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Decenas de folios y panfletos a multicolor se extendían por todo el instituto con una palabra en mayúsculas que ocupaba casi todo el espacio del papel: "FIESTA". Los estudiantes estaban revolucionados por la que sin duda sería una fiesta por todo lo alto. Bien era sabido que si alguien sabía organizar buenas fiestas eran Matt y su querida y bella hermana Ruth. Cada vez que podían daban una fiesta, aprovechaban que la mayor parte del tiempo sus padres estaban fuera por viajes de negocios y se divertían a su costa. Todos comentaban entusiasmados lo genial que iba a ser esa fiesta, no estarían emocionados de no ser porque hacía ya dos meses que no organizaban una. Al parecer el descanso en el trabajo de sus padres se había tornado más largo de lo esperado, pero eso ya era pasado, ahora eran unos jóvenes libres y con una casa sola para ellos.

Doblaba el folio, trazo tras trazo, para hacer un barco de papel. No se le daba mal la papiroflexia, bueno para qué engañarnos, apenas sabía hacer unas pocas figuras. Pero al menos la entretenían mientras esperaba que comenzase la clase. Un doblez más y... ¡listo! Ya tenía hecho su barquito de papel. Lo dejó en el borde de la mesa y abrió su cuaderno por la mitad en busca de una página en blanco.

— Vaya, vaya, vaya... ¿qué tenemos aquí? —canturreó Matt mientras cogía el barco de papel— La pequeña As sabe hacer manualidades.

Suspiró pesadamente antes de levantar la cabeza para mirarlo. Él se apoyó en la mesa contigua y la sonrió con superioridad.

— Ahora no Matt. Por favor —susurró.

— ¿Ahora no qué? —dijo mientras subía el tono de voz— Te digno a honrarte con mi presencia en público y me dices que me vaya. Estás loca.

Los estudiantes de la clase comenzaron a prestar atención a la escena que se estaba dando entre en Astrid y su primo Matt. Otra de tantas. La chica ya había perdido la cuenta de todas las escenitas que le había montado su primo en el instituto o cualquier otro sitio público. Y por supuesto su hermana Ruth tampoco se quedaba atrás. Pese a que Ruth era un año más pequeña que Astrid y Matt la mangoneaba tanto como él. Ambos aprovechaban cualquier ocasión en público para dejar a la pobre y desdichada Astrid por los suelos, la humillaban sin piedad allá donde iban. Siempre tenían que sentirse superiores a ella y eso originó un rechazo multitudinario hacia la chica por parte de los demás alumnos. Nadie quería juntarse con el bicho raro al que los dos hermanos del grupo más popular del instituto despreciaban y burlaban.

Sin embargo Astrid lo llevaba bien. Después de seis largos años ya estaba acostumbrada. Ella era feliz con su soledad, una de las virtudes de Astrid era que prefería mil veces estar sola a estar con gente hipócrita o con tan poca personalidad que se dejaban llevar tan fácilmente por estúpidos como sus primos o sus correspondientes amigos.

— Miradla chicos —se mofó Matt—, uno de los chicos más populares del instituto se acerca a hablarle y ella lo rechaza. —Negó con la cabeza mientras el resto de la clase reía ante su comentario.

Ella le miró con ojos suplicantes para que se marchara y él captó el mensaje. Por eso hizo todo lo contrario.

— ¿Sabes Astrid? Siempre he tenido curiosidad por saber cómo es eso de tener por amigos barcos de papel —agitó el barquito en el aire— ¿Qué se siente? ¿Te inventas tú los diálogos o realmente escuchas voces?

Una carcajada general resonó estruendosamente por la clase. Astrid bajó los brazos de la mesa hacia abajo cayendo por su propio peso, solo para que nadie viese como apretaba los puños.

— Si, escucha tu estúpida voz diciendo gilipolleces.

