajismo que otorgaba el jardín de los Malfoy, donde se podía ver a algunos pavos reales albinos picoteando el pasto.

Tendrán que disculpar a Julieth mencionó Narcisa al llegar—. Tuvo que salir.

¿A dónde? se extrañó Rodolphus—. ¿Por qué ahora sale tanto?

¿No dijo a dónde iba? intervino Lucius tomando asiento.

No respondieron Narcisa y Bellatrix al mismo tiempo.

Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora