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Cogió la bandeja y la balleta para dirigirse hacia la zona de la clientela, por desgracia para Astrid las mesas no se limpiaban solas. Había pasado ya más de una semana desde el incidente de la fiesta y estaba exhausta. Entre los exámenes finales y el trabajo apenas tenía tiempo para respirar, y mucho menos aún para descansar. En cierto modo la cafetería la relajaba, al menos por unas horas se olvidaba del estrés del instituto y de la preocupación por el bienestar de su amigo Jin. Tan solo tenía que pensar en anotar bien los pedidos, servir con una sonrisa y limpiar lo que ensuciara la gente.

Una vez dentro de la cocina vio que aún faltaban veinte minutos para salir del trabajo, así que se dedicó a fregar los cacharros para que estuviesen limpios para los siguientes pedidos. Todo iba bien, hasta que Sofia entró hacia ella con una expresión de extrañeza en el rostro.

- As, hay un chico que te busca.

- ¿Quién es? -Preguntó intrigada.

- No lo se, no me ha querido decir su nombre. -Se encogió de hombros- Pero me ha dicho que era importante. Lo cierto es que su cara me suena, pero no estoy segura.

Las dudas inundaron la mente de la castaña, que se secó las manos y Sofia le tomó el relevo en su tarea de fregar para que pudiese salir a atender a su visitante. No mentiría al decir que tenía mucha curiosidad por saber quién la reclamaba. Justo antes de salir de la cocina una señal de alarma inundó su mente. ¿Y si era Matt? ¿Que haría? No le haría nada estando en un lugar público, pero podría esperarla a la salida de su trabajo y atacarla.

Miró el reloj y se maldijo a sí misma por su mala suerte en la vida. No se había dado cuenta de que justamente ya era su hora de salida. Se volvió hacia Sofia que fregaba distraída en su mundo.

- Sofia, ¿cómo era el chico?

- Pues no se... rubio y bastante guapo.

Se acabó, estaba condenada. Si algo era Matt es rubio y, aunque le matara reconocerlo, bastante guapo. Era como el típico villano que por más capullo que sea no deja de ser atractivo. Se cambió rápido y cogió su bandolera con los libros de clase. Por qué tendría que ser justo ese el único día que le pidió a Taehyung que no la recogiera porque quería ir a la biblioteca a estudiar. Ahora se arrepentía mucho de su decisión.

Tras despedirse de Sofia, tomó una gran bocanada de aire y se obligó a sí misma a ser valiente y enfrentar a su primo. Así, empujó la puerta que daba a la parte pública del local más determinada que nunca.

Miró hacia todos lados hasta que sus ojos se toparon con una cabellera rubia. Pero ese rubio estaba lejos de ser el amarillo pollo que tenía su primo Matt. Más bien era un rubio nórdico, que podría camuflarse en la nieve y pasar totalmente desapercibido.

Astrid salió de detrás de la barra con indecisión y se acercó con cautela al fornido chico que la esperaba con la espalda recostada contra la pared, junto a la puerta. Mierda, ¿qué hacía él aquí? ¿Y por qué tenía esa sonrisa presuntuosa y sexy que hacían que quisiera golpearle y besarle a la vez?

.....

Sacó varias cajas de debajo de la cama que le obstaculizaban la visión. Pero nada, no estaba ahí. Gruñó frustrado. ¿Cómo podía no recordar donde había dejado su bloc de dibujos? Era cierto que lo había cambiado de lugar al enterarse de que su hermano lo había visto, pero ahora no lo encontraba. Ya había buscado por toda la habitación y nada. Ni rastro de él.

- ¿Taehyung?

El chico se sobresaltó al escuchar la voz de su hermano llamarle desde la alguna parte de su habitación y se golpeó la cabeza contra el techo de a cama. Salió de debajo de ésta frotándose la cabeza para mitigar el dolor y miró con enfado a su hermano, que intentaba contener la risa.

No fucking limits.Where stories live. Discover now