Las risas cesaron dando paso a un sinfín de murmullos nerviosos. Taehyung se hallaba de pie al borde de las mesas. Una mirada desafiante se escapaba de los ojos del castaño mientras que Matt no quitaba su sonrisa de autosuficiencia. Aunque Astrid hubiera podido ver un ligero atisbo de sorpresa por parte de su primo de no ser porque se había quedado petrificada al escuchar la contestación de Taehyung. Solo un pequeñísimo y selecto grupo de personas estaban "autorizadas" (por así decirlo) a contestarle de ese modo. Taehyung no era una de ellas, y sin embargo lo había hecho. Y todos lo habían escuchado, alto y claro.

— Kim Taehyung —dijo Matt lentamente—. ¿Acaso ahora defiendes a los pringados?

— ¿Acaso tu nunca cierras la boca?

De nuevo comenzaron aún más murmullos. No le había contestado una sino dos veces. Pareciera que quisiera firmar su sentencia de muerte. Cualquiera sabia que enfrentar a Matt suponía la muerte social, seguido de burlas y humillaciones. Sin embargo a él parecía importarle poco haberle hablado así. Solo mostraba condescendencia.

— Caray con el nuevo. Dime, ¿con quién crees que estás hablando?

Su sonrisa se volvió arrogante.

— Con el idiota que está sentado en mi sitio. Muévete, estorbas.

Matt alzó las manos en señal de paz mientras se levantaba para dejar libre el asiento, el cual no tardó en ocupar Taehyung. Por suerte para todos la cosa quedó ahí en cuanto entró el profesor en la clase. Matt le echó una última mirada a Taehyung, quien ni se inmutó, y se sentó en su asiento. El castaño ni si quiera se molestó es devolverle la mirada despectiva, se limitó a mirar hacia el frente. Se inclinó disimuladamente hacia Astrid.

— Ya puedes aflojar los puños.

Ella se miró las manos perpleja. Aún las mantenía cerradas con fuerza y ni se había percatado de ello. Estuvo demasiado distraída con la casi disputa entre Matt y él que se le había olvidado que la sangre ya apenas le llegaba a los dedos.

La semana había terminado sin que se repitiese ningún incidente en cuanto a Taehyung y Matt, a excepción de unas cuantas miradas de desprecio por parte del último. Ruth había tenido una discusión acalorada al llegar a casa con su hermano ya que no quería que pelease con Taehyung. Ella estaba locamente enamorada de él desde que lo vio en el instituto, aunque más que amor se le podría llamar obsesión. Digamos que Ruth se enamoraba cada semana de un chico distinto, y ellos de ella. Era guapa, con el pelo largo y de un color avellana suave y ojos color esmeralda. Sin embargo Matt era el típico chico rubio de ensueño con ojos azules. Pero por alguna razón ahora toda su atención se centraba en Taehyung hasta el punto de ser asfixiante para quienes tuvieran que soportarla, como por ejemplo Astrid. Si algo pudo notar es que no era un chico muy sociable con respecto a la gente del instituto. En el mes que llevaba en la escuela apenas había interactuado con otras personas y tampoco se le veía muy animado a hacerlo en un futuro. Como era de esperar tampoco le había prestado ninguna atención a Ruth pese a sus muchas proposiciones de citas y eso la había hecho estar aún más insoportable de lo normal. Al parecer le había dicho que no quería salir con "crías" y aquello la ofendió. Taehyung era un misterio. Según contaban las malas lenguas había sido expulsado de su anterior instituto por darle una paliza a un chico y aunque ninguno podía asegurarlo o confirmarlo, nadie quería comprobarlo. Por lo que la gente se mantenía al margen de él pues, su simple cara seria no invitaba a hacer amigos.

Limpiaba la última mesa del local sin mucho ímpetu, en realidad no quería terminar, pero su jornada laboral tenía un límite y ella tenía que volver a casa.Eso era algo que realmente le daba pavor. Hoy era viernes y por consiguiente el día de la fiesta. No sería tan malo de no ser por el pequeño detalle de que Astrid vivía en su casa y tendría que lidiar con una noche entera de música estruendosa y gritos infernales de adolescentes con las hormonas llenas de adrenalina resonando por toda la casa.


No fucking limits.Where stories live. Discover now