44

44 3 0
                                    

Jimin miró a su amigo y negó con la cabeza. Lo mejor sería no tentar a la suerte. La última vez que había entrado sin llamar a la habitación de Taehyung lo había pagado muy caro y ahora ya no se atrevía ni a llamar a la puerta.

— ¿Entonces no llamo? —Murmuró un Jin indeciso.

— Déjales. Seguro que estos han pasado directamente al postre.

Jin se encogió de hombros y se marchó a su respectiva habitación. El pelinaranja siguió los pasos de su amigo y fue camino de su habitación. Namjoon apareció de la nada, colocándose la chaqueta. Por la cabeza se le pasó preguntarle a dónde iba, pero decidió dejarlo pasar. Bien sabía que a su amigo no le gustaba demasiado dar explicaciones, ni siquiera a ellos.

Cuando colocó su mano en el picaporte de la puerta se detuvo. Ya no estaba solo en ese pasillo y no, no era Namjoon quien estaba al otro lado del pasillo. Sabía quien era, pero decidió ignorarlo. Hasta que comenzó a girar el pomo de la puerta de su habitación y su voz le frenó.

— ¿Me odias?

Simple, directo y sencillo. No quiso girarse para mirarla, no después de oír el tono de voz que había usado, pero aun así lo hizo. Y frente a él se encontró algo que no quería ver, a Patrice. Pero no la Patrice normal, con la que peleaba más que reía y a la que le encantaba hacer de rabiar. Ante él estaba la Patrice real, la insegura, la que tenía miedo de dormir con la luz apagada por si el sol no volvía a salir nunca, la que tenía miedo de quedarse sola. La que solo quería un abrazo. La Patrice que sentía que debía proteger de todo y de todos. La había visto estar así muchas veces, pero nunca por su culpa.

— No. —Dijo sin pensarlo.

¿Odiarla? Nunca. No importaba cuántas veces pelearan, jamás podría albergar hacia ella algo tan vil como el odio.

— ¿Y a Mingyu?

Un gruñido salió de su garganta al oír su nombre. ¿Por qué tenía que mencionarlo a él?

— Tampoco. Tan solo me cae mal. Aunque no te miento si digo que varias veces ha estado a punto de cruzar la línea del odio.

— ¿Por qué?

Por ti.

Se encogió de hombros y se tragó su respuesta.

— Es imbécil.

— Entonces por qué. ¿Por qué me evitas? ¿Por qué me ignoras?

Su voz parecía un cristal resquebrajándose y a punto de romper en llanto.

— ¿Es por lo de la carrera? —Comenzó a acercarse a él— Ya no estoy enfadada. Así que no te preocupes no pienso gritarte ni enfadarme contigo. O acaso apostaste no hablarme si perdías ¿eh?

— No es eso Patrice.

— ¿Entonces qué? ¿Acaso estás intentando hacerme sentir mal por salir con él? Porque lo estás consiguiendo.

— Basta. Patrice. —Le hizo una seña para que no siguiera acercándose a él.

— ¿Acaso quieres que elija?

— No estoy intentando darte a elegir entre Mingyu o yo. —Sentenció— Pero entiende que él y yo no nos llevamos bien y nunca lo haremos; y nuestra mala relación repercute en ti, que estás en medio. Así que para que tú estés bien uno de los dos debe alejarse... y supongo que ese soy yo.

Pese a la distancia prudencial que mantenían pudo notar cómo sus ojos perdían su característico brillo para ser sustituido por otro distinto. Lágrimas contenidas.

No fucking limits.Where stories live. Discover now