Se despertó con pereza, no quería levantarse pero una vez se desvelaba no había manera de volver a dormirse. Estiró su brazo para tocar el vacío que se extendía a su lado en la cama. Gruñó descontento y movió más rápido la mano intentando palpar algo que no fueran sábanas vacías, pero no lo encontró. Abrió los ojos y en efecto, estaba solo en la cama.
Sus ojos se desviaron hacía una figura al fondo de la habitación. Ahí estaba ella, intentando terminar de bajarse la que parecía una camiseta suya. Y lo intuyó por el considerable tamaño del trozo de tela que le servía de vestido casi.
— Astrid—dijo con una voz más ronca de lo que se imaginaba que tendría al despertar—. ¿Qué haces levantada?
La chica se giró un poco sobresaltada. No le había notado despertarse hasta que le había hablado.
— Me estaba vistiendo.
— ¿Y quién te ha dado permiso para vestirte?
— No necesito permiso idiota.
Le sacó la lengua, aunque no estuvo segura de si lo había visto, pues la habitación aún se hallaba bastante oscura con las cortinas puestas impidiendo que entrase casi toda la luz del exterior.
— Vuelve a la cama.
Tae dio unos golpecitos al colchón para reforzar su orden. Ella suspiró resignada y volvió a subirse a la cama a su lado. Apenas se hubo apoyado en el colchón, los brazos de Taehyung rodearon su cintura pegándola a su cuerpo. El beso de buenos días no se hizo esperar, así como unas risas espontáneas de la chica por el cariñoso saludo de su novio.
— Buenos días—susurró él contra su boca.
— Hola—respondió ella risueña.
— ¿Qué tal has dormido?
— Un poco mal—hizo una mueca de disgusto—. Había un tipo a mi lado que no paraba de roncar.
Puso cara de sorpresa e indignación.
— No creo que ese tipo ronque. Igual lo has soñado.
— No, estoy segura de que era real. Además también era feo y olía raro.
— ¡Pero serás...!
Se abalanzó sobre ella con enfado fingido y comenzó a hacerla cosquillas. La chica no podía parar de reír. Si Astrid tenía un punto débil, eran las cosquillas. Tenía cosquillas por casi todas las partes del cuerpo y Taehyung se había encargado personalmente de descubrir que partes eran.
— ¡Para por favor! ¡Era una broma!
Pero su incesante risa no le permitía terminar apenas una frase. Al final se apiadó de ella y la dejó cuando vio que no era capaz de decir ni una palabra coherente. Astrid se levantó de la cama en cuanto tuvo oportunidad por miedo a que le volviese a atacar con cosquillas. Abrió las persinas y dejó que la suave luz del día iluminase la habitación. El chico también se levantó y ella pegó un pequeño grito a la vez que se daba la vuelta.
— ¿Qué pasa?—preguntó con sorpresa.
— Ponte algo de ropa, aunque sean unos calzoncillos.—dijo sin darse la vuelta.
El castaño se miró a sí mismo y observó que aún estaba desnudo. Comenzó a reír al ver lo adorable que resultaba siendo tan vergonzosa. Parecía una niña pequeña. No le podía ver la cara, pero podría apostar su moto a que estaba completamente roja.
— Vamos, Astrid. No hay nada que no hayas visto ya.
— ¡D-déjame en paz! Me voy a hacer el desayuno. ¡Y tú vístete!

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No fucking limits.
AcakY entonces te haces una pregunta... ¿Para qué vivo? Sin metas, sin sueños, sin vida. Tan solo con la única esperanza de salir de ese agujero infesto en el que se encontraba estancada desde hacía años. Hasta que aparece alguien que te ofrece una vi...