Un descubrimiento terrible para Emily

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El grupo se encaminó hacia donde estaban los thestrals. Para los que no podían ver a los extraños animales fue difícil montarlos, de modo que Luna se encargó de ayudarlos a subir y a enredarles las manos en las crines para sujetarse.

Esto es casi imposible protestó Emily no muy segura de lo que estaba haciendo. Era extraño estar sobre algo que podía perfectamente tocar pero no ver, y sabía de antemano que volar sobre algo así sería algo sumamente, desagradable tomando en cuenta que de por si sentía aversión a las alturas.

¡Ay Dios! exclamó Hermione con verdadero terror reflejado en el rostro—. Estoy segura de que esto no me va a gustar nada.

Chicos, de verdad pueden quedarse si quieren dijo Harry.

De ninguna manera terció Ginny—. Dijimos que estaríamos juntos en esto del E.D y así será.

Ginny tiene razón, Harry, y yo más que nunca debo estar junto a ti. Si no puedo persuadirlos de quedarse aquí, al menos debo ir con ustedes añadió Emily con determinación aunque su corazón palpitaba con fuerza por el miedo.

Sí que son feos estos bichos comentó Neville observando con detenimiento las alas del Thestral al que estaba intentando montar en ese momento.

Al igual que Luna ¿tú también los ves? tanteó Ron.

Sí respondió Neville—. Vi morir a mi abuelo.

Todos guardaron silencio hasta que Luna volvió a hablar.

¿Están todos listos? preguntó la chica rubia pasando la mirada por todos sus compañeros.

¿Y cómo se supone que los vamos a hacer andar? preguntó Harry dubitativo.

Es sencillo respondió Luna con una sonrisa—. Solo debemos indicarles a dónde queremos ir, son muy inteligentes.

Recuerdo que Hagrid lo dijo mientras los estudiábamos rememoró Hermione—. Por eso llevan los carruajes de Hogwarts.

Bien, agárrense con fuerza indicó Luna y posteriormente, sin dirigirse a ningún Thestral en particular dijo: ¡Llévennos al ministerio de magia en Londres!

Los siete extraños caballos alados remontaron el vuelo con todo y sus jinetes. Emily estaba bastante nerviosa, miró hacia abajo casi instintivamente y solo vio el vacío, aferró entonces las manos a esa crin invisible y cerró los ojos.

¡Ay! Dios mío, has que lleguemos pronto suplicó Hermione también con los ojos cerrados.

Pasaron por Hogsmeade y también por otros pueblos, sobrevolaron carreteras sobre las cuales comenzaron a ver (los que llevaban los ojos abiertos) algunas luces de los autos, pues empezaba a oscurecer, la brisa fría les alborotaba el cabello y les entumecía el cuerpo.

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Severus enamorado de una Bruja de MacbethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora