Sus pasos se detuvieron justo frente a él, pero manteniendo una distancia prudencial que le permitiera salir huyendo en caso de que la cosa se torciese. Mierda, a quien quería engañar, aunque tuviera cien metros de ventaja frente a él estaba segura de que la acabaría atrapando de todos modos.
El chico se irguió en cuanto la vio frente a él, pero no quitó en ningún momento su sonrisa mojabragas de su cara. Cuando vio sus intenciones de acercarse a ella, Astrid retrocedió un paso hacia atrás instintivamente. Cosa que hizo reír al chico, pero volvió a apoyarse sobre la pared.
- ¿Qué pasa preciosa? ¿Acaso me tienes miedo? -Arqueó una ceja.
- ¿Yo? Por favor, no seas estúpido -intentó que su voz sonase segura. Lo intentó de veras.
- Quizá deberías -murmuró en un susurro sugerente que la hizo estremecerse.
Apartó sus ojos de los de él durante unos segundos. Había intentado mantener su mirada para parecer aún más segura de sí misma, pero simplemente fue demasiado para ella. Era una mirada demasiado penetrante para resistirla tanto tiempo fijamente.
- ¿Qué quieres, Jackson? -Preguntó con voz firme recuperando la compostura.
El chico volvió a despegarse de la pared y avanzó hacia ella de forma amenazante. Astrid repitió su anterior acción de moverse hacia atrás, pero esta vez quedando atrapada contra una mesa. ¡Malditas mesas, siempre estorbando! Miró de reojo la puerta de la cocina y se preguntó qué pasaría si gritaba para que Sofia acudiese en su auxilio. Probablemente le diera tiempo de sobra a arrastrarla fuera de la cafetería y llevársela a cualquier sitio perdido de la mano de cristo. Pero por otro lado, Jackson era un tipo corpulento y musculoso, y parecía fuerte, lo suficiente para poder con las dos pequeñas y debiluchas chicas.
- ¿Que pasaría si te dijera que lo que quiero es... a ti?
La acorraló con su tonificado cuerpo contra aquella inoportuna mesa pegando su cara a apenas centímetros de la de ella. Astrid giró su cabeza para mirar a otro lado que no fuesen esos abdominales que le marcaban bajo esa camiseta negra de tirantes que parecía que se le había quedado pequeña.
- N-no juegues conmigo.
- Siento decirte que me encanta jugar, pequeña. -Susurró contra su oído, provocando un escalofrío en ella.
- Ap-pártate.
Por un segundo no sucedió nada. De pronto se escuchó una ligera y divertida risa proveniente del chico y a continuación se separó de ella. Astrid se tomó su tiempo para recuperar la respiración que no se había dado cuenta que había contenido hasta entonces. Desde luego, si había una palabra para definir a Jackson era, imponente.
- No te preocupes, no voy a tocar nada de tu preciosa anatomía... por ahora.
- Dime a lo que sea que hayas venido y márchate de una vez.
- Así que tienes carácter. Mmm, me gusta.
- Oye, mira tengo demasiada prisa como para esperar a que dejes de babear.
Se hizo a un lado y salió de la cafetería lo más rápido que sus piernas se lo permitieron en ese momento, lo cual no fue la velocidad que le hubiese gustado. Y ahí estaba él de nuevo, cortándola el paso e mitad de la calle.
- ¿A donde vas con tanta prisa? Yo que había pensado invitarte a tomar algo.
- No tengo sed, gracias.
- Chica dura. -Se mojó los labios con la lengua mientras la escrutaba con la mirada- ¿En serio tienes prisa o es una excusa para librarte de mi?
- Ambas.
- Auch, eso me ha dolido.
- ¿Sabes Jackson? Por increíble que te parezca, la gente tiene mejores cosas que hacer que estar contigo, como por ejemplo estudiar para ir a la universidad y tener una vida mejor alejado del mundo podrido en el que estás tú.
