Jimin miró a su amigo y negó con la cabeza. Lo mejor sería no tentar a la suerte. La última vez que había entrado sin llamar a la habitación de Taehyung lo había pagado muy caro y ahora ya no se atrevía ni a llamar a la puerta.
— ¿Entonces no llamo? —Murmuró un Jin indeciso.
— Déjales. Seguro que estos han pasado directamente al postre.
Jin se encogió de hombros y se marchó a su respectiva habitación. El pelinaranja siguió los pasos de su amigo y fue camino de su habitación. Namjoon apareció de la nada, colocándose la chaqueta. Por la cabeza se le pasó preguntarle a dónde iba, pero decidió dejarlo pasar. Bien sabía que a su amigo no le gustaba demasiado dar explicaciones, ni siquiera a ellos.
Cuando colocó su mano en el picaporte de la puerta se detuvo. Ya no estaba solo en ese pasillo y no, no era Namjoon quien estaba al otro lado del pasillo. Sabía quien era, pero decidió ignorarlo. Hasta que comenzó a girar el pomo de la puerta de su habitación y su voz le frenó.
— ¿Me odias?
Simple, directo y sencillo. No quiso girarse para mirarla, no después de oír el tono de voz que había usado, pero aun así lo hizo. Y frente a él se encontró algo que no quería ver, a Patrice. Pero no la Patrice normal, con la que peleaba más que reía y a la que le encantaba hacer de rabiar. Ante él estaba la Patrice real, la insegura, la que tenía miedo de dormir con la luz apagada por si el sol no volvía a salir nunca, la que tenía miedo de quedarse sola. La que solo quería un abrazo. La Patrice que sentía que debía proteger de todo y de todos. La había visto estar así muchas veces, pero nunca por su culpa.
— No. —Dijo sin pensarlo.
¿Odiarla? Nunca. No importaba cuántas veces pelearan, jamás podría albergar hacia ella algo tan vil como el odio.
— ¿Y a Mingyu?
Un gruñido salió de su garganta al oír su nombre. ¿Por qué tenía que mencionarlo a él?
— Tampoco. Tan solo me cae mal. Aunque no te miento si digo que varias veces ha estado a punto de cruzar la línea del odio.
— ¿Por qué?
Por ti.
Se encogió de hombros y se tragó su respuesta.
— Es imbécil.
— Entonces por qué. ¿Por qué me evitas? ¿Por qué me ignoras?
Su voz parecía un cristal resquebrajándose y a punto de romper en llanto.
— ¿Es por lo de la carrera? —Comenzó a acercarse a él— Ya no estoy enfadada. Así que no te preocupes no pienso gritarte ni enfadarme contigo. O acaso apostaste no hablarme si perdías ¿eh?
— No es eso Patrice.
— ¿Entonces qué? ¿Acaso estás intentando hacerme sentir mal por salir con él? Porque lo estás consiguiendo.
— Basta. Patrice. —Le hizo una seña para que no siguiera acercándose a él.
— ¿Acaso quieres que elija?
— No estoy intentando darte a elegir entre Mingyu o yo. —Sentenció— Pero entiende que él y yo no nos llevamos bien y nunca lo haremos; y nuestra mala relación repercute en ti, que estás en medio. Así que para que tú estés bien uno de los dos debe alejarse... y supongo que ese soy yo.
Pese a la distancia prudencial que mantenían pudo notar cómo sus ojos perdían su característico brillo para ser sustituido por otro distinto. Lágrimas contenidas.
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No fucking limits.
AlteleY entonces te haces una pregunta... ¿Para qué vivo? Sin metas, sin sueños, sin vida. Tan solo con la única esperanza de salir de ese agujero infesto en el que se encontraba estancada desde hacía años. Hasta que aparece alguien que te ofrece una vi...