Aplausos para el discurso del año, si señor. Probablemente era lo más sincero y espontáneo que había dicho Astrid en toda su vida, pero la actitud arrogante de Jackson la había puesto en punto muerto y había explotado.
Esperó con paciencia la respuesta jocosa de Jackson y se preparó mentalmente para responder con la mayor rapidez y que le permitiera salir del paso. Pero su respuesta nunca llegó. Tan solo una fuerte respiración y una mirada indescifrable.
- Habrá una carrera importante en dos semanas. Díselo a tu noviecito por si le apetece participar.
- ¿Por qué me lo dices a mi?
De encogió de hombros con desdén.
- Me apetecía volver a ver el bombón que tiene por novia ese inútil de Taehyung.
- No lo llames inútil.
- Vaya, si también le defiendes. Que bonito. -Fingió limpiarse una lágrima- Ahora en serio, ¿por qué estás con él?
- ¿Y por qué no? Lejos de lo que puedas pensar Taehyung no es un mal chico. -Contestó indignada por la prepotencia que mostraba Jackson- No se qué te hace pensar que eres mejor que él, pero te puedo asegurar que no lo eres. Dudo incluso que estés a su altura.
- Así que ahora Taehyung es un buen chico, ¿eh? -Preguntó con sarcasmo- No se hasta donde le conocerás, pero te aseguro que está lejos de ser el santo que crees. No pretendas llegar ahora y defenderle como si no fuera el cabrón que es. Tiempo atrás fuimos amigos. Le he visto en sus peores momentos, más deplorables y censurables de lo que siquiera te imaginas. No era algo que una señorita como tú debería ver nunca.
Se acercó hasta quedar casi pegado al cuerpo estático y totalmente en shock de Astrid. Apartó el pelo de ella de su oreja y acercó su boca al oído.
- ¿Piensas que yo soy malo? Oh, pequeña ingenua... Te aseguro que él es peor.
.....
Ya reunidos todos al rededor de la mesa de billar, mirando como Jimin intentaba, inútilmente, intentar reponerse de la paliza que le estaba metiendo Taehyung en el juego. Jin, quien ya comenzaba a ir de allá para acá por el Búnker pese a las quejas de sus amigos por que mantuviera reposo, estaba sentado cómodamente en un enorme puff en el que cabrían varias personas fácilmente, observando gracioso el berrinche del pelinaranja.
Astrid entró algo apurada, tropezándose con las cosas y cayéndose al suelo. Se levantó rápidamente como si no hubiera pasado nada y se acercó a sus amigos, quienes no paraban de reírse de ella.
- Hola, Jin -dijo ella ignorándolos por el castaño- ¿Qué tal estás hoy?
- Algo mejor -respondió mientras ponía su mejilla para recibir un beso de ella.
- ¡Eh! ¿Y para mi no hay beso? -Se quejó Taehyung celoso.
- No. Por haberte reído de mi.
Se acercó al instante a ella para besarla, pero Astrid se tapaba la boca para que no lo consiguiese.
- Oh, por favor. ¿Queréis parar?
- Si vais a terminar follando esta noche. Dejarlo por ahora.
Astrid de sonrojó furiosamente ante aquellos comentarios y Taehyung les miró de forma agresiva. Por un momento le tentó la idea de cogerla en brazos, llevarla al dormitorio y hacerla suya en ese mismo momento. Pero finalmente se separaron. Tae volvió al billar mientras que Astrid se dejó caer en el puff junto a Jin y se recostó con cuidado a su lado apoyando su cabeza en el hombro del chico.
- De acuerdo. Tenemos que hablar. -Declaró Taehyung sentándose en el borde de la mesa de billar.
Sus amigos lo miraron expectantes a la espera de que dijera algo más.
- Me ha llamado Suga.
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No fucking limits.
RandomY entonces te haces una pregunta... ¿Para qué vivo? Sin metas, sin sueños, sin vida. Tan solo con la única esperanza de salir de ese agujero infesto en el que se encontraba estancada desde hacía años. Hasta que aparece alguien que te ofrece una vi...